Cada vez dependemos más de nuestra mascota más apreciada: el teléfono móvil y otros artilugios similares. Sin embargo, el mundo tridimensional que habitamos es analógico, por lo que, si lo confiamos todo a las pantallas, nos estaremos perdiendo lo mejor de la vida.
Piia Leino, escritora finlandesa ganadora del premio literario de la Unión Europea del 2019 con su novela Cielo, narra cómo en un país distópico toda la vida se traslada a la nube, mientras se va extendiendo la epidemia de la apatía. La realidad virtual se apropia de todo, de tal manera que cualquier cosa pierde su sentido fuera de ella.
¿Te suena esto? Quizá esta apatía se sanaría sintiendo el calor del sol en la piel, algo aún imposible en el mundo digital.
¿Está la realidad virtual cegando nuestras sensaciones físicas? Si al final se acaba adueñando de todo, como en la novela de Leino, ¿cómo podremos distinguir entre lo real y la ilusión?
Sentidos y emociones en el mundo real
Sin conexión con los sentidos físicos, la realidad se reduce a las ondas cerebrales y a las historias que nos contamos. Eso es lo que sucede en la película Her (Ella), cuando el protagonista se enamora de una inteligencia artificial, con lo que pierde todavía más el contacto con la realidad: es incapaz de desarrollar un vínculo con una persona real.
La realidad es «lo que hay»: lo que percibimos sin pantallas de por medio, lo que es alcanzable a través de la experiencia inmediata de los sentidos físicos. Está compuesta de vivencias externas e internas, como sonidos, juegos de luces y sombras, sensaciones como la temperatura y la textura, así como de la percepción cinestésica del espacio que el cuerpo ocupa. Todo esto es interpretado por el cerebro a través de lo que le llega por los sentidos.
Analógico es todo aquello que funciona sin cargarlo con electricidad, todo lo que existe al otro lado de la nube, de los programas encerrados en servidores y circuitos electrónicos.
Cómo bajar de la nube virtual
Contra la fatiga ocular, las migrañas, la rigidez de las articulaciones, el dolor de espalda, los trastornos del sueño y del estado de ánimo, entre muchos otros, una clave es volver a lo analógico para sentir la vida en toda su potencia.
El mundo analógico nos permite reconectar con la vida y con nosotros mismos. Veamos algunas maneras sencillas de hacerlo:
- Tómate un té o un café en casa o en una terraza al sol. Pregúntate cómo te sientes realmente, qué cosas te interesan en ese momento de tu vida. Trátate con la curiosidad con la que preguntarías a un amigo íntimo a quien no has visto por una temporada.
- Haz ejercicio: Como han explicado los psiquiatras Shoma Morita y Phil Stutz, el trabajo físico es clave para recuperar el bienestar físico y mental. Necesitamos que el 70% de agua que compone nuestro cuerpo se mueva, porque de otro modo se estanca y podemos acabar enfermando.
- Leer un libro de papel, al igual que los diarios y las revistas impresos, alimenta el tacto y la vista.
- Escuchar música en directo, cantar o bailar también nos reconecta con las energías primordiales que acompañan al ser humano desde sus orígenes.
- Escribir a mano en una libreta libera y aclara la mente. ¿Cuáles son los secretos que te escondes? Prueba qué pasa si les das expresión en una hoja de papel, aunque luego les prendas fuego.
- Trabaja con las manos: A las manos les encanta la creación, a la que podemos dar rienda suelta en talleres de cerámica o de cualquier otra disciplina artesanal.
Bienestar instantáneo
- Conecta de nuevo con la naturaleza: Volver a la madre Tierra, que es nuestro verdadero hogar, nos sana y nos revitaliza física y mentalmente, además de despertar la creatividad.
- Observa tu ritmo cuando caminas: Con el propósito de desconectar de las pantallas, camina con libertad. Observa el ritmo, cómo distribuyes el peso de tu cuerpo, qué miran tus ojos, qué escuchan tus oídos.
- Concéntrate en el proceso de la respiración: La respiración une el cuerpo y la mente. Mientras caminas por el campo, dedica 20 minutos a fijarte en ella. ¿Es profunda o superficial, regular o irregular?
- Fúndete con la vida que te rodea: Abandona tu rutina habitual de pensamiento y percibe intensamente los colores, las texturas, los sonidos, los olores. Siente que formas parte de la maravillosa trama de la vida.