Mónica Esgueva ha dedicado su vida a explorar los caminos que llevan a la serenidad, la claridad y el autoconocimiento. Es pionera del mindfulness en organizaciones en España, pero también es una guía en el camino de la sabiduría. Su trayectoria va más allá de la meditación y la atención plena: ha dedicado su vida a ayudar a las personas a encontrar sentido en un mundo que, muchas veces, parece haberlo perdido. Ahora, con su nuevo libro, Siete pasos hacia la sabiduría, nos invita a trascender el ruido mental, reconectar con nuestra verdadera esencia y vivir con mayor conciencia.
En esta entrevista para Cuerpomente, Esgueva reflexiona sobre los grandes males del mundo moderno -ansiedad, desconexión, egos desbocados- y nos recuerda que la felicidad no se encuentra en lo externo, sino en un regreso a nuestro mundo interior. A través del mindfulness, la meditación y la responsabilidad emocional, nos da herramientas para vivir con mayor paz, sin reprimir nuestras emociones ni ser esclavos de ellas.
Sus palabras nos recuerdan a la de otros expertos que hemos tenido la suerte de entrevistar en nuestra revista, como el profesor de Harvard y experto en felicidad Tal Ben-Shahar. O filósofos como Jorge Freire, que con su pluma nos hacen reflexionar sobre la modernidad y sus trampas. O el catedrático José Antonio Marina, cuyas enseñanzas nos invitan a cultivar el pensamiento crítico y no dejarnos engañar. Nos recuerda también a Rafael Narbona, filósofo para el que la conciencia en calma es uno de los elementos claves de la felicidad. Todos ellos tienen común con Esgueva lo más importante: se han parado a preguntarse qué es la felicidad, y desde esta posición nos dejan grandes enseñanzas.
Felicidad en el mundo moderno
–¿Existe un secreto de la felicidad?
Es un secreto a voces. Pienso en esa metáfora que decía que los hombres preguntaban a los dioses: "¿Dónde estaba la felicidad?" Y estos decían: "Está aquí, en el éxito material que nos quieren vender", "Está aquí, conociendo a la persona de tu vida, la media naranja", "No, está aquí, teniendo tu familia", "Está aquí, que todo te salga bien". Hasta que finalmente uno de ellos respondía: "No, está en un lugar donde nunca la buscarán los hombres, que es en su corazón".
Es un secreto a voces. Está ahí, pero es simplemente que está tan en nuestro interior que nos olvidamos de dónde buscarla.
–Hay una frase que escribes al principio del libro que a mí me gusta mucho, que dice: "Adaptarse a una sociedad enferma produce enfermedad. Conformarse con un mundo loco produce locura". ¿Cuáles crees que son las grandes enfermedades y locuras del mundo moderno?
Bueno no lo digo yo solo. Krishnamurti lo dijo hace ya bastantes años. Él dijo que estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma no era algo a lo que tendríamos que aspirar, ¿no?
Yo creo que hay muchos males. Hoy en día, la gente sufre en unos índices muy altos de depresión y ansiedad. Hay un estudio internacional que ha hecho AXA con el Colegio de Psicólogos de España, en el que el 17%, si no recuerdo mal, dice que tiene depresión. El 16%, ansiedad. Me parecen unas cifras brutales.
Que los jóvenes entre 18 y 24 años, en un 43%, digan que se sienten solos y aislados... Es terrible. Y hablamos de niños o jovencitos que tienen familias, que tienen amigos. O sea, quiero decir, no estamos hablando de personas que viven solas porque son huérfanos. Estamos hablando de personas “normales”.
Se nos ha ido de las manos, esta sociedad está profundamente enferma. Y si estamos hablando de estas cifras, entonces no es una opinión mía. Creo que lo demuestra todo esto.
El 63% de las personas del estudio —que es estadísticamente válido— dice que sufre de estrés continuo. Entonces, vamos a ver qué está pasando en esta sociedad. Claramente, tal y como las personas están viviendo en esta sociedad, no vale. Porque si a esto le llamábamos ser una persona normal, yo creo que habría que revisarlo todo y cuestionarse muchas cosas.
