¿Es posible encontrar belleza en medio de la adversidad? ¿Puede la filosofía enseñarnos a vivir mejor, incluso cuando la vida parece mostrarnos su rostro más duro?Rafael Narbona, profesor de filosofía, cree que sí. En su libro, Maestros de la felicidad, repasa el lado más brillante de esta disciplina para recordarnos el lado bello de la vida. Y no hablamos de una belleza banal o superficial, sino aquella que solo se encuentra por medio del cultivo de la mente y la reflexión.
“La filosofía es el arte de vivir bien”, explicaba el profesor en una reciente entrevista para La2, “y eso se ha olvidado un poco”. Rescatando las enseñanzas de Sócrates, Epicuro, Séneca, Kant e incluso pensadores más modernos como Viktor Frankl, Narbona nos recuerda lo bello que puede ser vivir cuando entendemos de qué va la vida.
Una opinión que está en la línea de otros pensadores e investigadores entrevistados por Cuerpomente como Tal Ben-Shahar, profesor de la asignatura de felicidad en Harvard; José Antonio Marina, catedrático de filosofía; el también filósofo Jorge Freire o Martin Seligman, padre de la psicología positiva.
La vida no es perfecta, pero es bella
Muchos grandes pensadores, entre ellos el propio Viktor Frankl, han afirmado que la vida es bella. ¿Te lo parece? ¿Te lo has preguntado alguna vez? Si enciendes el telediario, responderás rápidamente que no. Y, sin embargo, filósofos como Rafael Narbona seguirían insistiendo en que la vida es bella. Pero ¿en qué sentido?
“La cuestión es preguntarse qué clase de belleza encuentran ellos en la vida”, explica el profesor refiriéndose al ya mencionado Frankl. El escrito relata en su célebre obra El hombre en busca del sentido su experiencia en Auschwitz, y cómo incluso en el lugar más oscuro del mundo, encontró sentido y felicidad en su existencia.
Para Narbona, lo importante es comprender que, si bien la vida no es perfecta, eso no hace que sea menos bella. Y para ver esa felicidad, no tenemos herramienta mejor que la filosofía. Es lo que se ha propuesto con su nuevo libro, demostrar que “la filosofía, a pesar de ser un saber muy abstracto, nos da herramientas muy útiles para enfrentar la adversidad, para superar los conflictos y para disfrutar de una buena vida”. El profesor asegura que “ese era el objetivo en realidad de Sócrates, de Epicuro, de Séneca, vivir bien”, puesto que la filosofía no es otra cosa más que “el arte de vivir bien”.
¿Qué es la felicidad?
Si queremos usar la filosofía para vivir bien, lo primero que debemos hacer es plantearnos las preguntas correctas. La que más veces se ha repetido a lo largo de la historia es, quizá, ¿qué es la felicidad? Narbona insiste en la importancia de definir bien este término. “Hay una industria de la felicidad en la que se dicen muchas tonterías”, nos advierte.
Por eso, él propone “ir al origen etimológico del término”. Si nos limitamos a la etimología, “felicidad viene de felicitas, en latín, que significa fructífero, fecundo”. Esto debe hacernos reflexionar, porque el mundo en el que vivimos nos hace pensar en la felicidad como algo que se puede alcanzar por medio de cumplir con una serie de objetivos materiales, económicos, profesionales o personales. O peor aún, por medio de la consecución de placeres superficiales e instantáneos.
Sin embargo, asegura Narbona, “lo importante no es tener un estado de euforia, que eso es un poco hasta patológico, sino tener una vida fructífera, una vida fecunda” Da así su propia definición de la felicidad, a la que añade un punto muy importante. Tener la conciencia tranquila.
Una conciencia tranquila
“Kant decía que no tenemos derecho a ser felices, sino que nos lo debemos merecer”, explica el filósofo repasando a uno de los grandes pensadores de la historia de la humanidad. Quizá te sorprenda su pensamiento, pero si lo piensas bien tiene bastante sentido “¿Hitler tiene derecho a ser feliz?”, pregunta Narbona a su entrevistador, “Yo creo que no, y tampoco lo parecía”.
La felicidad, por tanto, no parece encontrarse en el poder. Tampoco se encuentra en la comodidad. Su ingrediente fundamental, asegura Narbona, es una conciencia satisfecha.
Nos da, como ejemplo, el de aquel “médico del gueto de Varsovia” que cuidaba de los niños de la ciudad y viajó con ellos a Treblinka. “Tuvo la opción de escapar, pero prefirió acompañar a los niños enfermos que cuidaba y murió con ellos en una cámara de gas”, nos cuenta Narbona. Resumiendo, su vida en esta frase no es difícil pensar en la injusticia, en el dolor, en el sufrimiento. Sin embargo, el filósofo, continua. “Yo pienso que ese hombre, a pesar de lo trágico, tenía una cierta felicidad interior porque tenía una conciencia satisfecha. Había hecho lo que debía”.
Siembra tu propia felicidad
La conclusión de Narbona es sencilla, y al mismo tiempo, profundamente compleja. “La felicidad consiste en tener una vida fructífera, fecunda y una conciencia satisfecha. Y solo cuando consigues estad dos cosas, puedes afirmar que la vida es bella”.
Como podemos, entonces, tomar decisiones que nos acerquen a esa idea de vida fructífera y conciencia satisfecha. Aquí tienes cuatro hábitos que te ayudaran a sembrar tu propia felicidad:
- Practica el altruismo. Realiza acciones desinteresadas por los demás. Ayudar a otros no solo mejora la vida de quienes te rodean, sino que también fortalecerá tu sentido de propósito y te permitirá vivir con la conciencia satisfecha, sabiendo que hiciste todo lo que podías hacer por dejar el mundo un poco mejor que como estabas cuando llegaste.
- Dedica tiempo a la reflexión. Está demostrado que filosofar nos hace felices. Por eso los expertos recomienda reservar momentos para pensar, para repasar tus decisiones, tus valores, lo que realmente importa para ti. La introspección te ayudará a vivir de acuerdo con tu conciencia y a usar tu tiempo en la Tierra de forma fructífera.
- Cultiva hábitos significativos. Enfócate en actividades que contribuyan a tu desarrollo personal, como la lectura, el aprendizaje o el cuidado de tu entorno. Esto hará que cada día de tu vida tenga un sentido y un propósito, y te permitirá cosechar los frutos de tu esfuerzo a largo plazo.
- Acepta la imperfección. Entiende que la vida no siempre será perfecta, y que el error es parte también del aprendizaje. Abrazar esta realidad te permitirá afrontar la adversidad con mayor serenidad y no perder de vista que aquello que configura la felicidad se encuentra en tu interior, y no en la circunstancia externas.
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