¿Crees que escuchas lo suficiente a tu cuerpo? Haz el ejercicio de dedicar, ahora mismo, unos segundos a escanear todas las sensaciones físicas. ¿Tienes frío, calor o estás en la temperatura perfecta? ¿Qué hay de tu espalda? ¿Estás cómoda, sientes alguna molestia? ¿Y tu digestión? ¿Cómo te ha sentado la comida de hoy?
Todos estos detalles, aunque parezcan nimiedades, afectan a nuestro estado de ánimo día a día. Y la cantidad de respuestas que hayas sido capaz de dar miden tu inteligencia sensorial, clave para la salud mental, según expertos como Estanislao Bachrach.
El científico referente mundial en biología molecular nos invita a reflexionar sobre este curioso concepto que puede revolucionar nuestra vida. Así que, si quieres mejorar tu consciencia corporal, tu relaci��n con tu cuerpo y mejorar tu salud mental, esto te interesa.
La inteligencia sensorial
La inteligencia sensorial es, a grandes rasgos, la capacidad de percibir, interpretar y responder de manera efectiva a los estímulos sensoriales. Involucra el procesamiento de la información que recibimos a través de los cinco sentidos, pero también las señales que nuestro cuerpo envía a nuestro cerebro.
Según Bachrach, el principal problema al abordar esta rama de la inteligencia es que la mayoría de nosotros “solo sentimos las cosas brutas”. Es decir, los dolores intensos, las contracturas, el picor. Y miles de señales que nuestro cuerpo envía eficientemente a nuestro cerebro se pierden sin ser escuchadas.
“El cuerpo no tiene la capacidad de mentirnos”, asegura el biólogo. Así, pues, podría ser una fuente mucho más fiable de nuestro estado emocional que nuestra propia mente. Sabemos, con sobrado respaldo científico, que la mente sí que tienes muchos mecanismos capaces de engañarnos. Pero si te sientes cansada, definitivamente estás cansada. Si tensas los hombros al hablar con alguien, sin duda te causa tensión. Y si tiritas, o tienes frío, o tienes miedo. Sea como sea, tu cuerpo puede enseñarte mucho más de ti misma de lo que imaginas.
Las ventajas de la conciencia corporal
Si escucháramos a nuestro cuerpo, viviríamos mejor en muchos aspectos. Para empezar, sabrías cuando necesitas parar y descansar antes de desplomarte del cansancio. O cuando ha sido suficiente pantalla por un día, antes de que el dolor intenso te taladre la cabeza. A nivel físico, mejorar esta conciencia corporal tiene claras ventajas, y al menos en un nivel superficial, nos funciona a todos.
Pero vamos con lo emocional. ¿Cómo puede mejorarnos la vida a nivel emocional, la inteligencia sensorial? Lo cierto es que, aunque no seamos conscientes, las emociones siempre desencadenan reacciones físicas. En cada persona pueden ser sutilmente diferentes, pero en estas sutilezas, como explica Bachrach, está la clave.
“Cuando uno aprende a percibir esas sutilezas del cuerpo”, explica el biólogo molecular, “empieza a tomar mejores decisiones y empieza a ganar mayor bienestar”. Está demostrado que comprender y dar nombre a nuestras emociones puede aliviarlas en gran medida. Este simple hecho puede hacer, por tanto, que empecemos a ganar bienestar.
Pero imaginemos otro caso. Quizá estás enfadada, y ni siquiera te has dado tiempo. A nivel mental, a nivel consciente, no has tenido tiempo de procesarlo. Pero las señales físicas están ahí. Estás frunciendo el ceño, respirando algo más rápido, te ha subido un poco la temperatura corporal o puede que estés tensa. Conocer cuáles son tus señales físicas de enfado te ayudará a identificar la emoción y actuar en consecuencia.
Un camino hacia la inteligencia sensorial
Todo esto está muy bien, pero… ¿Se puede desarrollar la inteligencia sensorial? Al igual que sucede con el resto de las inteligencias, la respuesta es sí. Puedes entrenarla. Y la mejor forma, asegura Bachrach, es por medio de la meditación.
Según explica el experto, se ha observado que “una de las áreas que más se desarrollan en las personas que meditan de forma habitual son las áreas interoceptivas”. Estas áreas, nos informa, son las que “reciben la información del cuerpo para contribuir a la inteligencia racional, a la inteligencia social, a la inteligencia emocional y se integra en la inteligencia del cuerpo”.
Es decir, que la práctica de la meditación, y así lo prueba la ciencia, mejora la capacidad de nuestro cerebro de interpretar de forma correcta nuestras sensaciones físicas y, además, integrar esta información con los otros tipos de inteligencia.
Los beneficios, asegura el experto, son evidentes. “Lo primero que se siente cuando uno entrena en esto es que se encuentra mucho menos reactivo frente a situaciones que antes reaccionaba mucho”. Cuenta que, por lo general, es la pareja, o el jefe, o el compañero de trabajo, el que señala “eh, cada vez gritas menos”. La respuesta, explica Bachrach casi en primera persona, es siempre la misma: “Bueno, es que estoy meditando hace un año. ¿Para qué gritar? Si no te hace bien a vos, no me hace bien a mí. Me enferma”.
Bachrach nos explica que, pese a que la reacción es a veces necesaria y beneficiosa, en otras muchas ocasiones no lo es. Por eso, mediante el entrenamiento de los sentidos internos, podemos comenzar a “descubrir, sin la lógica, que ciertas reacciones no van más”, alcanzando una vida más plena.
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