Existe una frontera invisible que separa dos espacios: el terreno en el que vivimos dormidas, anestesiadas ante la realidad que nos rodea, y el terreno en el que vivimos despiertas, atentas a lo que sucede y al sentido que tiene para nosotras. Un divorcio. Una infidelidad. Una enfermedad. El nacimiento de un hijo. Una pérdida. Son solamente algunas de las aduanas en esa frontera metafórica entre vivir dormidas o vivir despiertas”.

Quien habla es Julieta Paris, autora del nuevo libro El poder de la mujer despierta (editorial Siglantana), psicóloga y antropóloga, con más de dos décadas de experiencia especializada en mindfulness, compasión y psicoterapia contemplativa. En este libro se dirige especialmente a aquellas mujeres que atravesaron esa frontera y continúan su viaje de regreso a lo mejor de sí mismas pensando que la vida tiene que ser otra cosa. Pero, sobre todo, que quieren vivir una vida más despierta.

Mujer despierta, mujer atenta

–¿Cuál es la experiencia personal que te lleva a escribir El poder de la mujer despierta
–El poder de la mujer despierta es un libro imaginado durante mucho tiempo, que ha nacido desde ese lugar profundo que es la escucha atenta a miles de mujeres en las más de dos décadas que llevo ejerciendo el maravilloso arte de la psicoterapia. También de las conversaciones con mis alumnas, y especialmente, con mis amigas más íntimas. El libro es, entre otras muchas cosas, una carta de invitación a vivir desde otro lugar, a vivir de otra manera

Todas las situaciones “despertador” de las que hablo en el libro son universales y diría que inevitables. Yo misma he pasado por muchas de ellas, por eso el libro está escrito desde ese lugar donde se conoce bien aquello de lo que se habla. 

Y, aunque como todas nosotras, en ocasiones necesito “dormir” y descansar, alejarme un poco de las demandas de la vida –que no son pocas– creo que siempre he sido una mujer atenta, y muy, pero muy curiosa. Por eso, aprendí pronto que vivir atentas nos convertía en jinetes de nuestra propia existencia, y que vivir así tenía que ser lo natural, y no “dejándonos llevar” por la corriente de la vida. 

–¿Cuándo consideras que fue tu despertar y qué aprendiste de él?
–Creo que despertar es más bien un gerundio, despertando. Por eso creo que llevo despertando muchos años. Mis grandes “hitos despertador” han estado siempre vinculados al otro: el amor, el desamor, la soledad, la decepción, y el más absoluto de todos, y en mi caso el más reciente y, sin duda, el detonador de este libro: la pérdida de un ser querido; en mi caso, la pérdida de mi mejor amiga, la guardiana de mis secretos y una hermana que la biología no me dio. Es el libro que sé que le hubiera gustado leer, porque este libro tiene que ver con todas las mujeres (y con muchísimos hombres) que conozco.

La maternidad, otra gran oportunidad del despertar, me despierta cada día y lo hace desde el vínculo y desde el amor, porque descubrir cada día la persona en la que se convierte mi hijo, en su propio camino de la vida, es absolutamente maravilloso. No hay yo sin ti, decimos desde la terapia vincular, pero es que los grandes hitos de la vida, aunque se vivan en solitario, implican siempre a otro. Despertar, que es personal e intransferible, también. 

Más conectadas con los demás

–¿Cómo es una mujer despierta? 
Una mujer despierta es, en definitiva, una mujer atenta. Aunque se ha hablado mucho del despertar espiritual, creo que es muy delicado no prestarle atención al despertar psicológico, al abrir los ojos a la vida y al darnos cuenta de lo que sucede mientras sucede. En realidad, siempre están pasando cosas, a nosotras o a las personas que nos rodean.

En consulta, he aprendido que podemos pasar por las cosas que nos pasan desde la distancia, como si no tuvieran nada que ver con nosotras, lo que nos puede llevar en algunos casos a victimizarnos, o tratando de implicarnos en lo que está pasando, tratando de aprender y prepararnos para lo siguiente. ¿Quién no ha pensado que “eso” o "aquello” que está viviendo esa persona que es tu vecina, tu amiga, o una noticia en la prensa, no te puede pasar a ti?

Creo firmemente que lo inevitable es cuestión de tiempo, y que conviene estar preparados. Estar preparados no es vivir alerta, es vivir atentos. Asumir esa “inevitabilidad” en definitiva lo que hace es conectarnos con los demás. 

