¿Sabes cuándo estás hablando con alguien y notas que está deseando que le des la más mínima oportunidad de reconducir la conversación hacia sí misma? Esas personas que lo único que escuchas salir de su boca es “yo, yo, yo”. Personas “yo, yo”, como me gusta llamarlas. Existen, están ahí fuera esperando a contarte todos sus problemas, lo que han hecho durante toda la semana y hasta te explican los problemas técnicos de la caja registradora de la tienda en la que trabajan (esto no está basado en hechos reales). La pregunta es, ¿qué podemos hacer cuando nos capturan con su monólogo interminable para proteger nuestra propia energía?

Más allá del humor, este tipo de perfiles son complicados, porque nos agotan emocionalmente. Nos lanzan un problema tras otro, y si no sabemos esquivarlos, acabamos volviendo a casa con un gran peso sobre la espalda. Uno que no nos corresponde cargar. Por suerte, hay una sencilla técnica psicológica que puedes aplicar para escapar de sus garrar y proteger tu energía. ¿Te animas a probarla?

¿Cómo identificar a las personas “yoyo”?

El primer paso, como suele suceder siempre que nos enfrentamos a diferentes perfiles tóxicos, es aprender a identificarlos. Aunque cuidado, porque la psicóloga Olaya Alcaraz nos advierte sobre el uso de esta palabra. Según ella, “todos nosotros somos tóxicos en algún momento de nuestra vida o para alguna palabra en concreto”. Es por eso que, quizá, lo mejor sea hablar de personas con las que nos cuesta relacionarlos, en este caso por su tendencia a hablar continuamente de sus propios problemas.

Según la psicóloga, este tipo de personas pueden reconocerse porque siguen algunos de estos patrones:

  • Son muy sociables desde el principio, es fácil hablar con ellas y en poco tiempo se abren mucho. Comienzan a hablarte de temas íntimos al poco tiempo de conocerte.
  • Una vez que se abren con temas íntimos, lo hacen con todo lujo de detalles. Te enganchan a su relato en el que exponen los problemas de su trabajo, de su familia o de cualquier otro aspecto de su vida, despertando tu compasión.
  • Su monólogo gira, entonces, única y exclusivamente sobre sí mismos, reconduciendo cualquier conversación a estos problemas que les afligen. Se centran en un tema y le dan una vuelta, y otra, y otra.
  • Da la impresión de que te están pidiendo consejo o ayuda, pero en realidad no van a intentar de ninguna forma resolver su problema. Simplemente, se instalan en este monólogo.
  • Si intentas cambiar de tema, vuelven una y otra vez a lo mismo. Es prácticamente imposible hacer que hablen de otra cosa.

Una técnica clave

Aunque no existe una “técnica infalible” para lidiar con este tipo de personas, la psicóloga Olaya Alcaraz tiene claro cuál debería ser nuestro protocolo de actuación para lidiar con los perfiles “yo,  yo”. Es una forma de actuar que tiene como finalidad no solo proteger nuestra propia energía, sino también comunicar de forma asertiva nuestros límites para no tratar mal al otro.

Lo primero que debes hacer, explica la psicóloga, es asumir que “una conversación es algo recíproco”. Todos nos desahogamos de vez en cuando, pero cuando la charla pasa a ser un monólogo sin final, algo va mal.

  • Identificado el problema, pasemos a las soluciones. Y la primera de ellas es, paradójicamente, no ofrecerlas. Esta persona no quiere que le soluciones nada, simplemente quiere quejarse hasta el final de sus días. Intentar aconsejarla o ayudarla solo te producirá frustración. Si de forma activa solicita tu consejo, puedes intentarlo. De lo contrario, evítalo para no implicarte en su discurso.
  • El siguiente paso es intentar señalar el problema. Puedes decirle, “ah, sí. Eso ya me lo has contado. ¿Hablamos de otra cosa?” O “Ahora que me hablas sobre esto, ¿te puedo contar yo algo que me ha sucedido a mí?”. Alcaraz asegura que en la gran mayoría de las personas “yo yo” no son consciente de que solo están hablando de sí mismas, por lo que este puede ser un primer paso para solucionarlo.

Si todo esto no da resultado y te sigues sintiendo mal tras estas interacciones, toca pasar a la estrategia final: reducir el número de veces que ves a esta persona. “Tu salud es más importante”, asegura Alcaraz, “las amistades deben ser recíprocas, ¡no lo olvides!”.

Cuidado con la co-rumiación

Aunque con estos pasos podemos lidiar relativamente bien con las personas “yo, yo” hay otro caso aún más preocupante para la salud mental: el de la co-rumiación. Es decir, aquellas situaciones en las que te sientas con un amigo y ambos empezáis a darle vueltas una y otra vez a problemas que ya conocéis, hundiéndoos en una espiral sin fin de negatividad.

“Al menos en las culturas occidentales”, explica la psicóloga del desarrollo de la Universidad de Missouri Amanda Rose, “se piensa que sacar los problemas de nuestro pecho nos hace sentir mejor. La idea de que hablar sobre los problemas podría hacernos sentir peor puede parecer contraintuitiva”. Ella misma acuñó el término “co-rumiación”, que se esconde tras un intenso malestar que todos sentimos alguna que otra vez en la vida.

Centra el diálogo en las emociones

Para protegernos de esta situación, Lindsey Stone, profesora de psicología de la Universidad del Sur de Georgia, nos propone hacernos una sencilla pregunta. Después de esta conversación tan intensa con tu amigo, ¿te sientes mejor o peor?  Si la respuesta es peor, estáis co-rumiando. Y en este caso, lo ideal es que cambies la dirección de tu relación.

Tanya Tompkins, psicóloga clínica y profesora en la Universidad de Linfield (Oregon) propone que la clave para evitar la co-rumiación es centrar la conversación en lo que sientes, y no en analizar lo que ha sucedido o buscar la causa de tus problemas. Es decir, en lugar de rumiar y dar vueltas en círculo sobre, por ejemplo, por qué ha cortado contigo tu expareja, cuéntale a tu amigo o amiga cómo te sientes al respecto. Centrar el diálogo en las emociones puede mejorar las cosas.

Y si es tu amigo el que parece estar rumiando, en lugar de acompañarlo en su diatriba sobre los motivos de la ruptura, usa la escucha activa y las preguntas para llevarlo a otro sitio. ¿Qué piensa hacer ahora para salir adelante?¿Qué planes tiene en mente que le hagan ilusión o le emocionen? Es muy probable que, con este enfoque, la conversación sea mucho más saludable y ambos os sintáis mejor al acabar.

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