El trastorno de personalidad antisocial es un tipo de trastorno particularmente desafiante caracterizado por un comportamiento impulsivo, irresponsable y, a menudo, delictivo.

La manipulación, el engaño, la imprudencia y la carencia de empatía ante los sentimientos de los demás son las características más sobresalientes. 

Trastorno de personalidad antisocial:  ejemplo en una cárcel

En la década de los noventa las prisiones españolas sufrían los coletazos y la destrucción social que desencadenó en muchas familias la época de desenfreno y barra libre de los ochenta donde muchos jóvenes cayeron presos para siempre en la tupida red de las drogas duras.

Fue por aquel entonces cuando como joven psicoterapeuta comencé entusiasmada mis primeros pasos en la prisión para hombres de Carabanchel, Madrid I, donde llegaban presos preventivos y condenados por diversos delitos muchos con un trastorno de personalidad antisocial. Una grave afección de salud mental que afecta a la forma en que una persona piensa, percibe, siente o se relaciona con los demás.

En aquel momento, el tipo de delito más frecuente en un 80% de los casos en esa prisión era robo con violencia destinado a financiar el consumo de drogas o bien por delitos contra la salud pública (tráfico de drogas). Y, aunque en el hervidero de la cárcel pululaban presos de ETA -siempre agrupados y con un cartón colgado del cuello donde aparecía la inscripción de “preso político”- mezclados con sanguinarios narcotraficantes de la operación Nécora, y otro tipo de delincuentes por delitos mayores o menores, ninguno de todos aquellos a los que entrevisté, unas 160 personas, reconocían haber cometido delito alguno. 

Los reclusos parecían no saber por qué se hallaban allí encarcelados y se sentían injustamente tratados a la hora de merecer tamaña reclusión.

Solo hubo uno, cual rara avis, quién después de cerciorarse sobre la confidencialidad de sus confesiones y el anonimato de su identidad a la hora de participar en mi tesis doctoral me reveló con total naturalidad que para él “robar era un trabajo” y que salía todas las noches a ver qué pillaba, que no tenía la culpa de que la gente fuera incauta y se olvidara sus cosas en las guanteras y en los maleteros de los coches y que de las numerosas causas que lo habían llevado hasta allí -algunas aún pendientes de “bajar” la condena, es decir, con el juicio aún por celebrar y pese a estar ya cumpliendo condena por otras cuantas acumuladas- reconocía resultaban insignificantes frente a los 240 robos que calculaba haber cometido. No exhibía un excesivo rencor hacia la policía porque consideraba que, al igual que él hacía su trabajo, ellos también hacían el suyo. Era un juego de habilidad, en fin, gajes del oficio.

Si en aquel momento no hubiera tenido acceso a sus expedientes judiciales y cotejado las versiones manipuladas y sesgadas de los prisioneros bien pareciera que les habían detenido a todos ellos injustamente, que vivíamos en un país de pandereta, rebosante de leyes destinadas a hacer la vida imposible a sus ciudadanos, una policía cruel e insensible, jueces ingenuos o torpes que no alcanzaban a discernir con lucidez las mentiras con que les envolvían los abogados. Todos se sentían víctimas del sistema hostil y una sociedad cruel que les había empujado inexorablemente hasta su situación.

La realidad corroboraba lo que apuntaban los estudios científicos sobre el trastorno de personalidad antisocial: carecen de sentimientos de empatía, explotan o violan los derechos de los demás sin remordimientos y las prisiones, los hospitales y los depósitos de cadáveres están llenos de sus víctimas (Wedkond Ods, S., Papalia, D.,1992). Frustran a los jueces que ejecutan las leyes, a los entregados trabajadores sociales y educadores y a sus propios padres desde edades muy tempranas. Estas personas parecen inalcanzables por la mayoría de los medios y, ya desde niños, parece que no responden a los premios y a los castigos que motivan a otros.

Trastorno antisocial de la personalidad: primeros síntomas

Según la clasificación del DSM-V, Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos mentales, que es la biblia de los Psicólogos y Psiquiatras, el trastorno de personalidad antisocial se caracteriza por un patrón de conducta irresponsable y antisocial que, empieza en la infancia o en la primera etapa de la adolescencia y continúa en la edad adulta.

Así, es muy posible que ya en la infancia se puedan detectar signos típicos como:

  • Mentiras
  • Robos
  • Holgazanería
  • Vandalismo
  • Peleas
  • Huidas del hogar
  • Crueldad física

Aunque será ya alcanzada la edad adulta donde se manifiesta con toda su crudeza debido a la imposibilidad para llevar a cabo una vida normal y enfrentar las responsabilidades de la vida adulta como conseguir un trabajo estable y continuado en el tiempo, hacer frente a las obligaciones económicas o actuar como un padre responsable si lo fuere, etc.

De hecho, para poder aplicar en sentido estricto esta categoría diagnóstica la persona debe haber cumplido al menos los 18 años de edad y presentar antecedentes de un trastorno de conducta desde antes de los 15 años.

Es necesario alcanzar esa edad mínima porque consideramos que cuando evaluamos la personalidad ésta debe hallarse consolidada, con “rasgos de personalidad” predominantes ya establecidos. Es sólo a partir de entonces cuando comenzamos a hablar de la “estructura” de la personalidad, conformada por las características psicológicas cardinales que tenderán a permanecer estables a lo largo del tiempo y que podrá exhibir en diferentes escenarios. A partir de ese momento, hablamos de lo qué esperar de una persona en relación a cómo se conducirá cuando se relacione con los demás y en diferentes contextos.