Crisis que ayudan a despertar

–La muerte, un divorcio, una ruptura, un varapalo económico, una enfermedad… Todas estas crisis nos pueden ayudar a despertar, ¿cómo?
–Todas las situaciones que mencionas, precisamente estas, tienen una cosa en común, y es que todas nos ponen de frente ante la más absoluta de las verdades de la vida: la impermanencia de las cosas. Todas estas situaciones, alguna de ellas absolutamente inevitables como la muerte, otras improbables y otras bastante probables, ya que España es uno de los países de la comunidad europea con mayor tasa de divorcios, nos recuerdan, de forma más o menos consciente en función de si estamos más o menos despiertos, que nada es para siempre. Es que ni siquiera nosotros somos para siempre. Creo, sinceramente, que ese es el mayor pecado del ser humano: creer que es para siempre, que todo será siempre así. Y no. 

Asumir la impermanencia de las cosas es asumir mi propia impermanencia. Es asumir no solamente que las cosas, las personas, los vínculos, yo misma…no existiremos siempre, sino que muchas veces no tendremos ningún tipo de control sobre las cosas que nos pasen. He ahí la segunda gran certeza: la incontrolabilidad.

Como especie, gastamos demasiada energía intentando controlar aquello que está fuera de nuestro control. Por eso, ante todos estos eventos tenemos varias opciones: pensar que esto “nos ha pasado” a nosotros, y terminar victimizándonos, o asumir la parte de responsabilidad que hemos tenido en lo que he pasado, y/o asumir que la vida siempre tiene una capacidad de reajuste posterior. 

"Gastamos demasiada energía intentando controlar aquello que está fuera de nuestro control"

–Dices que en muchas de tus consultas aparecen parejas que no están bien. ¿Qué ocurre con los vínculos hoy en día? ¿Cómo podemos aprovechar estar en pareja para sentirnos “despiertas”? 
–Por lo general, lo que veo en consulta es muchísima resignación en las relaciones de pareja, y asumiendo que solamente tenemos una vida (aunque al mismo tiempo caben muchas vidas dentro de esta vida), creo que es una lástima dejar pasar la vida en una relación que sientes que te ahoga, o en el peor de los casos, que te va apagando.

Creo que esta es la razón por la que existe tanta infidelidad en nuestra sociedad (sea física, o sea emocional), y es que, a menudo, es el amante quien te despierta (te recuerda) la persona que eras y aquello en lo que vibrabas antes de anestesiarte en una relación que no te hace feliz. Si hablas con alguien que es o ha sido infiel, de lo primero que te hablará no será de la calidad del sexo con su amante, sino de la luz de la vida. Te dirá “me siento viva”. Por eso defiendo que, si las personas se sintieran vivas –y la resignación no es vida, es abandono– en sus relaciones, no serían necesarios los despertadores exteriores como un nuevo amante. 

La pareja bien avenida, el amor, esa conmoción que supone conocer a alguien con quien conectas, con quien te entiendes y te hace crecer, es la mayor oportunidad de crecimiento y de despertar en nuestra existencia. 

Abrirse a lo desconocido

–Hablas en el libro de que algunas costumbres nos impiden despertar. ¿Qué preguntas debemos hacernos para saber si estamos en el camino que realmente queremos? 
–Las costumbres que nos impiden despertar tienen un nombre: rutina. Debemos asomarnos a lo desconocido, a lo no cotidiano, para recordar despertar, y recordar que la vida es otra cosa, que hay “otra vida”, otra manera de hacer las cosas –y de disfrutarlas– al otro lado de la rutina. 

La respuesta sobre si estamos en el camino que realmente queremos, la dará siempre el cuerpo, no la mente. La falta de ilusión, la pérdida de la esperanza, la indefensión, la resignación, se manifiestan antes en el cuerpo que en la mente. Por eso es tan importante que nos prestemos atención, no desde el ego, sino desde la exploración de “¿me siento bien aquí?, ¿esto me sienta bien?, ¿me gusta lo que hago?, ¿me gusta mi vida?”. Aunque en muchas ocasiones, es el cuerpo quien nos lanza una última llamada de aviso antes de hundirnos en el mar de la resignación diciéndonos “¿y esto es para siempre?, ¿la vida es esto?”. Porque cuando asumimos que la vida puede ser otra cosa, se está poniendo en marcha la maquinaria del despertar

Menstruación y menopausia, Otras dos grandes oportunidades

–Hablemos del cuerpo de la mujer despierta, de cómo los ciclos y la menstruación nos pueden ayudar. ¿Cómo podemos conectar con nuestra menstruación cuando socialmente se nos ha enseñado a esconder este momento de nuestra vida? 
–La información que nos da la conexión de la mujer con su ciclo menstrual (cuando se tiene, por supuesto) es inestimable. Ni somos las mismas ni tomamos las mismas decisiones en una fase del ciclo u otra. Por eso defiendo que la conexión con el ciclo es tan importante, y la buena noticia es que podemos retomar esa relación en cualquier momento.

