Henry David Thoreau fue un escritor, filósofo y naturalista estadounidense que ha tenido un enorme impacto en la literatura, el pensamiento ambiental y el activismo social.

Defendía el trascendentalismo, una corriente que destaca la intuición individual y el importante rol en la vida de la naturaleza, conceptos que aparecen en toda su obra.

Sus libros más conocidos son Walden, en el que reflexiona sobre la vida en la naturaleza, y Desobediencia civil, un ensayo sobre la resistencia frente a los gobiernos injustos.

La poesía de Henry David Thoreau

Autor de ensayos, novelas, diarios… Henry David Thoreau fue un escritor prolífico, pero quizás sea menos conocido por su poesía que por sus obras en prosa.

No obstante, en sus poemas ofrece una profunda reflexión sobre la naturaleza, la espiritualidad y la condición humana. Hemos seleccionado 10 de los más inspiradores. ¡Que los disfrutes!

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Poemas de Henry D Thoreau (4)

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Cuerpomente

La luna

La luna es un lucero lleno de rayos inalterados
Se acumulan en el cielo del este,
No destinada a estas noches cortas para siempre,
Pero brilla constantemente.

Ella no se apaga, pero mi fortuna,
que sus rayos no bendicen,
mi camino díscolo declina rápidamente,
aunque ella no brilla menos.

Y si brilla débilmente aquí,
y su luz palidece,
sin embargo, todos los días en su propia esfera,
ella es dueña de la noche.

Este poema muestra la fascinación de Thoreau por la naturaleza, el cosmos y la luna, y su capacidad para inspirar e iluminar la vida.

Esta idea es central en la filosofía del naturalista, autor de esta y otras famosas frases sobre la naturaleza como fuente de sabiduría: "Fui a los bosques porque deseaba vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar."

Poemas de Henry D Thoreau: La lluvia de verano

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Cuerpomente

La lluvia de verano

De buena gana tiraría los libros, leer no puedo,
vagan entre las páginas mis pensamientos,
buscan la pradera, donde hallan más rico alimento,
y no reparan en puntería ni en denuedo.

Bueno era Plutarco, y también Homero,
rica fue de nuestro Shakespeare la hora revivida,
lo que Plutarco leyó no era ni bueno ni verdadero,
ni los libros de Shakespeare, si de la gente no fueron su vida.

Aquí, tumbado bajo la rama del nogal,
¿qué me importan las guerras griegas o la ciudad de Troya,
si se libran ahora batallas más justas
entre las hormigas en la cima de este montículo?

Que espere Homero hasta que haya un resultado,
si las rojas o las negras, a cuál favorecen los dioses,
y vea si el Áyax de más allá domina la falange
pugnando por lanzar rocas contra la hueste.

Decidle a Shakespeare que me busque en hora exenta,
que ahora estoy ocupado con esta gota de rocío,
que no recibo, que el cielo amenaza tormenta,
lo veré pronto, cuando el cielo esté azul.

Tendido fue este lecho de pastos y avena silvestre,
hace un año, con más habilidad que la que gastan los monarcas.
Una mata de trébol es almohada para mi cabeza,
y las violetas cubren mis zapatos.

Y ahora las nubes lo han precintado todo con su afecto,
y suavemente el viento se hincha para decir que va todo bien,
aprisa cae disperso el chirimiri,
algunas en el estanque, algunas en la campanilla.

Estoy empapado en mi lecho de avena;
pero mira ese globo rodando por su tallo,
ahora flota como un planeta solitario,
y ahora se hunde en el dobladillo de mi traje.

De los árboles en el campo cae gota a gota
esa rara riqueza que destila cada rama;
el viento solo hace todos los ruidos,
sacude los cristales si de hojas es su cama.

Vergüenza le da al sol mostrar su cara,
cómo iba a fundirme con sus rayos;
convertidos en un duende, me gotean los rizos,
ufano va en un manto que de gotas goteara.

En este poema, que retrata una refrescante lluvia de verano, Thoreau muestra una vez más su amor por la naturaleza y su capacidad para encontrar alegría y disfrute en los momentos más sencillos de la vida.