Mindfulness y meditación
–Tú eres pionera del mindfulness aquí en España, y yo creo que, en general, tenemos mucha confusión con lo que es y no es mindfulness. ¿Qué definición nos darías?
Bueno, mindfulness, lo primero, es una palabra que se empezó a utilizar a partir de 1970 y que en España lo podríamos traducir como "atención plena". La cuestión es que, en realidad, quien lo inventó —por llamarlo de alguna manera— fue Buda hace 2600 años, y el mindfulness lo diseñó como una manera de estar en el presente con toda la atención.
Primero, para poder entrar en meditaciones más complicadas, no como una forma de meditación o de concentración básica. Y, segundo, para ser consciente en todo momento de tus pensamientos, de tus emociones, de tus sentimientos, de lo que estás haciendo. Es decir, que sea una especie de brújula que te va indicando si tienes que hacer correcciones o no, que no te comportes de manera automática. Para que seas capaz de estar al mando de tu mente. Porque si no estás presente y no ves la realidad sin filtros, no vas a ser capaz de hacer los cambios que necesitas para que tu camino sea lo más íntegro posible.
–¿Por qué es tan importante la meditación?
Porque nos saca de esa corriente de pensamientos, emociones, sentimientos, deseos y preocupaciones en la que estamos metidos continuamente. La meditación nos permite ir más allá de la mente, más allá del pensamiento, más allá del diálogo interno, y nos permite conectar intuitivamente con otras realidades que están más allá del pensamiento. Solo podemos explorarlas cuando hacemos silencio interno.
Si en nuestra cabeza tenemos a "la loca de la casa", como decía Santa Teresa de Jesús, esa jaula de grillos continua, difícilmente podemos ir más allá. Entonces nos identificamos con los propios pensamientos, con los sentimientos, y creemos que eso es lo que somos. No podemos darnos cuenta de nuestra verdadera naturaleza, que no es la mente. Nuestra verdadera naturaleza es el alma. Pero sin ese silencio interno, es imposible sentirlo, es imposible tocarlo, es imposible darse cuenta de que esa es la realidad, no lo que está en las capas más superficiales.
–Y a las personas que nos lean a las que les cuesta meditar, ¿qué consejo les darías?
Lo primero, que se relajen. A una persona le entra ansiedad meditando es porque quiere controlar, y está acostumbrada a controlar. Pero la meditación no trata de controlar nada, es simplemente estar, ser y observar. Es como mirar lo que pasa por la mente como si fueran nubes en el cielo. Si intentas atraparlas y ves la cantidad de nubes que hay, puedes pensar: "¡Ay, qué nervios, qué ansiedad!". Pero si simplemente las observas como un testigo, sin intentar atraparlas ni retenerlas, te das cuenta de que no es ni bueno ni malo, simplemente es. Esa actitud ayuda mucho.
Luego, hay diferentes formas de meditación. Es importante la meditación formal, sentados con los ojos cerrados, pero también se puede meditar caminando en la naturaleza. Eso sí, hay que hacer silencio interno. Si voy por la naturaleza, pero sigo dándole vueltas a las mismas preocupaciones de siempre, no sirve de mucho. La naturaleza, por su alta vibración, nos ayuda a regenerarnos, nos calma. También estar presentes con los animales domésticos puede ser una forma de meditación. Los animales siempre están en el presente. Si conseguimos estar realmente presentes con ellos, eso también puede ser una forma de meditar.
Darle sentido a la vida
–¿Tenemos que encontrar un propósito o el propósito tenemos que dárselo a las cosas que hacemos de forma diaria?
Yo creo que es una mezcla de las dos. El propósito realmente de todos los seres humanos es progresar a nivel interno, evolucionar internamente, subir en esos niveles de conciencia o de sabiduría de los que hablo. Este es el propósito para todos los que estamos aquí: ir aprendiendo de nuestras experiencias para ir haciéndonos mejores seres, diría que más humanos y más divinos. Que no vivamos como autómatas, que no vivamos casi robóticamente o como sonámbulos. Porque, realmente, muchos sonámbulos son muy parecidos a los seres humanos en sus vidas. Se trata de salir de ahí y vivir. De preguntarnos: “¿Quién soy? ¿Quién quiero ser? ¿En quién me quiero convertir?”
