Cuando nos plantamos ante grandes maestros de la filosofía y la felicidad, como lo es Rafael Narbona, cuesta imaginar que parte de su camino haya pasado por momentos oscuros. Momentos de depresión, de dolor profundo. Pero quizá solo por medio de esas partes más oscuras de la vida, aquellas que son inevitables, como la muerte, la enfermedad o el dolor, podamos comprender el verdadero sentido de la felicidad.

Esto abre puertas a una idea reveladora. ¿Y si la felicidad no consiste en huir del dolor, sino en entenderlo y aceptarlo? ¿Y si estamos huyendo constantemente del sufrimiento en este mundo que rinde culto al placer inmediato y con ello estamos perdiendo la capacidad de ser felices? Esta idea se trasluce en la obra de Narbona, Maestros de la felicidad, que presentaba en una entrevista para La2. Entre otras declaraciones clave, el filósofo habla sobre su depresión, asegurando que pasar por ella la ha “enseñado a valorar lo esencial y a olvidar lo superfluo”.

Caer para entender

Narbona no es la primera persona que habla sobre lo inevitable del sufrimiento. Ya lo hizo Buda hace más de 2500 años. El sufrimiento es parte de la vida, y no se puede evitar. Aceptarlo es el primer paso, irónicamente, para librarse de él. La experiencia de Narbona nos confirma la mayor, y es que él mismo confiesa que pasó “muchos años hundido en la depresión por culpa de una serie de pérdidas familiares”. El profesor de filosofía perdió a sus hermanos, tuvo un duelo que califica de “complicado” y asegura que “la depresión te enseña a valorar lo que es realmente importante”.

En aquellos momentos oscuros, asegura, “uno de los mecanismos de defensa que tenía ante el dolor era la compra compulsiva”. Es común en nuestra sociedad, pero asegura que el proceso le demostró que ahí no se encontraba la felicidad. Después de una compra, necesitaba otra. Y acabó por concluir, como señala en la entrevista, “si tuviera un porche en la puerta o un reloj de 400.000 euros, no sería más feliz que ahora”.

Es por eso por lo que Narbona asegura que “la depresión te enseña a valorarlo esencial”, y añade que “lo que verdaderamente te da la felicidad es que un amigo te dé un abrazo, tener a una persona que te quiere al lado, la familia, los animales”. En conclusión, afirma, la depresión le ha enseñado a valorar lo esencial y a olvidarse de lo superfluo e innecesario”.

Aceptar el lado oscuro de la vida

Lo que le sucedió a Narbona puede sucedernos a cualquiera de nosotros. La muerte, la enfermedad y la vejez, esos tres jinetes del sufrimiento de los que nos habla el budismo, son comunes a todos los mortales. “El ser humano es la única especie que se enfrente la muerte”, explica el filósofo, “sabemos que realmente no vamos a durar eternamente, y cada uno resuelve este conflicto de una manera distinta”.

Otros grandes filósofos y pensadores han abrazado también esta idea, desde los estoicos y su memento mori, hasta pensadores modernos como Viktor Frankl, que escribe en su libro El hombre en busca de sentido que “al ser humano se le puede arrebatar todo, menos la capacidad de afrontar los hechos”.

Lo mismo decía Hannah Arendt, cuyo lema de vida era “esperar lo mejor, prepararse para lo peor y aceptar lo que venga”. Esto, asegura Narbona, es clave para la felicidad. “Hay que aprender a contemplar la verdad, afrontarla”.

¿Qué vas a hacer con tu dolor?

Sabemos que el dolor es inevitable, que el sufrimiento llegará, que la vida se acabe. Pero aquí entra el punto de inflexión, aquello que lo más oscuro de la vida puede enseñarnos. Y es que si bien debemos afrontar la verdad, dice Narbona, debemos “afrontarla con inteligencia”.

“Te quedan dos opciones”, asegura. La primera es estar deprimido siempre, y pone como ejemplo el caso de Cioran, un filósofo rumano que habló siempre del suicidio y, sin embargo, acabó falleciendo más allá de los ochenta años a causa del Alzheimer.

La segunda opción, propone Narbona, es “hacer lo que el personaje de La vida es bella e ir celebrando cada instante”. Porque el simple hecho de estar vivos “es una experiencia bonita”.

Esta idea lleva a una reflexión muy poderosa, y es que el profesor de filosofía asegura que “uno de los principales motivos de la infelicidad es un concepto erróneo de la felicidad. Creemos que la felicidad consiste en un estado de exaltación, euforia y plenitud”. Su visión de este concepto es, sin embargo, bastante diferente. “Para mi gusto”, explica Narbona, refiriéndose a esa exaltación de la que nos advierte, “es un estado casi patológico. La felicidad es algo más complejo, es tener herramientas para afrontar la adversidad”.

Desarrollar estas herramientas es trabajo de cada uno, y entender que no sirve de nada huir del sufrimiento puede ser el primer paso para conseguirlas. La pregunta deja de ser qué podemos hacer para dejar de sufrir, sino qué vas a hacer con ese sufrimiento. 

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