Como sociedad le hemos dado la espalda a este evento tan natural como imprescindible, porque, entre otras razones, hemos perdido la ritualización de los momentos importantes de la vida, de nuestros grandes hitos, sean naturales o sociales. En muchísimas culturas del mundo se celebra la llegada de la menstruación, ya que dota de una nueva identidad social a esa mujer que “ha dejado de ser niña”. Para muchas mujeres ha sido un tabú hablar de su menstruación del mismo modo que para otras muchas el tabú es hablar de su menopausia.

-¿Qué podemos hacer al respecto?
-Lo primero que debemos hacer las mujeres para conectar con nuestra menstruación es detenernos y pensar, en primer lugar, en ella. ¿Cómo me siento cuando me viene?¿Me molesta, me duele, la acepto? ¿Siento mi ovulación? En el caso de que haya dolor, molestias o incapacidad en el trabajo, la conexión será especialmente importante, porque aunque estas mujeres la sienten, por supuesto, más que aquellas que apenas la perciben, será necesario resolver la causa –conviene recordar que la regla no debe doler–, y aceptar este ciclo natural. Las mujeres somos cíclicas y en esa ciclicidad transcurre nuestra historia. 

–¿Y con la menopausia? ¿Desde dónde puede conectar una mujer despierta con la menopausia?
–Como he dicho anteriormente, nuestra ciclicidad es interna y externa, así que la menopausia es un buen momento para conectar con esa ciclicidad externa regida por los ritmos de la luna. Como defiendo en el libro, en la menopausia desaparece la posibilidad de gestar una vida nueva, pero toda esa energía puede ser enfocada en gestar una nueva vida para cada una de nosotras.

Creo que la menopausia es un gran momento para despertar a la conciencia de la vida que se abre delante de nosotras, como si la naturaleza nos dijera “eh, ya no es momento de crear ni alimentar a otros, ¿qué tal si te alimentas tú, creas cosas para ti y te (re)creas a ti misma?”. En muchas culturas la mujer en menopausia adquiere, por todo esto, un rol de mujer sabia y mujer medicina. ¿Quién ha visto una chamana de 15 años o a una mujer lactante? Una chamana (chamán viene de “shaman”, en siberiano, que significa “el que todo lo sabe”) es una mujer llena de vida, que se la queda dentro de ella en esas menstruaciones que ya no son. 

La casilla de lo inevitable siempre está ahí

–¿Cómo nos ayuda tu teoría sobre el Juego de la Oca para mejorar nuestra plenitud con la vida?
–Siempre he dicho, desde hace muchos, muchos años, que la vida es una partida gigante al Juego de la Oca. Esa forma en espiral, que tanto simbolismo tiene arquetipo y mitológico, el simbolismo de sus casillas, el juego con los dados (es interesante recordar que la palabra árabe para dado es “azar”). En el Juego de la Oca no hay táctica que sirva, y la estrategia también está condenada al fracaso. Casi tanto como en la vida, donde una cosa es lo que planeamos y otra lo que sucede, como ya lo dijo John Lennon. Lo tenemos tan interiorizado en nuestro inconsciente que olvidamos que frases como “he vuelto a la casilla de salida” o “mover ficha” provienen de este juego. 

Tomar conciencia de esto creo que es importante. Quizás nos invite a no tomarnos esto demasiado en serio, asumiendo que la suerte puede cambiar en cualquier momento (y en cualquier dirección) y que hay unos dados superiores que rigen nuestro transitar por esa otra espiral metafórica que es la existencia.

Esto no significa que debamos abandonarnos sin pelear por cumplir nuestros sueños o tener como bandera la esperanza, pero quizás sí debemos recordar que la casilla de lo inevitable está ahí, un poco más arriba en el camino de la vida, y que es posible que los dados nos lleven hacia allí.