Trastorno de personalidad antisocial: cómo reconocerlo

Así se manifiesta el trastorno de la personalidad antisocial en las personas adultas: 

1. Incumplen las normas sin remordimientos

Les resulta muy difícil interiorizar las normas sociales, y realizan actos antisociales carentes de toda sensación de remordimiento sobre los demás como, por ejemplo: la destrucción de la propiedad, agresividad, robos y conductas ilegales. Lo que abona el terreno para que puedan ser fácilmente detenidos o ir a la cárcel. Cuando lo son se reafirman en sus argumentos una y otra vez para justificar sus actos.

Recuerdo el caso de un joven que me relataba con frialdad y carente de toda empatía cómo casi con toda seguridad había matado a un hombre al robarle sin mostrar asomo de preocupación real por él, sólo le angustiaba su situación carcelaria, cómo podía repercutirle judicialmente y la venganza de los familiares. Percibía el mundo lleno de persecución y hostilidad hacia él temeroso del “ojo por ojo y diente por diente”.

2.  Son personas agresivas e irritables

Otra característica es que cuando te relacionas con ellos observas que tienden a ser irritables y agresivos y es muy fácil que se vean envueltos en peleas físicas, también en el hogar, con el cónyuge o los propios hijos.

3.  Presentan conductas temerarias

Son habituales las conductas temerarias sin preocuparse ni de su seguridad personal, como se pone de manifiesto cuando vas intoxicado o cuando aceptan realizar carreras con apuestas de velocidad.

4. Tienden a la promiscuidad

Es muy típica también la promiscuidad sexual y les resulta muy difícil comprometerse en relaciones monógamas de más de un año.

La adolescencia es una etapa vital que transitan regados con frecuencia por el uso de tabaco, alcohol u otras drogas y practicas relaciones sexuales inhabituales en su grupo de edad. Y, los diagnósticos asociados más frecuentes son trastornos por uso de sustancias psicoactivas.

Causas del trastorno de la personalidad antisocial: ¿innatas o adquiridas?

El trastorno de la personalidad antisocial afecta más a hombres que a mujeres con una proporción de 6 a 1.

No se ha determinado con certeza por qué algunas personas desarrollan este trastorno, pero sí que influyen una combinación de multitud de factores genéticos y ambientales como:

  1. Experiencias traumáticas infantiles, repletas de situaciones de negligencia y abuso.
  2. Crianzas en circunstancias familiares difíciles.
  3. Abuso del alcohol por uno o ambos padres.
  4. Conflictos enquistados entre los padres con crianzas inestables e inconsistentes.

Como consecuencia los servicios sociales suelen verse involucrados en el cuidado del menor. Y, esas carencias dramáticas y dificultades infantiles las arrastran a lo largo del resto de etapas evolutivas en correccionales o centros de menores en la adolescencia cuando delinquen y son detenidos o en la cárcel, ya de adultos.

Cómo es el tratamiento del trastorno de personalidad antisocial

Una de las dificultades más acusadas que entrañan el tratamiento de todos los trastornos de la personalidad es que, dado que la personalidad se construye desde nuestra infancia, a lo largo de la vida y ésta se va consolidando con los años, las personas con un trastorno no ven nada malo en su forma de actuar porque “siempre ha sido así” y carecen de la conciencia suficiente de que tienen un problema. Lo que hace que se muestren reacios a buscar tratamiento y solo llegan a terapia por orden judicial.

Pese a que el trastorno de personalidad antisocial se considera uno de los trastornos más difíciles de tratar y se pensaba en el pasado que duraba toda la vida, no siempre es así, y en ocasiones puede controlarse y tratarse.

El tratamiento recomendado dependerá de sus circunstancias, y se tiene en cuenta la edad, el historial delictivo, si existe algún problema asociado como el abuso de alcohol o drogas y también los apoyos familiares y sociales.

En muchas ocasiones también hay que recurrir a recursos específicos destinados a la desintoxicación por abuso de sustancias y a la atención social.

A nivel psicológico este tipo de trastornos es de los menos investigados y queda mucho por hacer pero he aquí algunos de los modelos terapéuticos aplicados que exhiben resultados visibles después de periodos amplios de tratamiento.

A. TERAPIA MENTALIZADORA

Es un tipo de abordaje psicoterapéutico que incorpora los nuevos desarrollos y avances científicos a lo ya dicho por el modelo psicoanalítico. Y, consiste en diseñar intervenciones terapéuticas adaptadas a estos trastornos específicos con el objetivo de fomentar y desarrollar la capacidad de la persona en aprender, reconocer y comprender los estados mentales tanto de uno mismo como de los demás.

En los Trastornos de Personalidad Antisocial se ha demostrado la capacidad mentalizadora está muy deteriorada. Los resultados de estudios neuropsicológicos avalan esta observación al demostrar un deficiente funcionamiento de la zona prefrontal del cerebro, la más evolucionada y muy implicada en regular de forma adecuada nuestras emociones y el control de los impulsos.

Este modelo ha demostrado eficacia terapéutica en la regulación emocional de emociones intensas: reduce la ira, la hostilidad y la paranoia, la frecuencia de autolesiones e intentos de suicidio, mejora el ánimo negativo, los síntomas psiquiátricos generales, los problemas interpersonales y la adaptación social (Peter Fonagy, 2016).

B. TERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL

De forma general, es empleado para que la persona pueda obtener una mayor comprensión sobre su comportamiento y cambiar patrones de conducta des adaptativos