En la vida de las mujeres que han sentido el deseo de ser madres y no lo han conseguido, por el motivo que sea, hay un punto de inflexión cuando se enfrentan con la que quizá es la más temida de las preguntas: "¿Y ahora qué?".

Míriam Aguilar, destacada referente en el ámbito de la no maternidad por circunstancias y terapeuta en Gestalt, comparte su profunda y personal travesía por el doloroso camino de la no maternidad en el libro Y ahora qué. Una reflexión sobre la no maternidad por circunstancias (editorial Koan).

Ella se había prometido que un día hablaría abiertamente sobre su lucha para convertirse en madre, y ahora despliega su historia, no como la madre que esperaba ser, sino como la mujer que ha encontrado fuerza y paz en la aceptación de una vida sin hijos.

-Llevas acompañando muchos años a mujeres que no pueden ser madres por distintas circunstancias. ¿Cómo se puede ayudar en un caso así? ¿Qué es lo que nunca se debe hacer? 
-Acompañar a las personas que estén viviendo un proceso así validando lo que sienten (tristeza, rabia, culpa, miedo…) y escuchando lo que necesitan expresar. Lo que nunca se debe hacer es opinar sin que la otra persona te haya pedido tu opinión, invalidar los sentimientos y emociones con frases tipo “no llores”, “no es para tanto”, “ya deberías estar mejor”, “no te rindas”, etc…

Muchas veces no se trata de ayudar (pues no siempre es posible), sino de acompañar a la otra persona.

-El libro es fruto de tu experiencia personal. ¿Cómo fue de terapéutico poder vaciar todo ese dolor? ¿Qué te ayudó a ti en esos momentos? 
-Yo siento que empecé a sanar en el momento en que me permití empezar a expresar (en mi caso a través de la escritura, en posts que empecé a compartir en mi Instagram cuando tomé la decisión de parar) todo lo que había vivido. Fue muy terapéutico verbalizar la experiencia vivida y sentir que no sólo me estaba ayudando a mí misma al hacerlo, sino que eso le servía también a otras mujeres.

-¿Qué te enseñó todo ese proceso? 
-Me enseñó a poner límites sanos, a aceptar que muchas veces el resultado no depende del esfuerzo, a que hay cosas que pasan y que no siempre hay explicación. A soltar un poco el control y, sobre todo, a aprender a vivir en el aquí y ahora, en el presente. Me permitió conocerme a un nivel muy profundo y a poder ver partes de mí que hasta entonces no era consciente de que existían (por ejemplo, que sabía escribir).

-Hablas de todas las emociones que tuviste en todo esos años de pérdida: rabia, envidia, frustración. ¿Cuán importante es pedir ayuda?
-Es súper importante pedir ayuda cuando sientes que eso que estás viviendo está condicionando tu vida. Porque, aunque la situación no va a cambiar, sí puedes vivirla desde un lugar más amable contigo misma y sin tanto peso (culpa, frustración, miedo…). 

-Como bien expresas la violencia obstétrica no se ejerce solo con las mujeres que son madres, ¿qué fue lo peor en tu caso? 
-Fue muy traumático, por ejemplo, mi primer aborto, ir de urgencias con un sangrado muy fuerte y que la ginecóloga se ayudara de un ecógrafo (ese aparato que introducen en la vagina y que usan para hacer ecografías) para sacar lo que nombró como “restos” (mi bebé). O el segundo aborto, que se quedó retenido y tuvieron que medicarme para provocarlo, sin avisarme de que iba a tener muchísimo dolor. Por nombrar dos de una lista bastante larga de momentos muy violentos y desagradables.

-¿Cómo crees que es más aconsejable llevar todo ese proceso? ¿Qué consejo le darías a una pareja que se encuentra en ese momento? 
-Creo que este proceso es mejor vivirlo pudiendo conectar con lo que necesitamos, dándonos permiso para escoger, por ejemplo, qué tratamientos queremos o no hacer, y no dejarnos llevar, pues todo nos empuja a seguir y seguir.  Mi consejo es que se comuniquen mucho entre ellos, que establezcan límites sanos para ambos (los límites pueden ser flexibles e ir moviéndolos si quieren). Que aunque este proyecto sea vital para ellos, no lo pongan en el centro de todo y puedan invertir su energía también en otras áreas de su vida. Que puedan tomar conciencia de todo lo que sí tienen y son, y no solo enfocarse en lo que no está pudiendo ser.

-¿Cómo afecta la infertilidad a la sexualidad? 
-Cada persona/pareja es diferente y vive de forma diferente este proceso, pero es muy común que la sexualidad se resienta. Por ejemplo, las parejas que buscan un embarazo natural, pueden llegar a sentir que sus relaciones solo tienen un sentido “reproductivo” y, de esta forma, desconectarse del placer y el deseo.

-Como dices la pareja se puede quedar muy resentida después de un proceso tan doloroso. ¿Qué es lo más recomendable? 
-Durante el proceso, es muy importante la comunicación entre ambos. Que cada una de las personas pueda expresar lo que siente, lo que necesita. A veces el mismo proceso se vive diferente dentro de la pareja, y está bien. Es conveniente no juzgar lo que la otra persona siente comparándolo con el otro. Buscar momentos en que puedan desconectar de ese proceso. Centrarse en el presente en lugar de estar proyectando todo el tiempo un futuro hipotético. Y si es necesario, la terapia de pareja, por supuesto.