Poemas de Henry D Thoreau: Amistad 

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Cuerpomente

Amistad

Pienso en un momento de amor, y mientras pienso,
El amor es para mí un mundo,
Carne única y la más dulce bebida,
Y estrecho vínculo de conexión
entre el cielo y la tierra.

Solo sé lo que es, no cómo ni por qué,
Mi mayor felicidad;
Por mucho que lo intento,
Ni aunque fuera a morir,
Podría explicarlo.

De buena gana le preguntaría a mi amigo cómo puede ser,
Pero cuando llega el momento,
Entonces el amor es más bonito
Que cualquier cosa para mí
Y así enmudezco.

En efecto, si se conociera la verdad, el amor no puede hablar,
Sólo piensa y actúa;
Aunque seguramente me fugaría
Sin la ayuda del griego,
O cualquier otra lengua.

Un hombre puede amar la verdad y practicarla,
La belleza puede admirar,
Y no omitir la bondad,
Tanto como corresponda
A la reverencia.

Pero solo cuando estos tres juntos se encuentran,
Como siempre se inclinan,
Y crean una sola alma en el asiento,
Y un refugio favorito,
De la belleza;

Cuando bajo formas afines, como amores y odios
Y una naturaleza afín,
Proclamamos que somos compañeros,
Expuestos a destinos iguales
eternamente;

Y cada uno puede ayudar al otro, y prestar servicio,
Apretando más fuerte los lazos del amor,
Del servicio nunca se arrepentirá
Mientras que uno y uno hacen dos,
Y dos son uno;

En tal caso un solo el hombre lo hace totalmente demostrable
Plenamente como el hombre puede hacerlo,
Qué poder hay en el amor
Su alma más íntima se mueve
Irresistiblemente.
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Dos fuertes robles, quiero decir, uno al lado del otro,
Resisten la tormenta del invierno,
Y a pesar del viento y la marea,
Nace el orgullo de la pradera,
Porque ambos son fuertes

Por encima de ellos apenas se tocan, pero socavan
Hasta su fuente más profunda,
Su admiración se encontrará
Sus raíces están entrelazadas
Inseparablemente.

Thoreau reflexiona en este poema sobre la naturaleza de la amistad verdadera y su importancia en la vida.

Poemas de Henry D Thoreau: Mi vida ha sido el poema que habría escrito

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Cuerpomente

Mi vida ha sido el poema que habría escrito

Mi vida ha sido el poema que habría escrito
pero no podía vivirlo y pronunciarlo.

En este breve pero poderoso poema, Thoreau reflexiona sobre la relación entre la vida y el arte. También sobre la vida bien vivida, la vida con sentido, la que se basa en la experiencia, no la vida que se piensa y se queda solo en la mente.

Poemas de Henry D Thoreau: La tardanza del poeta

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La tardanza del poeta

En vano veo la mañana mejorar,
en vano observo el occidente brillar,
quien ociosamente mira hacia otros cielos,
imaginando la vida por otros caminos.

En medio de tanta riqueza sin límites,
aún, estoy solo y pobre por dentro,
los pájaros han cantado su verano,
pero mi primavera aún no comienza.

Tendré que esperar el viento de otoño,
obligado a buscar un día más apacible,
y no dejar atrás nidos extraños,
¿no hay bosques aún resonando en mi verso?

Una reflexión sobre el proceso creativo y los desafíos que comporta la expresión artística. El poema refleja la creencia de Thoreau de que la poesía, como todos los actos de creación, no debe ser forzada, sino que debe surgir de forma natural y en el momento adecuado.

Poemas de Henry D Thoreau: Muera y sea enterrado quien quiera

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Cuerpomente

Muera y sea enterrado quien quiera

Muera y sea enterrado quien quiera,
yo tengo la intención de aquí permanecer;
mi naturaleza brota cada vez más joven
entre los pinares primitivos.

Este poema refleja el individualismo y el rechazo a las normas sociales convencionales (en especial, relacionadas con la muerte y con cómo se debe vivir) de Thoreau.

Él opta por celebrar la vida y vivirla plenamente, en sintonía con la naturaleza y sus propios principios, en lugar de adherirse a las expectativas sociales.

Más poemas de Henry D. Thoreau

Todas las cosas se encuentran en curso

Todas las cosas se encuentran en curso,
En el suelo terrenal,
Los espíritus y los elementos
Tienen sus caídas.

