Con la limpieza, como sucede con otras tantas cosas en la vida, lo importante es el equilibrio. Vivir en una casa desordenada y sucia no solo es antihigiénico, sino que la psicología ha demostrado que no es bueno para la salud mental. En el lado contrario, vivir obsesionado por la limpieza del hogar puede ser un signo de que algo anda mal en nuestro interior.
Pero entre esos dos polos hay cientos de explicaciones posibles para aquellas personas que tienden a tener la casa impoluta. La psicología nos explica cuáles son las más probables según las circunstancias de cada persona. ¿Te animas a descubrir cuáles son tus razones para mantenerlo todo limpio?
La limpieza y la personalidad
¿Existen las personas desordenadas y las personas ordenadas por naturaleza? Si eres de esas personas que por más que intenta mantener cierto orden, acaba siempre perdiendo hasta la cabeza, o de aquellas que no soporta ver una mancha sobre la mesa, quizá pienses que sí. Pero lo cierto es que la tendencia al orden o al desorden no es completamente innata.
No obstante, la psicología nos demuestra que sí hay algunos rasgos de personalidad (e incluso factores biológicos) que pueden determinar si somos más o menos desordenados. Aunque en gran medida, debemos esta tendencia a la educación recibida, las experiencias vitales y los contextos culturales.
En cuanto a aquellos rasgos que sí se asocian a las personas más limpias y ordenadas, lo que la psicología nos dice es que aquellas personas con puntuaciones más altas en responsabilidad (según el modelo de los “Cinco Grandes Rasgos de Personalidad”) tienden a ser más organizadas. Este rasgo de personalidad lleva asociadas cualidades como la autodisciplina o el deseo de cumplir metas de forma estructuradas, que de cierta forma contribuyen a esta predisposición al orden.
Por otro lado, algunos estudios sugieren que las personas más creativas o flexibles tienden a ser más caóticas, y por tanto más desordenadas. Aunque lo cierto es que esta asociación no está del todo demostrada.
Mecanismo de regulación emocional
Más allá de tu tendencia al orden o desorden, lo más interesante de la relación que mantenemos las personas con la limpieza tiene que ver con su capacidad de actuar como regulador emocional. De hecho, los estudios apuntan que existe una relación bidireccional entre limpieza y salud mental. Las personas que disfrutan de una mayor estabilidad emocional suelen mantener sus espacios más ordenados. Y, al mismo tiempo, ordenar puede ayudarnos a ganar estabilidad emocional.
Esto se debe a varios factores. Para empezar, cuando las emociones están fuera de control, limpiar nos ofrece la sensación inmediata de dominar algo tangible. Es decir, nos ofrece una sensación de control dentro del caos.
Además, la psicología ha demostrado que los espacios limpios y organizados reducen los estímulos visuales y las distracciones, lo cual puede calmar la mente y reducir la sobrecarga emocional. De hecho, un estudio publicado en el Personality and Social Psychology Bulletin apunta que las personas que describen sus hogares como “desordenados” o “caóticos” tienen mayores niveles de cortisol en el organismo, la famosa hormona del estrés.
La limpieza tiene otros muchos beneficios para la mente. Fomenta la atención, la memoria y la creatividad, y nos ofrece una satisfacción inmediata al ser fácil apreciar los resultados de nuestro esfuerzo. Sin embargo, cuando este mecanismo de gestión emocional se convierte en obsesión, se transforma en una forma poco saludable de lidiar con la tensión.
Cuando la solución se convierte en el problema
Aunque mantener la casa ordenada y limpia puede ser beneficioso para la salud, y parte intrínseca de tu forma de hacer las cosas, hay algo preocupante en que esta limpieza se convierta en una obsesión. Sin necesidad de mencionar trastornos como el TOC (trastorno obsesivo-compulsivo) la obsesión por la limpieza revela grandes problemas emocionales.
Elaine Féliz, autora de Crisis y Liberación, experta en relaciones y sexóloga, afirma que quienes viven obsesionados con la limpieza experimentan un proceso de “cosificación” de la vida, en el que las cosas ganan más valor que las personas. Estas personas viven obsesionadas porque todo sea perfecto, porque la casa esté limpia, los muebles en su sitio y nada fuera de su lugar. Esta obsesión por el orden externo, asegura la experta, es un reflejo de un gran desorden interior.
Este tipo de tendencia al orden absoluto, a la limpieza en exceso, puede relacionarse con rasgos de la personalidad como el perfeccionismo o la autoexigencia extrema. Además, se asocia a ciertos cuadros de ansiedad y puede estar influenciado por traumas o experiencias negativas del pasado.