A veces es tan sencillo como ver el vaso medio lleno. Esta expresión popular, como otras tantas, esconde una gran sabiduría. Porque lo cierto es que la felicidad no siempre reside en lo que nos sucede, sino en cómo interpretamos la realidad. Nuestras expectativas e ilusiones pueden influir de forma poderosa en nuestra vida diaria.

Es esto, precisamente, lo que asegura Marian Rojas Estapé, psiquiatra y autora de Cómo hacer que te pasen cosas buenas y otros libros sobre crecimiento personal y salud mental. En esta ocasión, la autora nos plantea una interesante pregunta: ¿qué pasaría si el secreto de la felicidad estuviera en algo tan simple como ilusionar a tu cerebro?

El papel del cerebro en nuestra percepción de la realidad

El cerebro humano es una máquina increíblemente compleja, diseñada para procesar información, filtrar estímulos y ayudarnos a sobrevivir. Una de sus más curiosas funciones es actuar como “filtro subjetivo”, como nuestro intérprete personalizado de la realidad. Lo que creemos, lo que sentimos y lo que deseamos, modifica como entendemos lo que nos rodea.

Gracias a esto, sucede algo muy curioso que Marian Rojas Estapé explica de forma sencilla: cuando le damos ilusiones a nuestro cerebro, lo estamos programando para que busque activamente oportunidades que se alineen con nuestros deseos y metas.

Y no es cuestión de magia, es cuestión de ciencia. Este fenómeno se produce cuando nuestro cerebro usa un sistema llamado activación reticular ascendente (ARA), que actúa como un radar interno. El ARA selecciona, de entre los miles de estímulos que recibimos cada día, aquellos que considera relevantes para nosotros. Por ejemplo, si estás en una cafetería llena de ruido, pero alguien pronuncia tu nombre al otro lado de la sala, el ARA hará que lo escuches, aunque estés rodeada de estímulos (conversaciones, música, ruido ambiental, etc.).

Es una especie de “filtro de relevancia”, esencial para que podamos procesar la información que recibimos de forma eficaz y no acabemos desquiciados ante los millones de estímulos que nos rodean.

Por tanto, si le proporcionas una ilusión concreta a tu cerebro, este se enfocará en encontrar conexiones y oportunidades relacionadas con ese objetivo, alejándote de otros planos más oscuros de la mente. “Si yo a mi cerebro no le doy ilusiones”, explica Rojas Estapé, “mi cerebro se engancha a temas superficiales, a emociones instantáneas: las pantallas, las redes sociales, pensamientos negativos...”

Lo real y lo imaginario en el cerebro

La magia del cerebro humano no acaba en el poder del ARA. La ciencia ha demostrado que, en realidad, nuestro cerebro no distingue entre lo que imaginamos y lo que experimentamos de forma real. Los estudios realizados en el campo de la neurociencia prueban que visualizar metas o ilusiones con detalle activa las mismas áreas del cerebro que se experimentarían al vivir esas experiencias.

Esto puede ser catastrófico si te dejas llevar por los pensamientos negativos y pintas en tu mente escenarios terribles. Pero cuando piensas en cosas que te ilusionan… En palabras de Marian Rojas Estapé, el cerebro es “muy agradecido con las ilusiones. ¡Le encanta!”.

Pero este proceso no es pasivo. Es decir, que no basta con soñar despierto, necesitamos alimentar al cerebro con imágenes claras, pensamientos positivos y deseos alcanzables. De esa forma dirigiremos nuestra atención hacia lo que queremos, con la mente en positivo, para ser capaces de reconocer oportunidades que, de otra forma, podrían pasar desapercibidas por un estado mental más apagado o indiferente.

¿Cómo darle ilusiones al cerebro?

El poder de la ilusión en la mente es inconmensurable. Pero no basta con soñar despiertos o desear algo de forma vaga. Debemos convertir la ilusión en un proceso activo, que requiere intención y enfoque. Para conseguirlo, puedes probar estos consejos.

  • Define tus ilusiones con claridad. No basta con que quieras que te pasen “cosas buenas” en general. El cerebro necesita detalles concretos para orientarse. Así que en lugar de pensar en que quieres un “trabajo mejor”, piensa en qué significa eso para ti. ¿En qué área te gustaría trabajar? ¿Cómo quieres que sea tu jornada? ¿Qué salario esperas recibir? Visualiza tus metas con detalle, como si ya fueran parte de tu vida.
  • Usa la visualización. La visualización es una herramienta poderosa para darle forma a tus ilusiones. Imaginar de forma vívida aquello que deseas (cómo se ve, cómo se sienta, incluso como huele o suena) ayuda a que se activen áreas del cerebro similares a las que se activan al vivir esa experiencia. Esto, además de reforzar tu motivación, te ayudará a entrenar a tu mente para que busque caminos hacia esa meta.
  • Crea un plan de acción. Aunque las ilusiones son el motor inicial, necesitan verse reforzadas por pasos concretos. Divide tu meta en pequeñas acciones que puedas realizar cada día o cada semana. Por ejemplo, si tu sueño es vivir de la música, practica con tu instrumento cada día. Cada pequeño paso reforzará tu ilusión y mantendrá a tu cerebro enfocado.
  • Rodéate de los estímulos correctos. Tu entorno influye mucho en lo que percibas como posible. Llena tu espacio de elementos que te recuerden tus metas: una foto del lugar al que te gustaría viajar, una lista de objetivos en tu escritorio o incluso una frase motivadora en tu móvil. Esto mantendrá a tu cerebro enfocado y alerta ante las posibles oportunidades que surjan en tu camino.
  • Cree en las posibilidades. Para acabar, debes cultivar una mentalidad optimista. Cuando le dices a tu cerebro que algo es posible, él empieza a buscar formas de hacerlo realidad. Como explica Estapé, el cerebro “hace todo lo posible para buscar oportunidades en el entorno” si está lleno de ilusiones. Confíe en el proceso y permite que las cosas buenas lleguen a ti.