Todo el mundo sabe quién es Albert Einstein, el gran científico del siglo XX, cuyo cociente intelectual de de 160 sigue siendo uno de los más altos de la historia. Quizá no todos tengan claro lo que hizo, en qué consiste su famosa Teoría de la Relatividad, por qué ganó el Premio Nobel de Física en 1921. Muchos, sin embargo, recordarán algunas de sus citas más célebres, como aquella que dice “solo hay dos cosas infinitas: el universo, y la estupidez humana. De la primera no estoy seguro”.
Lo cierto es que, más allá de su gran descubrimiento científico, Albert Einstein también es recordado por su activismo social y humanitario, así como su inmensa sabiduría. A lo largo de su vida defendió la paz y la democracia, se opuso al nazismo y a la fabricación de armas nucleares, y nos dejó grandes enseñanzas que pueden ayudarnos a llevar una vida mejor. Estas son cinco de las más recordadas y esenciales de su filosofía personal.
La capacidad de asombro
Quizá el verdadero secreto de cualquier mente científica es, en esencia, la curiosidad. Solo el curioso es capaz de hacerse las preguntas adecuadas, e insistir con la constancia necesaria, para llegar a grandes respuestas. Einstein era curioso por naturaleza, por eso uno de sus grandes consejos para vivir con plenitud era asombrarse y maravillarse con lo misterioso. Según el gran físico del siglo XX, el asombro era la fuente de todo arte y ciencia verdaderos.
Perder esta capacidad, desde su perspectiva, era similar a condenarse a la muerte espiritual. Ciertamente, los últimos estudios realizados sobre el bienestar de los seres humanos, le da la razón. Mantener nuestra capacidad de asombrarnos y maravillarnos por lo que sucede en nuestra vida es clave para vivir con alegría y bienestar.
En particular, decía Einstein y verifican otros expertos, la naturaleza es la fuente principal de este asombro. Pararnos a observarla y comprenderla nos conecta con la curiosidad y la maravilla.
Oportunidades, no errores
El método heurístico, clave para la investigación y el descubrimiento científico, se basa en plantear una hipótesis, probarla y verificar si funciona. Es lo que comúnmente llamamos “ensayo y error” o “prueba y error”. Cualquier científico que pretenda descubrir algo en su vida, debe aceptar que fallará mil veces antes de obtener un acierto. Y Einstein lo sabía muy bien.
Más allá de la ciencia, podemos aplicar la heurística en nuestra vida diaria. Puedes asumir que tu vida estará llena de errores, pero comprender que estos son siempre oportunidades para aprender. Plantéate cuáles son tus retos, proponte una ruta de actuación y verifica los resultados. Aplicar el ensayo y error nos permite reducir la frustración y la autoexigencia, haciendo, al mismo tiempo, que aprendamos mejor y más rápido.
Autenticidad
Es ampliamente conocido el fracaso escolar de Einstein. Pese a ser una de las mentes más brillantes de la humanidad, no era un buen estudiante, y el sistema educativo llegó a calificarlo como no apto. El tiempo acabó demostrando que, en realidad, lo que estaban mal no era la mente del científico, sino el sistema que procura estandarizarnos a todos. Quizá por eso, Einstein era un gran defensor de la autenticidad.
Según el físico, tanto como sociedad como individuos, debemos nutrir lo que hace única a cada persona. Estandarizar a los humanos como si fueran máquinas (en cualquier área de la vida), es un sacrilegio. Para Einstein lo esencial era respetar las diferencias y cuestionar las normas sociales, porque son la base del verdadero progreso humano. Así que, si alguna vez te sientes diferente, recuerda, es normal sentirse extraño, está bien que seas distinta. Abraza tus particularidades.
Aceptar tus limitaciones
Aunque la suya era una de las mentes más brillantes de sus tiempos (y de los nuestros), Einstein era plenamente consciente de sus limitaciones, de aquellas que el ser humano tiene y de las que no puede liberarse. Para este físico alemán, solo al aceptar nuestros límites estamos en disposición de superarlos y alcanzar aquello que nos proponemos.
Comprender nuestros límites, por tanto, no es una barrera según su filosofía personal, sino un trampolín que nos permite alcanzar nuestro máximo potencial.
Vivir una vida de servicio
Para acabar, para Einstein no había nada más importante que vivir una vida de servicio. Es decir, vivir con propósito. Para él, el trabajo no podía ser un medio exclusivo para el éxito personal o material, debía ser una contribución al bienestar de la humanidad en sí misma. Su propia carrera como científico estuvo siempre motivada por este sentido de servicio hacia los demás.
El físico también aseguraba que era importante liberar la mente del ego, expandir nuestra esfera de preocupación y sentir compasión más allá de aquellos que integran nuestro círculo cercano. Esta idea de propósito y servicio procede, sin duda, de una fe visceral en que todos los seres y el mundo están interconectados. Aquello que nos separan no es más que una ilusión, pensaba el científico. Por eso, su mejor consejo para la humanidad consistía, llanamente, en vivir pensando en cómo hacer el máximo bien posible al resto.
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