La noche y el día, año tras año,
Altas y bajas, cerca y lejos
Estos son nuestros propios aspectos,
Estos son nuestros propios remordimientos.

Los dioses de la tierra,
Que permanecen para siempre,
Los veo en lejanos promontorios,
Extendiéndose a ambos lados;

Escucho los sonidos de una noche dulce
Desde su terreno indestructible;
Engañándome nada más con el tiempo,
Llévame a tu clima.

Un poema breve, pero profundo, que refleja la perspectiva filosófica de Henry David Thoreau y se centra en la atemporalidad y la interconexión de la vida.

Sic Vita

Soy un manojo de vanos esfuerzos
atado por un lazo fortuito,
donde las tiras cuelgan libres
pues fueron anudadas débilmente,
supongo,
para climas apacibles.

Un ramo de violetas sin raíces,
con acedera mezcladas,
rodeado de una brizna de paja
enrollada sobre sus brotes;
la ley
a la cual estoy fijado.

Un ramillete que el tiempo ha desprendido
de aquellos hermosos campos Elíseos,
con hierbajos y tallos rotos, a toda prisa;
hace huir a la muchedumbre
que desperdicia
el día que cede.

Y aquí florezco desapercibido en una breve hora,
absorbiendo toda mi savia,
sin raíz sobre la tierra
que mantenga verdes mis ramas,
pero aún erguido
sobre una desnuda copa.

Algunos brotes tiernos abandonaron mi tallo
imitando a la propia vida,
pero ¡ah!, los niños nunca sabrán,
hasta que el tiempo los haya marchitado,
la calamidad
que a ellos mismos ha tocado.

Pero ahora veo que no me arrancaron en vano,
y transcurrida una vida en el florero
de cristal, mientras trataba de sobrevivir,
traído por una mano amable,
estoy vivo
aún en un lugar extraño.

A ese tronco más delgado pronto le llegará su hora,
y transcurrido otro año
tal como ella bien sabe, liberado por la brisa,
más frutos y hermosas flores
ofrecerá;
mientras yo aquí desvanezco.

Una reflexión sobre la impermanencia de la vida y su naturaleza cíclica, que nos insta a vivirla plena y conscientemente.

Naturaleza

¡Oh Naturaleza! Yo no pretendo
llevar la voz cantante en tu coro,
ser meteoro en el cielo,
o el cometa que asciende más alto;
solo viento suave que pueda soplar
entre los juncos río abajo;
otórgame tu rincón más secreto
donde pueda hacer correr liviana mi corriente.

En un apartado lugar, en la pradera sin público
déjame hacer sonar, suspirando el junco
o en el bosque sobre la hojarasca,
susurrar en la tarde serena:
solo para poder estar junto a ti
ofréceme algún trabajo que yo pueda hacer.

Pues prefiero ser tu hijo
y discípulo, en el salvaje bosque,
que ser rey de los hombres en cualquier otro lugar,
y el más obediente de tus esclavos:
pueda tener un instante de tu amanecer
antes que vivir un año desolado en la ciudad.

Thoreau proclama de nuevo en este poema su amor por el mundo natural, a la vez que celebra el poder sanador de la naturaleza. Muestra también su deseo de vivir en armonía con el mundo natural, aprender de él y encontrar la verdadera libertad y felicidad lejos de las limitaciones de la sociedad.

Mi amor debe ser tan libre

Mi amor debe ser tan libre
como el ala del águila,
sobrevolando la tierra, el mar
y cualquier cosa.

No debo apagar mi mirada
en tu salón,
no debo abandonar mi cielo
ni mi nocturna luna.

No seas la red del cazador
que detiene mi vuelo,
y es dispuesta hábilmente
para atraer la vista.

Sé el viento favorable
que me transporta,
y todavía empuja mi vela
cuando te has ido.

No puedo abandonar mi cielo
por tu capricho,
el amor verdadero
se elevará al cielo.

El águila no soportaría
tener esa compañera,
porque adiestró su ojo para mirar
por encima del sol.

Thoreau retrata el amor como una fuerza que debe permanecer libre, sin restricciones y trascender las convenciones sociales, del mismo modo que ocurre en el mundo natural.