Hay mucha gente que vive sola, incluso que se siente sola, y no está mal. Es más, se siente mejor que nunca decidiendo a su gusto, sin tener que negociar con nadie ni tener que quedar bien pero aún así, están abiertos a la posibilidad de encontrar una pareja con quien complementar su vida.

En realidad, tienen ganas, muchas ganas de que esa persona aparezca y le ponga la cereza al pastel.

No buscan a un otro para rellenar una vida vacía sino que en estos casos es justo al revés. Ya tienen una vida rica, con amigos, felicidad y proyectos. Y precisamente por eso no saben qué hacer con tanto tiempo, energía, y amor por dar

La necesidad de compartir

La alegría es una emoción que busca ser compartida, por eso, cuando las cosas nos van bien nos gusta repartirlas con los demás.

Hay mucha gente sola que no implora compañía sino que busca la plenitud de poder ofrecer todo lo que tiene y sentir el privilegio de que alguien quiera tomarlo.

Es ese punto en el que nos damos cuenta de que cuando amamos a alguien jugamos a un juego donde todos ganan, no solo el que recibe sino, sobre todo, el que da. 

El riesgo de romantizar en exceso

Pero ahí está también la trampa. Una vez hecho todo lo que está en nuestras manos ya solo queda estar en esta especie de espera permanente fantaseando con diálogos imaginarios o con escenas perfectas entre copas de vino.  

Aquí es donde entra el elemento peligroso que es sobrerromantizar las relaciones. Cuando algo no pasa en nuestra vida real, pasa en nuestras cabezas y allí se sobredimensiona. 

Hay veces que soñamos cosas que nuestra mente imagina muy ideales para que en el fondo se vuelvan inalcanzables. ¿Por que? porque cuando tenemos algo, eso viene con unas consecuencias y es tener que estar a la altura de eso. Mientras que si solo lo deseamos, lo vivimos sin tener que lidiar realmente con ello. 

Una forma de autoboicot

Es como si quisiéramos ser actrices y cuando nos dieran un papel con Almodóvar nos echáramos para atrás. Desear algo y luego auto boicotearlo es un clásico por miedo a no ser capaces de pagar el precio de tenerlo. 

Muchas de las personas que están solas tienen el reto de desromantizar la vida compartida. Creen que lo que les falta es suerte pero en realidad lo que urge es un plan de acción para conocer gente y lanzarse a los leones y palpar cada día lo que es compartir, con sus pros y sus contras. 

Hay que salir de la cueva y arriesgarse. Cuando realmente se demuestra que somos capaces de seguir viviendo desde el amor es cuando alguien nos lo pone en jaque. Cuando alguien pone patas arriba ese mundo de tranquilidad en el que vivimos, cuando toca renunciar, negociar, perder tiempo para uno mismo, ajustar metas y ceder. 

¿Estás realmente disponible?

De entrada, todos parecemos estar dispuestos a ello, pero si sigue sin aparecer esa persona, es porque en el fondo no es así. La mayoría de gente que cree que está disponible, en el fondo no lo está.  

Quien quiera encontrar una buena alianza tendrá que empezar por trabajar sus miedos, continuar por liberar espacio en su mente fantasiosa y asegurarse de que está dispuesto a asumir ese riesgo.

Y, cuando lo haya hecho, estará listo para salir al mundo a ofrecer eso tan bonito que tiene por dar. No se trata de esperar a ser elegidos sino de salir y elegir. Aún a riesgo de perder, el riesgo valdrá la pena porque querer amor, buscar amor y vivir desde el amor es la mejor decisión que jamás podremos tomar.