Cada vez vivimos más años. Se lo debemos a la ciencia, la medicina y los avances tecnológicos. Y es este hecho, posiblemente, el que hace que cada vez nos preocupemos más por nuestro bienestar emocional. “Utilizamos la razón para justificar lo que sentimos”, explica Emlio Duró, empresario y conferenciante en actitud proactiva en una conferencia para Aprendemos juntos de BBVA.
“En la vida todo empieza con una emoción y termina con una emoción”, continúa. Esta inevitable relación con la emocionalidad, sumada al aumento de la esperanza de vida, hace que, según Duró, tarde o temprano, todos nos enfrentaremos a una gran pregunta: “¿Para qué nací?”.
Según el profesor y empresario, solo quienes han vivido gran parte de su vida pueden responder esta pregunta. A los veinte años, incluso a los treinta, aún no hemos recorrido suficiente camino para darnos cuentas de cuáles son aquellas grandes cosas de las que nos arrepentiremos.
Pero Duró, con mucha experiencia a sus espaldas, tiene algunas respuestas que merece la pena aprender a tiempo: “¿Sabéis de qué se arrepiente la gente cuando se muere? De cinco cosas”, comienza exponiendo el experto.
Hacer lo que quieren los demás
Lo primero de lo que se arrepienten las personas en su lecho de muerte, asegura Duró, es de “haber hecho lo que los demás querían”, en lugar de seguir sus propios deseos. “De haber vendido la vida”, resume el empresario, que recomienda a la audiencia “no vendáis la vida”.
Pensar un poco más en nuestros propios deseos, sin intentar cumplir las expectativas externas, es la forma más sencilla de asegurar nuestra felicidad y alejarnos del arrepentimiento. ¿Hay algo que no has estado haciendo por miedo a lo que dirían de los demás? Esta es tu señal para dejar de postergarlo.
Trabajar demasiado
“Lo segundo de lo que la gente se arrepiente es de haber trabajado tanto”, expone Duró, en especial cuando es “a costa de la familia y de la salud”. En nuestra sociedad, el éxito profesional ha adquirido una gran relevancia, superior en ocasiones a la familia o la salud propia.
Empezar a cuidarte (comer bien, hacer ejercicio, encontrar tiempo para lo que te apasiona) es esencial para que vivas muchos años y con una buena calidad de vida. Lo mismo sucede con la familia: descuidar los lazos que te unen a los tuyos en pro del trabajo es el camino más directo a la infelicidad y el arrepentimiento.
Ante esta situación, el consejo de Duró es simple, pero contundente: “Trabajad duro, nunca a costa de la familia, nunca a costa de la salud. En la vida hay cosas importantes y cosas secundarias”.
Expresar lo que sientes
Según Duró, “la tercera cosa de la que las personas se arrepienten es de no haber expresado más emociones positivas”. Y no habla solo de haber sonreído más, de haber reído a carcajadas o haber disfrutado de la brisa matutina. Habla de haber “tocado más, abrazado más, besado más, sentido más”.
Siguiendo esta línea, Duró nos ofrece un valioso consejo: “¿Queréis cambiar los estados de ánimo? Saca a bailar a tu pareja todos los días”. No esperes a la mañana para expresar el amor que sientes hoy.
Vivir lejos de la familia
“¿Se puede ser feliz cuando tu madre tiene una enfermedad y tú no la ves?”, pregunta Duró al público, haciéndonos reflexionar sobre la cuarta cosa de la que muchos se arrepienten cuando ven cerca el final: vivir lejos de su familia.
“Yo no digo que la gente no viaje”, explica el experto, “pero tened cuidado, porque ya el objetivo de la vida no es sobrevivir, no es solo material.” El mismo Duró asegura que lamenta haber estado lejos de su familia en los momentos necesarios: “¿Sabéis de qué me arrepiento? De no haber estado cuando mi madre murió de golpe. Yo no estaba ahí, por ser el número uno”.
No haber sido más feliz
La última cosa de la que nos arrepentimos las personas en el lecho de muerte, según el empresario, es no haber sido más felices durante el tiempo que tuvimos. Al respecto de esta situación, Duró comparte una poderosa reflexión: “Solo hay una cosa importante en la vida, y es cuánto has amado”.
Y es que, si algo ha podido demostrar la ciencia (y la experiencia de quienes nos antecedieron) es que las relaciones y los vínculos que cultivamos durante la vida son la verdadera fuente de la felicidad.
En un mundo cada vez más individualista, aislado en la era de la hiperconectividad, es más importante que nunca recordarlo: jamás te arrepentirás de haber invertido más tiempo en disfrutar junto a aquellos a los que amas, porque es lo único que quedará cuando la juventud, el éxito y la riqueza se acabe o pierda su valor.
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