La amabilidad está en peligro de extinción. Y por eso, en este mundo en el que la amabilidad debería ser una cualidad que abriese puertas, cuesta pensar que hay personas encantadoras que, sin embargo, tienen pocos amigos.

No se trata de una contradicción, en realidad. Es un fenómeno que tiene raíces psicológicas más profundas de lo que pudiera parecer a simple vista. Son muchos los factores que entran en juego: la personalidad, las experiencias de la vida y hasta las prioridades individuales pueden explicar esta a aparente paradoja.

La influencia de la personalidad

Muchas personas amables entran en el espectro de la introversión. Las personas introvertidas, de hecho, suelen ser las principales protagonistas de este fenómeno. Aunque pueden ser extremadamente amables, su energía emocional se recarga en la soledad o en pequeños círculos sociales.

Esto no quiere decir que no disfruten de la compañía ajena, sino que prefieren las interacciones profundas y significativas, antes que un gran número de relaciones superficiales. La psicóloga María Dolores López señala que esta tendencia a la introspección puede interpretarse erróneamente como frialdad, cuando en realidad es una forma de proteger su propio bienestar emocional.

Experiencias que cambian cómo vemos la amistad

Las experiencias negativas en relaciones pasadas, como conflictos o traiciones, también influyen en la decisión de limitar las amistades. Este miedo al rechazo o a repetir situaciones dolorosas lleva a algunas personas a ser cautelosas, en especial si son amables, porque es probable que también hayan pecado de ingenuidad.

Mujer feliz
ISTOCK

Según la psicóloga Evie Rosset, de la Universidad de Cambridge, este fenómeno puede intensificarse con la edad, ya que el tiempo y la energía emocional disponibles disminuyen con el tiempo, dejando poco margen para asumir riesgos en nuevas relaciones.

La importancia de las prioridades y el estilo de vida

Conforme crecemos, nuestras responsabilidades laborales, familiares y personales ocupan gran parte de nuestro tiempo. Este ritmo de vida puede reducir las oportunidades para socializar, incluso para quienes disfrutan de la compañía de los demás.

La previamente citada Evie Rosset destaca que el rango de edad que va desde los 17 a los 23 años es clave para establecer nuevas amistades, un periodo donde la mayoría de las personas tienen menos responsabilidades y más curiosidad social. Fuera de este rango, las amistades tienden a consolidarse en grupos más pequeños.

Calidad sobre cantidad

No todas las personas buscan tener un gran círculo social. Para muchos, tener pocos amigos, pero con un grado profundo de confianza, es más que suficiente. Esta preferencia por la calidad sobre la cantidad está ampliamente respaldada por estudios que sugieren que las relaciones más íntimas contribuyen más a la felicidad y al bienestar general que un gran número de conexiones superficiales.

Límites claros

La capacidad de establecer límites claros y disfrutar de la propia compañía son rasgos que suelen tener en común aquellas palabras que son amables, pero tienen pocos amigos, según la psicología positiva.

Esto, pese a ser muy saludable en las relaciones más profundas, puede alejar a aquellos que prefieren vínculos más superficiales o, incluso, buscan aprovecharse de la bondad de los demás.

Si bien saber decir “no” cuando es necesario les ayuda a ser más felices y construir relaciones más saludables, también puede hacer que parezca que no cosechan muchas amistades. Pero podría deberse, sencillamente, a que saben elegir quien puede formar parte de su vida y quien no.

La complejidad de las relaciones humanas

Aunque podría parecer que la amabilidad debería garantizar un gran círculo social, las relaciones humanas son más complejas. Aspectos como la personalidad, las experiencias previas y las prioridades individuales juegan un papel crucial en la forma en que construimos nuestras amistades.

La psicología nos ayuda a entender que no se trata de una falta de encanto personal, sino de un conjunto de factores que definen cómo nos relacionamos con el mundo.

En un contexto donde la calidad de las relaciones importa más que la cantidad, ser amable y tener pocos amigos no es una contradicción, sino una elección consciente o una consecuencia natural de circunstancias personales. Al final, lo importante es cómo cada uno define y encuentra la felicidad en sus relaciones, independientemente del número de ellas.

Si te ha interesado este artículo y te gustaría recibir más sobre estilo de vida saludable, únete al canal de WhatsApp de Cuerpomente.