Nuestro cerebro está predispuesto para quedarse con lo malo. Así lo demuestras diversas investigaciones que aseguran que los acontecimientos, emociones, comentarios e informaciones negativas tienen muchas más posibilidades de ser recordadas que las positivas. Es decir, el impacto de lo “malo” es, por lo general, superior a aquello que calificamos como “bueno”.

Este mecanismo, que nos resulta esencial para la supervivencia, no es especialmente útil para tener una vida feliz y plena. Por eso, Scott Mautz, autor de El líder mentalmente fuerte, nos recomienda trabajar en la fortaleza mental con un fin muy claro: mejorar nuestra tolerancia a las críticas. “La crítica no es lo que nos hace débiles”, asegura el experto, “sino evitarla.” ¿Quieres aprender a afrontar la crítica con fortaleza? Sigue estos cuatro consejos.

Decide quién puede criticarte y quién no

No todo el mundo debería poder criticarte. Es decir, no permitirías que un niño de cinco años te asesorase sobre cómo invertir tus ahorros, ¿no? Pues eso. Tienes que decidir a qué personas vas a tener en cuenta y a cuáles no en lo que se refiere a recibir críticas y comentarios.

En este sentido, Mautz nos recomienda encabezar la lista con tres personas: tu jefe, el jefe de tu jefe y tu pareja. A partir de ahí, puedes configurar tu propio repertorio de personas a las que les permitirás hacerte ciertos comentarios y críticas en diversas áreas de tu vida. Quizá tu padre sea un gran asesor en temas del corazón, pero no demasiado en lo que se refiere a tu trabajo. Y es posible que no quieras que tu jefe te haga comentarios sobre tu vida personal.

“La cuestión es que no tienes por qué aceptar por defecto los comentarios de cualquier que quieras compartirlos”, asegura Mautz. “Decide a quién tiene sentido escuchar”.

Gestiona tu primera reacción

Sabemos, por la neurociencia, que los primeros 90 segundos de una emoción son claves para gestionarla. Por eso, el segundo consejo de Mautz es que aceptes que puede ser duro recibir una crítica. El cerebro, como demuestran las investigaciones, registra el rechazo social en la misma región en la que registra el dolor físico. Así que sí, hay críticas que sientan como un puñetazo en el estómago.

Por suerte, puedes trabajar sobre tus emociones para regularlas. Cuando recibes una crítica, lo normal es que no te sientas bien. Como respuesta, podrías sentir que tus pensamientos se aceleran y tus emociones se activan. En lugar de permitir que esto te consuma, Mautz recomienda salir de la cabeza y entrar en el cuerpo.

“Respira y concéntrate en esa respiración. Nombra lo que estás sintiendo para que las emociones pierdan parte de su control sobre ti”, recomienda el autor. “Luego podrás escuchar y hacer preguntas para comprender completamente la crítica”.

Es en este punto, cuando gestionas tus emociones e impera la calma, cuando podemos darnos cuenta de una cosa importante. “No puedes cambiar las palabras que te dicen”, explica Mautz, “pero sí puedes controlar lo que decides hacer con ellas”. Y eso consiste en no quedarte siempre con el primer pensamiento que te asalte al escucharlas. “Puedes elegir el segundo o el tercero”.

Reformula la crítica

Todo en esta vida depende de cómo se mira. Y ante la crítica, Mautz nos recomienda una “lente de empoderamiento y no de deflación”. Es decir, que debemos replantearnos las palabras escuchadas asumiendo que la intención de quien nos critica es ayudarnos a ser mejores, y no destruirnos.

Otros replanteamientos útiles para lidiar mejor con las críticas, según el autor, son los siguientes:

  • Es mejor ser juzgada que ignorada. Sentirte en tela de juicio no es agradable. No te va a parecer justo. Pero la crítica solo aparece cuando hay algo que merece la pena juzgar. De lo contrario, te ignorarían.
  • Busca la mejora, no la aprobación. No todo el mundo tiene que estar de acuerdo contigo. No todos pensarán que lo haces perfecto. Pero si la persona con la que estás hablando te ofrece un comentario o crítica constructiva, puedes usarla para mejorar. De hecho, si es de tu confianza, podéis incluso trabajar juntos para alcanzar ese objetivo.

Quédate con lo útil y deja el resto

Para acabar, Mautz nos pide que nos imaginemos a nosotros mismos como un colador. Las críticas deben fluir a través de nosotros de la misma forma que lo haría cualquier fluir en el colador.

No es necesario que nos quedemos, con todo, con cada parte de la crítica. Podemos escuchar, analizarla al completo y luego, dejar pasar aquellas partes que no consideramos útiles, para centrarnos en lo que sí.

Imagina que alguien te da su opinión sobre una presentación que estás preparando. Quizá, al analizar su crítica, descubras que, si bien tiene una buena intención, algunas de las cosas que ha dicho no son útiles ni relevantes, porque no comprenden el contexto que sirvió de base para las conclusiones que presentas.

En este caso, son consejos que no merece la pena tener en cuenta. Pero quizá puedas sacar otros aprendizajes que sí puedas sacar de esa charla, como hacer que la presentación sea más concisa, o usar diapositivas que sea más atractivas y dejen todo más claro.

Usar este “colador metafórico”, explica Mautz”, puede ayudarte a “filtrar lo que es irrelevante” para así “concentrarte en lo que te hará mejor”.