Cuando tú haces eso, dotas de sentido a todo lo que haces, porque las cosas ya no te parecen injustas per se, no te parece que todo te pasa a ti. Sales del victimismo, dejas de echar la culpa a los demás o de proyectar tus miserias en otros. Te haces cargo, básicamente, de tu vida y de tu mente. De eso se trata.
Si tú no te haces cargo de tu vida, evidentemente, no puedes progresar. Te quedas anclado en los mismos modus operandi de siempre y te conviertes en esclavo de tus tendencias. Así es imposible vivir con un poquito de armonía, un poquito de felicidad y un poquito de dicha.
–Cuando hablamos de paz interior, de budismo y demás, creo que muchos imaginamos un ideal en el que no hay dolor, no hay enfado, no hay tristeza. ¿Qué se hace con todas estas emociones en el camino de la sabiduría?
Las emociones no hay que reprimirlas. Creo que el budismo nunca ha dicho que haya que reprimir las emociones. Lo que enseña es que no debemos identificarnos con ellas ni dejarnos arrastrar por las emociones cuando son dañinas y negativas. Lo importante es ser consciente de ellas, sentirlas, pero sin dejar que nos dominen. Por ejemplo, si alguien me grita, ¿tengo que gritar yo también? Si estoy nervioso, ¿tengo que hablarle mal a otra persona? Si siento envidia, ¿tengo que meterme en redes sociales a insultar a la persona a la que envidio?
Eso es lo que vemos mucho hoy en día. Pero se trata de ser conscientes de lo que pensamos y sentimos. No es responsabilidad de los demás, es nuestra. No podemos echar nuestra porquería a los otros. Eso es clave. Además, hay que tener el compromiso de mejorarnos. Si yo no tengo el compromiso de mejorar y simplemente me siento una víctima de la sociedad, creyendo que los demás tienen la culpa de cómo me siento, entonces es muy difícil salir de ahí. El camino empieza con tomar conciencia y hacernos responsables de nuestras propias emociones, pensamientos y sentimientos. Desde ahí, si tengo el compromiso de mejorar, puedo transformar la negatividad en algo positivo.
Con atención plena continua, con mindfulness, se puede cambiar. Pero hay que tener la intención. Y creo que hoy en día esa intención no es muy común, por desgracia.
Trascendiendo el ego
–Durante el libro hablas mucho sobre el ego, pero entiendo que no significa exactamente lo mismo que en psicología ¿Qué significa el ego desde la perspectiva de la sabiduría?
El ego es esa parte de nuestra mente que compite con los demás, que juzga, que se compara, que cree que todo es escaso, que piensa: "Tengo que sobresalir, porque si no, me van a quitar lo que quiero". Es esa parte de nosotros que busca el placer inmediato sin darse cuenta de las consecuencias a medio y largo plazo. Es la parte del "yo, yo, yo", que está obsesionada consigo misma y no le importa nada más.
Todos llevamos esa parte dentro, porque forma parte del software con el que venimos a este mundo. No podemos hacer que desaparezca, pero sí podemos evitar que gobierne nuestra vida. Si dejamos que el ego nos dirija, nos va a ir mal. Vamos a sembrar miseria a nuestro alrededor, porque las personas que solo miran por sí mismas dejan un rastro negativo en los demás. Y, además, también nos va mal a nosotros mismos.
Si vives desde el ego, siempre sientes que estás compitiendo con los demás, que tienes que estar por encima o por debajo, pero nunca ves la conexión intrínseca que tenemos todos con todo. Eso genera sufrimiento. Así que, aunque solo sea por interés personal, no interesa alimentar al ego.
–¿Nos recomendarías algunas lecturas para seguir cultivando esta sabiduría después de leer Siete pasos hacia la sabiduría?
Hoy en día hay infinidad de canales, hay infinidad de información, hay infinidad de libros. Simplemente debemos dejarnos llevar, muchas veces, por las sincronicidades. Es un dicho muy conocido en el camino espiritual: "Cuando el discípulo está preparado, aparece el maestro". A veces el maestro es una persona que te va a enseñar y te va a ayudar, o te va a guiar. A veces es un libro. A veces es un vídeo. Y vas tirando del hilo.
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