Hoy sabemos que el denominado «sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado» (o SIBO, por las siglas en inglés de Small Intestinal Bacterial Overgrowth) no se trata de un simple exceso de bacterias, sino de un desequilibrio entre los diferentes tipos y variedades de microorganismos que residen en él: la disbiosis. En realidad, existen, por tanto, diferentes tipos de SIBO.

En general, los síntomas de un sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado suelen ser hinchazón abdominal, gases que se pueden expulsar o no, diarrea o estreñimiento. La alimentación y el estilo de vida son clave para corregir los desequilibrios y controlar el SIBO.

¿Cómo sé si tengo sibo?

Los síntomas que se asocian al SIBO pueden ser tanto digestivos como extradigestivos.

  • Entre los síntomas digestivos del SIBO se suelen encontrar distensión e hinchazón abdominal, gases, dolor abdominal, ruidos, digestiones lentas y pesadez después de las comidas. También pueden presentarse náuseas, eructos, estreñimiento, diarrea o necesidad de ir al baño con urgencia.
  • Los síntomas extradigestivos se producen también en muchas ocasiones e incluyen, por ejemplo, cansancio, debilidad, falta de concentración, ansiedad o dolores crónicos.

Es muy frecuente que el SIBO provoque intolerancias alimentarias. A las consultas de los nutricionistas llegan pacientes diagnosticados con intolerancias a la fructosa, al sorbitol, a la lactosa o a los alimentos ricos en fibras fermentables. Algunos también presentan problemas con la histamina o los oxalatos.

De todos modos, cada caso debe ser valorado individualmente porque, como dice la doctora en nutrición Lucía Redondo, «hay tantos SIBO como personas con SIBO». Veámoslo.

diferentes tipos de SIBO

Se han definido varios tipos de SIBO en función del agente químico que produce los síntomas: exceso de hidrógeno, de metano, de sulfuro de hidrógeno. Algunos autores mencionan otros, como el amonio. También habría un SIBO por infección por hongos. En cada caso es importante realizar las pruebas necesarias para abordar correctamente el tratamiento.

  • Hidrógeno: Es un gas beneficioso para la salud intestinal; el problema aparece cuando hay un exceso de bacterias productoras.
  • Metano: El SIBO por exceso de metano causa estreñimiento y gases sin olor que hacen ruido al ser expulsados. Este gas es fabricado por unos microorganismos llamados arqueas. En este caso, para denominar este trastorno sería más correcto utilizar el término IMO, Sobrecrecimiento Metanogénico Intestinal (Intestinal Methanogen Overgrowth).
  • Sulfuro de hidrógeno: El SIBO por exceso de este gas es mucho menos común y produce gases silenciosos, muy malolientes (como a huevos podridos) y con tendencia a alternar estreñimiento con diarreas de heces pastosas.
  • Hongos: Por último, el SIBO fúngico o SIBO SIFO (Small Intestinal Fungal Overgrowth) es debido al sobrecrecimiento de levaduras, casi siempre cándidas.

El diagnóstico del SIBO es complejo

En ocasiones pueden convivir diferentes tipos de SIBO en una misma persona debido al sobrecrecimiento de varias bacterias diferentes en el intestino.

Por eso, aunque el tipo de gas producido se asocia a un tipo de sintomatología, en la práctica no siempre es así. Hay casos de SIBO por metano con diarrea o de SIBO por sulfuro de hidrógeno con estreñimiento, ya que la combinación de microbios patógenos en los intestinos también es posible (y muy frecuente).

Por otra parte, a la hora del diagnóstico, el médico tiene en cuenta que los síntomas digestivos pueden ser debidos a otros trastornos, como la celiaquía, la enfermedad inflamatoria intestinal o los parásitos.

Es imprescindible que visites a tu médico de confianza si además observas moco o sangre en las heces o si el dolor abdominal es intenso, frecuente y te despierta por la noche.

