El Tao considera que la energía sexual o jing es la fuente de toda vida y de la creatividad en todas sus expresiones. Es un recurso básico que puede ser transformado primero en chi o aliento vital y luego en shen o fuerza espiritual, las otras dos formas en que las personas acumulamos la energía según esta filosofía.
Cuando nos excitamos sexualmente, las hormonas sexuales se activan. En las prácticas de alquimia sexual lo que se hace es aprovechar este proceso y llevar esa energía sentimos al interior del cuerpo para regenerarlo, es decir, para crear vida dentro de él.
Pero el Tao reconoce también que somos seres limitados que viven en un universo de energía ilimitada, por lo que en las prácticas nos conectamos con las fuentes de energía infinita del cosmos y nutrimos nuestra energía sexual con ellas. Así, con las limitaciones de la naturaleza humana, nos rellenamos constantemente con la abundancia ilimitada de la energía que nos rodea.
Cómo se estimula la energía paso a paso
En la alquimia sexual el trabajo se desarrolla en cuatro fases o pasos. Se empieza por el primero y, a medida que se va consolidando la práctica, se avanza hacia el siguiente y así sucesivamente.
1. Aprende a no perder tu energía
Se trata de propiciar pequeños cambios tras tomar consciencia de cómo perdemos la energía: con las emociones bloqueantes, teniendo la mente dispersa, con la dieta y la manera de comer, con una respiración insuficiente e inadecuada, a través de una sexualidad poco consciente…
Así, si no nos vaciamos demasiado, no nos resultará tan difícil volver a llenarnos.
2. Equilibra tu chi
En esta fase nos aseguraremos de que el chi esté bien repartido por todo el cuerpo. Observa, por ejemplo, si tienes manos y pies fríos, o contrastes de temperatura, como pies fríos y cabeza caliente… Esto indicaría que el chi no está bien repartido.
En la práctica alquímica existen varios ejercicios para equilibrar el chi por todo el cuerpo y un buen maestro eligirá el más adecuado. En casa puedes probar con el ejercicio del alga en el mar:
- Separa los pies, sube los brazos hacia el cielo y, sin moverte de cintura para abajo, ondula el tronco como un alga en un mar tranquilo.
- Flexionando ligeramente las rodillas, baja el tronco y los brazos, relaja el tronco y la cabeza y nota cómo se estira la columna y se separan las vértebras.
- En esta posición, ondula el tronco desde el coxis, para que el chi circule hacia el resto del cuerpo.
3. Transforma tus emociones
Hay prácticas en las que el objetivo es transmutar las emociones bloqueantes en nutritivas. Después, se introducen ejercicios de chikung y meditaciones para transformar la energía sexual en vitalidad.
Una vez más existen diferentes formas de trabajar este aspecto. Por tu cuenta te puede resultar útil practicar el ejercicio de la sonrisa interior:
- Cuando sientas rabia, envidia u otra emoción dañina, identifícala y después cierra los ojos y sonríele. No con una mueca, sino dibujando una sonrisa hacia dentro, también con los ojos.
- Observa durante un rato lo que sucede: verás que, aunque sea solo un poco, esa emoción se transforma en otra menos dañina, que te nutre, sea de comprensión, de responsabilidad…
4. Conéctate a las energías del cosmos
En prácticas avanzadas aprendemos, después de las tres primeras etapas, a aumentar nuestro chi conectándonos con el chi del universo y a expandirlo más allá de nosotros. Para ello, se realizan ejercicios de chikung específicos en los que nuestras manos actúan como canal para dar y recibir la energía.