En una de sus frases más célebres, Oscar Wilde decía: “Sé tú mismo, el resto de los papeles ya están cogidos”. Tal vez una de las misiones más bellas y difíciles que tenemos como seres humanos sea descubrir quiénes somos. Es una pregunta clave para nuestra felicidad y para poder sacar lo mejor de nosotros mismos

Con este fin, Ramana Maharshi en su ashram de Arunachala invitaba a sus discípulos a formularse repetidamente una pregunta: ¿Quién soy yo?

Si contesto “Soy Francesc”, el maestro me habría dicho: “Eso es solo tu nombre, ¿Quién eres tú?” Siguiendo con la indagación, me habría recordado que tampoco soy mi linaje familiar, ni mi profesión, ni mis creencias sobre la vida, ni los traumas que arrastro. Y, por supuesto, mis posesiones no tienen nada que ver con quién soy.

saber quién soy: una misión ineludible

¿Quién eres tú? Para descubrirlo puede ayudarnos, justamente, un proverbio hindú que reza: “Solo posees aquello que no puedes perder en un naufragio”. 

¿Y qué es lo que no puedes perder en un naufragio? Esa es otra pregunta que debe responder cada cual, otra pregunta fundamental.

La respuesta puede incluir el propósito o misión personal, el amor a los demás, el hambre de vida. Todo ello habla de quienes somos, ya que nuestra forma de vivir es un espejo de nuestra esencia como seres humanos.

Nadie, excepto tú, puede darte la felicidad y la realización que necesitas. Y al ser una luz para ti mismo, como proponía Buda, lo serás también para los demás. Así que, por todo ello, y antes de continuar ahondando en cómo llegar a conocernos mejor para responder a estas preguntas, déjame decirte: gracias por ser tú. 

¿Gracias? Sí, gracias. En la medida que seamos auténticos con nuestros deseos y prioridades, seremos un faro para que los demás encuentren su camino. Quien no vive su propia vida, tiende a invadir la de los demás con sus frustraciones y prejuicios. También por eso merece la pena ser genuino.

¿Y si te cuestas saber quién eres tú en este momento de tu vida?

Encontrarte a ti mismo, la clave para vivir con autenticidad

Pablo Neruda decía que “Algún día, en cualquier parte, en cualquier lugar, indefectiblemente te encontrarás a ti mismo; y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.”

¿Cómo podemos promover ese encuentro?

  • Practica la meditación. Esta ha sido, desde muchos tipos de espiritualidad, la vía tradicional al autoconocimiento. El meditador trabaja a solas con su mente, descubre los pensamientos que la atraviesan, sus dudas e inseguridades. Es una buena senda al «quién soy yo», pero no la única.
  • Date cita. Seguro que tienes la agenda llena de compromisos de trabajo, sociales o familiares, pero ¿cuánto tiempo hace que no te citas contigo mismo? Resérvate una hora a la semana para ese encuentro, en el que puedes tomar un cuaderno y anotar lo que surja. O bien sencillamente pasear mientras te haces preguntas interesantes.
  • Escribe. Como afirma el psiquiatra Enrique Rojas, plasmar en el papel aquello que vives y sientes es una autopista al conocimiento propio y a la sanación. Escribir nos ayuda a descubrir lo que pensamos sobre las cosas, así como sobre nosotros mismos. Puedes incluso mandarte cartas a ti mismo —a través del e-mail— y responder a tus propias preguntas.

Dentro de este camino a la autoexploración, mi compañera de talleres Silvia Adela Kohan aconseja la experiencia de escribir un diario de 21 días. Se trata de redactar diariamente, siempre a la misma hora, durante cinco minutos exactos lo primero que te pase por la cabeza. Hay que poner una alarma para dejar de escribir de inmediato cuando suene, aunque deseemos seguir.

Completadas las tres semanas, puedes leer todo lo que has escrito de forma seguida. Para poder algún día responder a tu pregunta de quién eres tú, o para acercarte un poco más a la respuesta, hazte estas preguntas: ¿Qué temas aparecen de forma recurrente? ¿Cuál es el tono emocional? ¿Hay palabras que se repiten?

Este ejercicio te permitirá conocerte mejor, a la vez que te ayudará a valorar el hecho de estar viviendo tu propia historia, no la de otros.