Una vez tenemos un diagnóstico de SIBO, y no antes, hay diferentes cosas que podemos hacer. Un tratamiento habitual es con antibióticos, pero para tratar los diferentes tipos de SIBO, y siempre consultándolo con el médico, no siempre hay que recurrir a los antibióticos convencionales, ya que cuanto mayor es la variedad de bacterias, más fácil es el equilibrio entre poblaciones y mejor es la salud digestiva.

dieta en 3 FASES: limpieza, reparación y mantenimiento

La alimentación es clave en el tratamiento natural del SIBO, que, en líneas generales, consta de tres fases y deben personalizarse:

  • Fase de limpieza. En la fase de limpieza es necesaria la ingesta de especias y plantas. En función del tipo de SIBO, se recomienda berberina, orégano, ajo, ajenjo, comino negro, etc. También se pueden usar enzimas digestivas fuera de las comidas para combatir el biofilm que pueden provocar algunos microorganismos, como la cándida.
  • Fase de reparación del intestino y su mucosa. Después de la fase de limpieza es vital recuperar la capacidad digestiva e intestinal, la mucosa y la permeabilidad. Buenos suplementos para alcanzar este objetivo son la glutamina o la melena de león. En la actualidad, para restaurar la mucosa digestiva también se utiliza el regaliz, el jengibre, las plantas amargas, el limón o el vinagre para fortalecer la capacidad de digestión.
  • Fase de mantenimiento. Esta fase es esencial para evitar recaídas. Con la fase de mantenimiento, llega el momento de modificar los malos hábitos dietéticos que pueden haber favorecido la disbiosis. Es importante apoyar la función hepática y la inmunidad, descansar, practicar ejercicio físico y técnicas para activar el sistema nervioso parasimpático, responsable de la respuesta de relajación. Hacia el final de esta fase se puede empezar a añadir alimentos y suplementos probióticos (con bacterias vivas).

¿Qué más puedo hacer?

Descansos digestivos

Desde el principio del tratamiento, es importante el descanso digestivo. Dejando de cuatro a seis horas de separación entre comidas conseguiremos que el complejo migratorio motor (CMM) gastrointestinal cumpla correctamente su función de eliminación.

El CMM es un movimiento peristáltico que empieza después de la digestión y sirve para arrastrar los residuos que hayan quedado en los órganos digestivos. Por eso, en caso de sobrecrecimientos bacterianos, resulta esencial dejar que transcurran unas horas entre las comidas. De hecho, esta falta de descanso digestivo puede ser una de las causas del SIBO, como también pueden serlo alteraciones en el tejido intestinal o procesos inflamatorios.

Los consejos de la medicina china

La medicina china recomienda técnicas muy sencillas para cuidar nuestra capacidad digestiva, que depende del estómago y del bazo-páncreas (elemento Tierra), así como del hígado y la vesícula biliar (elemento Madera). Esto implica:

  • El jengibre y el regaliz son adecuados para el cuidado de estos órganos.
  • Es importante masticar bien
  • Hay que evitar los alimentos ultraprocesados.
  • Tomar plantas de sabor amargo y ácido, y combinar diferentes sabores en las comidas puede ayudar.
  • Los pensamientos repetitivos, el exceso de estudio o concentración (sobre todo después de una comida) o la preocupación perjudican la capacidad digestiva, por lo que se recomienda descansar después de comer.

    cuidar la microbiota antes y después

    El equilibrio microbiano no solo depende de la alimentación. Algunos hábitos saludables contribuyen al buen estado de la microbiota.

