La búsqueda de la felicidad es una constante en la humanidad. A lo largo de siglos, filósofos, psicólogos y estudiosos de diversas ramas del saber han intentado dar con la respuesta a la más grande de las preguntas: ¿qué es la felicidad? ¿Qué nos hace felices? En una época en la que a menudo medimos el bienestar en función de los logros, los likes y lo material, es más difícil que nunca distinguir el sendero.

Quizá por eso las palabras de personas como Ester Munt-Brooks resuenan con más fuerza que nunca. Munt-Brooks es educadora, además de esposa del reconocido experto en felicidad Arthur Brooks, y nos ofrece una perspectiva muy distinta a lo que estamos acostumbrados a oír cuando hablamos de qué es aquello que nos hace felices. Para ella, el secreto está en dos verbos: “el secreto de la felicidad es amar y servir”.

Amar: mucho más que un sentimiento

En la cultura occidental, el amor suele representarse por medio de la pasión. Un torrente de emociones intensas, un estado idealizado al que todos debemos aspirar. Pero para Ester Munt-Brooks este verbo tiene un significado muy diferente. “Amar quiere decir querer el bien del otro”, afirma. Su visión trasciende, por tanto, la euforia emocional, y nos conecta con algo más importante. La forma en la que nuestras acciones impactan sobre quienes nos rodean.

Amar como verbo de la felicidad significa tomar decisiones conscientes para cuidar y apoyar a los demás, incluso cuando esto no resulta sencillo. Amar es acompañar a un amigo en sus momentos más duros, o escuchar a nuestra pareja al final del día pese al cansancio de una larga jornada. Esta forma de entender el amor no solo fortalece nuestras relaciones, nos conecta con un propósito mayor. Y este, según las palabras de Munt-Brooks, es el primer paso hacia una vida más feliz.

Sevir como acto de fortaleza y libertad

Una vez que hemos comprendido el verdadero significado de la palabra “amor”, Ester nos invita a profundizar en el segundo pilar de la felicidad: el servicio. Lejos de asociarlo a la subordinación o la pérdida de libertad, la educadora nos presenta el servicio como una elección consciente y poderosa. “Servir no es ser esclavo. Servir es darse voluntariamente por amor a otra persona”, explica.

PAREJA MAYOR
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Este tipo de servicio trasciende lo utilitario. No se trata de que cumplamos obligaciones o busquemos reconocimientos, sino de contribuir al bienestar de otros como una extensión natural del amor. La ciencia respalda esta idea: numerosos estudios han demostrado que los actos de altruismo reducen el estrés, aumentan la felicidad y fomentan un sentido de conexión social. Es decir, el servicio, bien entendido, jamás será una carga, sino una fuente de alegría y significado.

La felicidad es solo el resultado de nuestras acciones

Como dice Arthur Brooks, y también defiende su mujer, Ester Munt-Brooks, la felicidad no se encuentra, ni se consigue. Se construye. Los conceptos de amar y servir, por tanto, no son solo ideales filosóficos. Tienen un impacto tangible en nuestra salud mental y emocional.

Pareja caminanado por el rio

Investigaciones en el campo de la psicología positiva han encontrado que las personas que practican la gratitud, el altruismo y las relaciones significativas son más felices. De hecho, un estudio de Harvard, universidad en la que Brooks ha trabajado como profesor, revela que la felicidad está profundamente relacionada con nuestras relaciones. Cuando adoptamos una actitud de amor activo y servicio, creamos vínculos fuertes, que hacen que experimentemos una mayor satisfacción y, de paso, mejoremos la vida de quienes nos rodean.

Al fin y al cabo, la felicidad no está en lo que poseemos, sino en lo que damos. En un mundo que nos invita cada día a competir y acumular, las palabras de Ester Munt-Brooks y su marido son un necesario recordatorio de que la verdadera plenitud se encuentra en cómo elegimos relacionarnos con los demás.