¿Existe una forma de calcular la felicidad? La idea de un “coeficiente de felicidad” no es un tema ajeno para los expertos en salud mental y psicología, que llevan décadas estudiando cuáles son aquellos factores que tienen una mayor influencia en nuestro bienestar emocional.
Gracias a estas múltiples investigaciones, hemos podido dar con seis preguntas que parecen resumir a la perfección todo lo que una persona necesita para ser feliz.
Si eres capaz de responder afirmativamente a todas ellas, es muy probable que te consideres alguien feliz, o que, al menos, tiene la posibilidad de serlo con más facilidad que quienes responden que no a muchas de ellas. Solo nos queda hacerte la primera y más importante pregunta: ¿te atreves a responderlas con sinceridad?
¿Tienes suficiente dinero?
El dinero no da la felicidad, pero puede ayudarnos en muchos aspectos de la vida. Al fin y al cabo, vivimos en una sociedad capitalista. No se puede hacer mucho sin algo de dinero en el bolsillo. Arthur C. Brooks, profesor de Harvard, analiza la relación de la felicidad y el dinero por medio del término “seguridad financiera”.
No se trata de tener dinero a raudales, de poder comprarte un yate o vivir en una mansión, sino de tener dinero suficiente para hacer lo que quieres en tu vida.
La seguridad financiera, por tanto, no implica acumular riquezas sin final. De hecho, se cree que, a partir de cierta cantidad de dinero al año, el dinero no solo no da la felicidad, sino que la resta. La clave es aprender a gestionar adecuadamente los recursos y mantener los gastos bajo control.
Así lo prueban también otros estudios, como uno publicado en Psychology Today, que concluye que el bienestar financiero está más relacionado con la percepción personal que con la acumulación de dinero. Es decir, que depende de cómo te percibes tú en la escala social y económica, más que de lo que ganas en realidad.
¿Consigues lo que te propones?
Ferran Cases, escritor y conferenciante especializado en ansiedad, afirma que cumplir pequeños compromisos diarios con uno mismo incrementa la satisfacción personal y contribuye a la felicidad. Sin duda alguna, es un indicador de salud mental y estabilidad.
Realmente no se trata de ponerte grandes metas. No debes escalar el Everest ni conseguir sacarte una carrera universitaria en la mitad de tiempo previsto. Es, simplemente, una cuestión de tener una relación equilibrada, honesta y comprometida contigo misma. Es decir, si te comprometes a salir a caminar 10 minutos cada día, debes ser capaz de hacerlo. O si te has propuesto usar menos el teléfono, debes poder dejarlo de lado cuando llegue el momento establecido.
Todo esto encaja con la teoría de la autodeterminación, que señala que establecer y lograr objetivos mejora la motivación y el bienestar psicológico.
¿Aprendes cosas nuevas cada día?
El ser humano es curioso por naturaleza, así que no es de extrañar que este sea uno de los puntos clave para nuestra felicidad. Manfred Spitzer, neurocientífico alemán, sostiene que el aprendizaje, además de estimular la mente, genera momentos de auténtica felicidad en cada uno de nosotros. Y si has vivido la experiencia de adquirir un nuevo conocimiento o habilidad recientemente, sabes de qué estamos hablando.
El aprendizaje continuo está vinculado a la plasticidad cerebral y a la mejora de las funciones cognitivas, lo que contribuye considerablemente al bienestar emocional. Además, estudios recientes sugieren que la adquisición regular de nuevos conocimientos y habilidades está asociada con niveles más altos de satisfacción y felicidad en la vida. No es difícil imaginar por qué.
¿Tienes relaciones significativas?
Las relaciones y vínculos que compartimos con otros son esenciales para nuestra salud mental. El Estudio de Desarrollo Adulto de Harvard, uno de los más ambiciosos hechos jamás sobre felicidad, y que está dirigido por Robert Waldinger, una eminencia en el campo de la salud mental concluye que la calidad de las relaciones personales es el mayor predictor de felicidad y salud a medida que envejecemos.
Y no es el único estudio que lo demuestra. Las últimas investigaciones de la Universidad de Oxford apuntan en la misma dirección: mantener una buena red de amigos puede aumentar la esperanza de vida, enfatizando la relevancia de las conexiones sociales en el bienestar general.
¿Te sientes realizada en tu día a día?
Si hablamos de expertos en lo relativo a la relación entre la felicidad y la esperanza de vidas, Dan Buettner no puede faltar en el debate. El investigador de las famosas Zonas Azules (los lugares con mayor esperanza de vida del mundo) y autor de The Blue Zones of Happiness, sugiere que encontrar sentido y satisfacción en las actividades diarias es fundamental para el bienestar general.
Esta idea la respalda un informe realizado por el World Economic Forum, que señala que las empresas que implementan políticas de bienestar para sus empleados logran no solo una mayor productividad, sino también una mayor satisfacción laboral. Es decir, encontrar sentido en las actividades diarias, y especialmente en el trabajo, parece ser clave para el bienestar emocional.
Algunos estudios realizados en el campo de la neurociencia apoyan también esta idea, y sugieren que la felicidad en el trabajo puede lograrse mediante la práctica de la generosidad. Lo que conocemos como “cadena de favores”. Esto hace que la satisfacción entre los empleados aumente, tanto si son los que dan como si son los que reciben, simplemente por tener un sentido compartido de propósito.
¿Tienes hábitos saludables?
Para acabar, diversos estudios indican que la salud física y la mental están muy relacionadas. Tener un equilibrio en ambas es esencial para que seamos felices. Por eso, mantener hábitos saludables y de autocuidado, como hacer ejercicio, llevar una buena alimentación o irnos a la cama a una buena hora, están estrechamente relacionados con los niveles más altos de felicidad.
Estos hábitos no solo mejoran la salud del cuerpo, sino que permiten la liberación y el equilibrio químico de neurotransmisores que son esenciales para la felicidad, como la dopamina, la serotonina o la endorfina.