    • Practicar deporte: Es beneficioso para la microbiota intestinal y su equilibrio. Se recomienda hacerlo a diario, de forma moderada y si puede ser, en compañía y en el exterior. Hay estudios que demuestran que hacer ejercicio en compañía y al aire libre de forma frecuente aumenta la variedad y la cantidad de bacterias en el intestino.
    • Dormir bien: La microbiota intestinal influye en la calidad del sueño, pero este también determina el estado de la microbiota. Una manera eficaz de cuidar la microbiota es dormir bien. Para conseguirlo, ayuda despertarse temprano, recibir la luz de la mañana y establecer horarios regulares.
    • Masticar despacio: Sin masticación no hay buena digestión. Gracias a la masticación se rompen las estructuras de los alimentos con el objetivo de hacer que los nutrientes sean más fácilmente utilizables. Además, al masticar fabricamos sustancias necesarias para la digestión de las proteínas.
    • Respirar antes de cada comida: Activa el sistema nervioso parasimpático, que nos conecta con la relajación y el placer. Resulta difícil gozar de buenas digestiones con estrés. El nerviosismo sostenido en el tiempo dificulta la fabricación de sustancias digestivas y es una de las principales causas de disbiosis.
    • Evitar la cebolla: Según un estudio, la cebolla es el alimento que más frecuentemente desencadena los síntomas de intestino irritable. La razón es que la cebolla es rica en FODMAPS, carbohidratos de cadena corta fermentables, que favorecen la formación de gases y pueden agudizar los síntomas de SIBO. También lo son el ajo, los espárragos o las coles. Como son alimentos muy saludables, no hay que renunciar a ellos si no es bajo indicación médica.
    • Café, ¿sí o no?: El sabor amargo del café puede hacernos pensar que será beneficioso para la digestión. Sin embargo, no está indicado para todas las personas, ya que la cafeína es un irritante de la mucosa digestiva y una sustancia excitante. Será necesario observar si el tránsito intestinal y la calidad de las heces cambian al dejar de tomar café.

    Alimentos para Mantener el intestino limpio

    En caso de disbiosis, interesa aumentar los alimentos que previenen la formación de gases y aquellos con fibra que favorece el tránsito y limpia el intestino.

    • Chía remojada: Genera una fibra mucilaginosa buena para el cuidado del intestino. A veces hay que retirar algunos tipos de fibra, y la chía puede sustituirla.
    • Endibias y rúcula: El sabor amargo resulta ideal para empezar la comida, ya que favorece la formación de bilis. Prueba las endibias a la plancha.
    • Arándanos: Sobre todo en caso de SIBO por metano, durante el tratamiento hay que reducir la fruta, pero los arándanos se digieren bien y aportan antioxidantes.
    • Regaliz: Tomada en infusión, mejora la mucosa del sistema digestivo. Además, evita la formación de gases. Mézclala con boldo y anís verde.
    • Jengibre: Esta raíz originaria de Oriente se puede usar rallada en ensaladas o a rodajas en una infusión para favorecer las digestiones y minimizar los gases.

    Más información sobre las causas y el diagnóstico del sibo

    A día de hoy existen algunas pruebas diagnósticas que pueden utilizarse para la detección del SIBO, como el test de aire espirado. En cambio, estas pruebas no son capaces de detectar todos los tipos de SIBO y no son determinantes por sí solas.

    El denominado «test para SIBO» es una prueba complementaria que puede dar falsos positivos o falsos negativos.

    Por eso, para realizar un diagnóstico, lo más importante son los síntomas de la persona y su estado general de salud: cómo son las digestiones, si hay sensación de pesadez y tránsito lento, hinchazón abdominal, reflujo, dolor, retortijones, urgencia para ir al baño, la calidad de las heces, si hay alguna situación de salud asociada, estrés o si la sintomatología surgió después de una infección gastrointestinal o tras un tratamiento antibiótico o con otros medicamentos, al dejar de fumar, al practicar deporte, etc.

    SIBO y la falta de ácido en el estómago

    Una de las causas principales de la disbiosis intestinal es la hipoclorhidria, la falta de ácido clorhídrico en el estómago, que es necesario no solo para digerir correctamente las proteínas, sino también para eliminar los posibles patógenos que pueden penetrar en el organismo con los alimentos.

    Una de las causas principales de la hipoclorhidria es el estrés, que disminuye mucho la capacidad de fabricación del ácido clorhídrico.

    También puede deberse a una infección por Helicobacter pylori, algo que hay que valorar. La toma de medicación afecta al equilibrio intestinal, y al dejarla o al introducirla pueden aparecer síntomas.