¿Cuándo fue la última vez que algo te sorprendió? ¿Y fue para bien o para mal? En la edad adulta, la sorpresa parece tener casi una connotación negativa. Pocas cosas aparecen en nuestra vida para darnos una agradable sorpresa. Por eso, cultivar la capacidad de asombro es esencial para mantener una vida feliz.

El asombro es una de las emociones básicas. Es un sentimiento profundo y expansivo, que surge cuando algo nos impacta por su grandeza, belleza, complejidad o misterio. Es una mezcla de sorpresa y admiración, que nos hace sentir pequeños frente a algo inmenso o desconocido, y que nos invita a observar más de cerca o a reflexionar sobre la experiencia que estamos viviendo. En la infancia, es una emoción constante. En la adultez, parece difícil de encontrar. Salvo que cuentes con estos consejos del psicólogo Dacher Keltner.

El asombro y la felicidad

Dacher Keltner, psicólogo y profesor de la Universidad de California, explica en su libro, Awe: The Transformative Power of Everyday Wonder, que el asombro es capaz de transformar nuestros cuerpos y nuestra mente.

Resulta que, como explican Keltner y sostienen otros muchos expertos en la materia, el asombro y la felicidad están estrechamente relacionados. El asombro puede ser una de las experiencias más satisfactorias que podemos vivir, por lo que nos regala segundos de felicidad muy valiosos para el cómputo final de cada día.

Cuando nos asombramos, experimentamos una intensa emoción que nos permite centrarnos de forma plena en lo que está sucediendo, nos invita a dejarnos llevar por lo que está pasando. Esto tiene un claro impacto positivo sobre la satisfacción y la alegría.

Es probable que lo hayas experimentado en algunos momentos de mucha belleza en tu vida adulta. Al ver a tu hijo dar sus primeros pasos, disfrutar de una canción perfectamente ejecutada, observar un cuadro de gran belleza o ver una obra de teatro. El arte, por norma general, es uno de los grandes disparadores de asombro en la vida adulta.

La psicología positiva del asombro

Más allá de lo meramente emocional, recientes estudios de psicología positiva han demostrado que las experiencias de asombro nos conectan con algo más grande que nosotros mismos. Esta sensación de conexión ayuda a reducir los pensamientos egocéntricos y las preocupaciones excesivas.

Gracias a ello, el asombro puede aumentar la sensación de gratitud, reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo de forma considerable.

Además, el asombro nos impulsa a mantener la mente abierta y a ser curiosos. Esto nos permite enriquecer nuestro mundo interno, tomando una perspectiva más amplia y significativa de la vida, lo cual nos conduce a una mayor satisfacción vital.

¿Cómo cultivar el asombro?

En su libro, Keltner estudió los diarios que diversos estadounidenses y chinos llevaron durante años, calculando por término medio lo asombrados que se sentía. La estadística final daba como resultado que nos asombramos una media de dos o tres veces por semana.

Es una cifra increíblemente baja para una emoción tan intensa y satisfactoria, por lo que Keltner se propuso descifrar formas efectivas de aumentar el asombro en la vida adulta. Para ello, nos da tres consejos claves.

Presta atención

Vivimos en una época en la que estamos constantemente distraídos, ya sea por nuestras preocupaciones, las redes sociales o el ritmo frenético del día a día. Es decir, vivimos muy encerrados en nuestra mente, en nuestra pequeña y cerrada versión de la realidad.

Esto es contraproducente para la capacidad de asombro, porque para cultivarlo necesitamos darle espacio para que se pueda manifestar. Y ese espacio solo se le puede conceder si estamos realmente presentes.

Es por eso por lo que practicar mindfulness, o atención plena, puede ayudarnos a enfocar toda la energía en el momento presente. El objetivo es no juzgar ni anticipar lo que vendrá.

Esta disposición mental nos permite percibir detalles y momentos extraordinarios que podríamos haber pasado por alto cuando vivimos en modo automático. Al mantenernos atentos, encontramos belleza y significado en las cosas más simples y cotidianas.

Aprecia la bondad

La bondad y la compasión tienen un poder conmovedor. Y aunque te cueste creerlo, hay mucha más de la que imaginas en todo lo que te rodea. Ver o conocer historias de personas que actúan con generosidad y altruismo nos recuerda la capacidad humana de hacer el bien, algo que es fácil olvidar cuando nos bombardean con historias negativas y problemas diarios.

Estas experiencias nos pueden inspirar, elevando nuestra percepción de las personas que nos rodean, ayudándonos a valorar las conexiones humanas.

Observar la bondad ajena nos permite también tomar una perspectiva más amplia de la humanidad, haciendo que se despierte el “asombro moral”, una emoción que nos llena de optimismo y alegría.

Elige nuevos caminos

La rutina es una buena forma de mantenernos estables. Sus beneficios están claramente demostrados. Sin embargo, en exceso puede convertirse en monotonía, haciendo que nuestra vida se vuelva predecible y, por tanto, nos desconecte del asombro.

Es por eso que Keltner nos recomienda tomar caminos diferentes. Podemos entenderlo en el sentido literal de la palabra, cambiando la ruta que tomas cada día para ir al trabajo y prestando atención a este nuevo camino que vas a recorrer. O, en un sentido más amplio, podemos comprenderlo como la intención de hacer las cosas de forma diferente.

Visita lugares desconocidos, escucha un género musical diferente al que te suele gusta, prueba una comida distinta. Rompe con la monotonía.

Abrirte a la novedad activará en ti una actitud de exploración y curiosidad, que te hará más receptiva al asombro. En esencia, cada pequeña aventura fuera de lo común te sacará de tu zona de confort y te recordará que siempre hay algo nuevo y sorprendente por descubrir en el mundo.