Llegas a casa, las luces se encienden, y ante ti se encuentran tus amigos y familiares, con algunos globos, gritando “sorpresa” y una gran tarta en la mesa. ¿Cómo te sientes en esta situación? Si perteneces al grupo de personas que adoran celebrar su cumpleaños, probablemente sientas emoción y felicidad.

Pero hay algunas personas que no solo no disfrutan de este tipo de situaciones, sino que las aborrecen y las evitan a toda costa. De hecho, ni siquiera comparten su edad o su auténtica fecha de cumpleaños, para que no se produzcan estos encuentros indeseados.

Pero ¿por qué sentir tanto rechazo por el cumpleaños? ¿Qué puede suceder en la mente de una persona para sentir tanto desprecio por esta tradición aparentemente inofensiva? Lo cierto es que la psicología nos asegura que es más común de lo que parece que sintamos rechazo hacia la edad o el cumpleaños, y hay múltiples razones para ello.

Un recordatorio de no haber conseguido lo que deseabas

El Instituto de Psicología Psicode asegura que el cumpleaños es, para muchas personas, en especial para aquellas que se habían propuesto terminar o alcanzar determinados objetivos en una etapa de su vida, un recordatorio “de propósito frustrado, que hace que se nuble el disfrute de tan señalado día”.

Mujer joven plan medio en la calle
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Es posible que tú misma hayas experimentado algo similar en cierta etapa de tu vida. Si tardaste un poco más que tus compañeros en graduarte de la Universidad, tardaste más de lo esperado en sacarte el carnet de conducir o has llegado a los 30 sin estar casada, como pensabas que estarías cuando tenías la mitad de años, puede que hayas sentido ese regusto amargo en determinadas fechas.

En la sociedad actual, la presión externa por cumplir con determinados hitos a medida que crecemos no ha hecho más que aumentar, por lo que es normal que te sientas así. Si es tu caso, estás en todo tu derecho de no celebrar tu cumpleaños. Pero también puedes empoderarte, celebrar este día todo aquello que sí has conseguido, y comprender que, pese a lo desagradable que puede ser no cumplir con estas expectativas ajenas, no son tuyas, y no tienes que hacerte cargo de ellas.

Introversión o ansiedad social

Hay otra razón muy común por la cual, según los psicólogos, las personas detestan celebrar su cumpleaños: la introversión o la ansiedad social. Es habitual que para la celebración de estas fechas reunamos a una gran cantidad de personas en un espacio no siempre apropiado, y llenemos todo de globos, música y conversaciones que se entremezclan.

Mientras que para algunos, los más extrovertidos, esto puede parecer el paraíso, para otros es un auténtico infierno. Las personas introvertidas prefieren los grupos más reducidos, las reuniones íntimas y tranquilas. Y ni hablar de las personas con ansiedad social, cuyos niveles de estrés pueden elevarse hasta las nubes en estos contextos.

En caso de que no celebres tu cumpleaños porque aborreces este tipo de situaciones, es completamente comprensible. Pero si quieres rescatar este momento de celebrarte, recuerda que puedes hacerlo en grupos más reducidos, solo con personas de tu confianza. De hecho, puedes pedir que omitan todo eso de la tarta, porque quizá no te guste ser el centro de atención, y este día va de hacer las cosas a tu forma. Como a ti te gusten.

Expectativas irrealizables

¿Recuerdas algún cumpleaños de tu infancia que fuera especialmente decepcionante? Quizá pensabas que cierto amigo iba a la fiesta, y al final no apareció. O no recibiste ese regalo que estabas esperando con tanto deseo. Las expectativasque tenemos condicionan en gran medida la forma en la que experimentamos la vida, y con los cumpleaños sucede exactamente lo mismo.

Mujer pensativa
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Las redes sociales y las pantallas solo han conseguido agravar el problema. Ahora nada parece suficiente, porque siempre tenemos algo “mejor” con lo que compararlo. Esta decepción ante las expectativas frustradas ha hecho que muchos dejen de celebrar su cumpleaños.

Así lo asegura el anteriormente citado Instituto de Psicología Psicode, que asegura que “en las redes sociales hay una magnificación de las emociones positivas”. Debido a ello, vivimos en una comparativa constante, que hace que la llegada del cumpleaños pueda “ser estresante para los que se propongan celebrarlo, como aquellas personas en las que siguen en las redes y no dispongan de los mismos recursos”.

Experiencias pasadas y pérdidas

Al igual que sucede con otras fechas señaladas, como la Navidad, es posible que no quieras celebrar tu cumpleaños porque has perdido a alguien importante, o porque has vivido experiencias desagradables en el pasado relacionadas con cumplir años. “A nivel inconsciente, tenemos tendencia a necesitar rituales y hacemos una reevaluación de nuestra vida y de nuestro sentido”, explica la psicóloga Nuria Casanovas. Esta misma necesidad de rituales se puede volver en nuestra contra, dado que puede hacer que las fechas importantes se colmen de melancolía y tristeza.

Tanto si has perdido a alguien, como has migrado y vives lejos de tu familia, o has tenido experiencias desagradables con tu cumpleaños, es normal que te cueste celebrar que ha pasado un año más. No te preocupes, tómate tu tiempo, vive el duelo a tu manera y, si lo necesitas, no dudes en acudir a un profesional para pedir ayuda. No porque debas celebrar tu cumpleaños a toda costa, sino porque te mereces ser feliz y sanar.

Miedo al paso del tiempo

Para acabar, el cumpleaños y ese momento que muchos temen de decir su edad en voz alta está muy relacionado con un temor que es común en todos nosotros: el miedo a la muerte y a la vejez. No es fácil asumirlo, pero lo cierto es que el tiempo no para, para nadie, y algún día, en algún momento, a todos nos llega nuestra hora.

Para muchos, el cumpleaños es solo un recordatorio de que les queda un año menos de vida. Aunque, por suerte, también podemos enfocarlo desde otra perspectiva. Podemos pensar que, en realidad, lo que celebramos es haber vivido un año más, lleno de experiencias y momentos que nos han hecho crecer (sean buenos o malos). Envejecer es inevitable, hacerlo con alegría o tristeza es una elección personal.