Suele decirse que se pilla antes a un mentiroso, que a un cojo. Esta afirmación, por desgracia, no es solo políticamente incorrecta: en muchos casos, no es cierta. El mundo está lleno de grandes mentirosos que se salen con la suya. Que manipulan, alteran la realidad con sus relatos y consiguen engañar a todos a su alrededor. Precisamente por eso, aprender a decodificar los verdaderos mensajes del lenguaje no verbal es tan importante.
La experta en sinergología, Eva García Ruiz, nos enseña a conseguirlo con su nuevo libro Sinergología (Cúpula). En este nos propone un análisis realista del lenguaje corporal no consciente o semiconsciente para comprender mejor las emociones y pensamientos de las personas. Y es, precisamente, gracias a la disciplina que enseña que hemos encontrado algunas claves que señalan de forma evidente cuando alguien nos está mintiendo.
Los dos obstáculos que nos separan de la verdad
Aprender a distinguir quién nos miente puede tener infinitas aplicaciones prácticas. ¿No serías más feliz si pudieras evitar a aquellos que te engañan de forma descarada? Cualquier área de la vida, sea personal o profesional, mejora cuando se elimina la duda y el engaño. Para conseguirlo, sin embargo, debemos enfrentarnos a dos grandes obstáculos que residen en nuestra mente, según explica García Ruiz.
El primero es la intuición. La experta nos advierte que este sistema mental, al que llamamos intuición, funciona apoyándose en la información fácilmente accesible y disponible. Cuanto menor sea la experiencia, peor funcionará la intuición, dado que dispondrá de menos patrones que pueda extrapolar. Es, por tanto, una herramienta aparentemente útil, pero poco efectiva en la práctica.
Por otro lado, tenemos los sesgos cognitivos. Ruiz nos explica que estos “afectan a nuestra percepción y memoria sin que seamos conscientes de ello, lo que nos lleva a confiar en creencias erróneas y a subestimar nuestras propias limitaciones cognitivas”.
Para enfrentarnos a ello, tenemos una alternativa, la sinergología, una disciplina científica que nos enseña a descifrar lo que otros dicen con su lenguaje corporal.
Descifrando los mecanismos de la mentira
Queda claro que la herramienta que no puede faltar en nuestro kit para descubrir mentirosos es la sinergología. Pero ¿de dónde proviene y en qué consiste? El Dr. Philippe Turchet, doctor en Ciencias del Lenguaje, fue quien puso las primeras piedras de lo que se convertiría en una disciplina técnica y una metodología estructurada que clasifica más de 1200 ítems de reacciones corporales con significados universales. Eva García Ruiz, directora del Instituto Español de Sinergología, la acerca ahora a nuestro idioma por medio de la obra más completa que se ha escrito sobre la materia en español.

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De este catálogo de señales evidentes, algunas que solemos asociar a la mentira, quedan descartadas. Por ejemplo, apartar la mirada. “La mentira, sorprendentemente para las creencias populares, suele correlacionar más con alguien que nos mira que con alguien que no nos mira”, asegura García Ruiz, “si no nos miran, puede ser por muchas cosas.”
Descartados movimientos como este, salen a la luz otros gestos que sí resultan sospechosos según la sinergología:
- Comprimir los labios. Los expertos en lenguaje no verbal destacan que este gesto puede indicar que la persona está reteniendo información o experimentando incomodidad.
- Taparse la boca. Cubrirse la boca mientras se habla puede ser una señal de que se está ocultando algo o se duda sobre lo que se dice.
- Tocarse el cuello. Este gesto puede denotar ansiedad, nerviosismo o inseguridad respecto a lo que se está comunicando.
- Frotarse los ojos. Este movimiento inconsciente puede ser una manifestación de incomodidad o deseo de evitar el contacto visual, especialmente cuando se está ocultando información.
- Tocarse la nariz. Aunque la sinergología nos advierte de que depende de las circunstancias, este gesto puede estar relacionado con la liberación de catecolaminas, una sustancia que genera nuestro cuerpo cuando mentimos y provoca una sensación de picor en la nariz. Es el origen del famoso cuento de Pinocho.
Más allá de los gestos
Aunque estos microgestos pueden ayudarnos, García Ruiz nos advierte que más que buscar “señales” universales de engaño, debemos centrarnos en la forma en la que el mentiroso relata los hechos, la coherencia que hay entre lo que dice y cómo se expresa. En este sentido, la sinergología distingue tres campos en la comunicación no verbal que son útiles para comprender las mentiras.
Campo relacional
Este campo se ve condicionado por la relación que comparten los interlocutores. Los seres humanos modulamos nuestro lenguaje corporal para generar confianza o evitar conflictos. Por ejemplo, para reforzar un mensaje podemos buscar contacto visual. Y para resultar creíbles, hacemos gestos más suaves que de costumbre.
Es importante destacar, sin embargo, que no todos los cambios en la comunicación no verbal indican una mentira. A veces, solo son reflejo de la relación interpersonal que comparten los interlocutores.
Campo emocional
El campo emocional nos muestra el estado mental de la persona, pero no siempre señala el engaño. Alguien puede sentirse nervioso o ansioso sin estar mintiendo, mientras que otra persona puede mentir sin mostrar signos evidentes si ha interiorizado su historia.
No obstante, conviene identificar algunos de estos gestos:
- Incoherencia entre emoción y discurso. Si alguien dice estar tranquilo, pero muestra señales de tensión (músculos faciales, rígidos, respiración acelerada), hay una posible incongruencia a la vista.
- Microexpresiones contradictorias. Leyendo las microexpresiones podemos detectar otro tipo de incoherencias, como cuando alguien dice que algo le hace feliz, pero su rostro muestra tristeza o miedo fugazmente.
El problema con este campo emocional es que, por desgracia, hay personas que pueden controlar sus emociones conscientemente, por lo que no es suficiente por sí mismo para detectar mentiras.
Campo cognitivo
Para acabar tenemos el campo cognitivo, el más efectivo para detectar mentirosos, según la sinergología. Se basa en la estructura y la coherencia del discurso, más que en las señales físicas aisladas. En este sentido, deben hacer que salten las alarmas algunas de estas situaciones:
- Falta de detalles específicos. Una persona que dice la verdad suele recordar detalles concretos y mantener la coherencia al repetir la historia. Un mentiroso puede dar respuestas vagas o cambiar versiones.
- Incoherencias en el relato. Si al hacer preguntas la persona introduce elementos nuevos o cambia aspectos clave, es una señal de alerta. No bajes la guardia con esta persona.
- Uso de estrategias evasivas. Las respuestas demasiado generalizadas, la repetición de preguntas o desviar la conversación son otras señales que demuestran incomodidad y, posiblemente, una mentira mal ocultada.
- Exceso de justificación. A veces, quien miente añade detalles innecesarios para hacer su historia más creíble.
Pese a que todas estas señales son útiles para detectar mentiras, la experta nos hace una última e importante advertencia: “Si la persona que miente cree de verdad en lo que está diciendo, su cuerpo no va a enviar señales contrarias”.
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