¿Alguna vez te has preguntado si el dinero da la felicidad? El famoso chiste que recorre internet dice que no, pero que se llora con más gusto en un Ferrari. Lo cierto es que la ciencia ha investigado ampliamente este tema y tiene algunas conclusiones. El dinero no es un predictor exacto de la felicidad. Es decir, no es más feliz quien más dinero gana. Pero sí existe una relación complicada entre ambos.

El psicólogo Arun Mansukhani explicaba para Zapeando, el programa de La Sexta, cuál es la cantidad de dinero que debe ganar una persona al año para alcanzar una relación sana con el mismo y ser feliz. Lo que quizá te sorprenda no es su cifra, sino lo que sucede cuando esta se sobrepasa. ¿Crees que ganas suficientes para ser feliz?

El dinero no da la felicidad, pero…

No son pocas las bromas y chistes que comienzan con esta muletilla. El dinero no da la felicidad, pero… Sin duda compra cosas que necesitamos para ser felices. O que, al menos en gran medida, garantizan nuestro bienestar.

La psicología ha establecido, a través de múltiples investigaciones y estudios, han localizado tres principales predictores de la felicidad. El primero y más importantes, según demuestra el ambicioso Estudio del Desarrollo Adulto de la Universidad de Harvard, son las relaciones sociales. Rodearnos de personas a las que queremos y que nos quieren, sentirnos conectados con la comunidad de la que formamos partes, ser altruistas, adaptarnos a nuestro entorno o reducir las comparaciones excesivas con los demás son buenas formas de garantizar cierto nivel de felicidad.

Los otros dos predictores, de una forma u otra, acaban relacionándose con el dinero. Son la salud y el propósito. En el primer caso, como bien explica Mansukhani, el dinero puede comprar seguridad”, esencial para la salud mental, tanto como la comodidad y el confort. También “puede darte estatus”, y el psicólogo afirma que “sabemos que cuanto mayor estatus socioeconómico, mayor salud y felicidad”.

En el caso del propósito, “el dinero te puede hacer ganar tiempo”, y de esta forma puedes conseguir invertir tu energía en aquello que te motiva o inspira.

Lo que quizá resulte más interesante, tal y como explica Mansukhani, es que, a partir de cierta cantidad, el dinero puede interferir en nuestras relaciones, convirtiéndose así en un indicador negativo de felicidad. Cuantas más ganas, en estos casos, más infeliz eres.

El techo de la felicidad

Si bien es evidente que es necesario disponer de cierta libertad económica para desarrollar nuestras aspiraciones y ganar en salud, como explica Mansukhani, es importante saber que el dinero puede llevar a convertirse en un obstáculo para alcanzar la felicidad.

Pero, ¿cuál es esa cifra? Daniel Kahneman y Angus Deaton establecieron, en 2010, que esa cifra límite eran 75.000 dólares anuales por adulto. A partir de esta cantidad, ganar más dinero no te hace más feliz. Al contrario, puede llegar a convertirse en un problema, dado que quienes ganan cifras superiores comienzan a vivir sus relaciones con sospechas, desconfianza y acaban descuidando sus vínculos.

Esas cifras, por supuesto, se aplicaban a 2010 (actualmente calculan que asciende por encima de los 75.000 dólares) y están vinculadas a la economía norteamericana. En el caso de Europa occidental, esta cifra se reduce a 50.000 € por año/adulto. Según la psicología, si ganas más de esta cantidad al año, todo lo que ganes no contribuirá, necesariamente, a tu felicidad.

¿Cuánto hay que ganar para ser feliz?

Aunque son muchos los estudios que han intentado explicar la relación que comparten el dinero y la felicidad, lo cierto es que no se ha conseguido estimar una cantidad mínima que garantice una vida feliz. Tan solo tenemos el resultado contrario, esa cifra a partir de la cual, el dinero deja de contribuir a la felicidad y la satisfacción personal.

Sin embargo, sabemos que esta cifra debe garantizar que podamos cubrir nuestras necesidades básicas. Pasado este requisito básico, un estudio publicado en El Trimestre Económico señala que, además de satisfacer necesidades, el ingreso cumple una función de definición posicional para las personas. Por ello, el ingreso relativo importa. Es decir, que la percepción del bienestar no depende solo de lo que ganas, sino de cómo comparas tus ingresos con el de las personas que te rodean.

Más allá de esto, hay otros elementos que son mucho más importantes para la felicidad: la calidad de las relaciones personales, la salud, la seguridad y la realización personal.