Si alguna vez te has preguntado cuál es el sentido de la vida o has sentido esa angustia existencial que aparece cuando te das cuenta de que no existen respuestas definitivas, entonces ya has tenido tu primer encuentro con el existencialismo.
Esta corriente filosófica sigue más vigente que nunca en esta era de incertidumbre, hiperconectividad y crisis de identidad. Buscamos propósito, autenticidad y dar un sentido a nuestras vidas, y el existencialismo nos ofrece las claves para conseguirlo.
Y es que, lejos de ser un conjunto de teorías abstractas, el existencialismo nos enfrenta a cuestiones profundamente humanas: ¿Qué nos define? ¿Somos libres realmente? ¿Cómo afrontamos la angustia de no tener respuestas absolutas?
Estos interrogantes atraviesan nuestras vidas, siguen inspirando y, lo más importante, hacen mella en nuestras propias crisis personales.
Primero, lo básico: ¿qué es el existencialismo?
Si vamos a unirnos a la corriente filosófica y literaria más relevante de finales del siglo XIX, tenemos que entender de qué estamos hablando. El existencialismo es una corriente filosófica y literaria que pone en el centro de su reflexión la existencia individual, la libertad y la responsabilidad personal.
Los pensadores existencialistas sostienen que no nacemos con un propósito predefinido: somos nosotros, a través de nuestras elecciones y acciones, quienes damos forma a nuestra identidad y destino.
Jean-Paul Sartre, una de las figuras más conocidas del existencialismo, decía que “La existencia precede a la esencia”, resumiendo a la perfección lo que viene a decirnos este movimiento filosófico. Primero existimos, y luego, nos definimos por medio de nuestras decisiones. En otras palabras, no hay un manual de instrucciones que pueda decirnos cómo vivir; somos responsables de construir nuestro propio camino.
Libertad, angustia y autenticidad
La trinidad del existencialismo, si es que podemos llamarla así, se configura con estos tres grandes conceptos: libertad, angustia y autenticidad. Si las comprendes, estarás un paso más cerca de poder vivir según los principios del existencialismo. Vamos a repasarlas.
- La libertad y la responsabilidad. Somos completamente libres para elegir nuestro rumbo, pero con esa libertad viene también la responsabilidad de afrontar las consecuencias de nuestras decisiones. No podemos echarle la culpa al destino o a la sociedad. Somos autores de nuestra historia.
- La angustia y el absurdo. Esta libertad radical que defiende el existencialismo es, al mismo tiempo, la causa de la angustia.Porque por ella nos enfrentamos a un mundo sin respuestas definitivas. La vida no tiene un significado preestablecido, y a veces nos encontramos cara a cara con el absurdo: la sensación de que nada tiene sentido si no lo construimos nosotros mismos.
- La autenticidad. Para los existencialistas, el gran reto es vivir de manera auténtica, sin dejarnos llevar por lo que otros esperan de nosotros.Esto implica asumir nuestra libertad y actuar conforme a nuestros valores, en lugar de seguir normas impuestas sin cuestionarlas.
El existencialismo en auge
Lo cierto es que el existencialismo nació en un mundo marcado por guerras y crisis, pero sus preguntas siguen siendo igual de válidas en pleno siglo XXI. En un mundo hiperconectado, donde las redes sociales dictan cómo debemos vivir y las opciones parecen infinitas, la angustia existencial no ha desaparecido. Al contrario, parece haberse intensificado.
Muchas de las inquietudes actuales tienen un claro eco existencialista. ¿Cómo podemos encontrar sentido en un mundo sumido en el caos? ¿Cómo podemos vivir de forma auténtica en una sociedad que nos empuja a encajar en moldes predefinidos?
Filósofos como Simone de Beauvoir también abrieron puertas a debates sobre identidad y autonomía personal a través del existencialismo, especialmente en la lucha por la igualdad de género, que siguen teniendo vigencia en nuestro contexto. Su obra, El segundo sexo sigue siendo una lectura obligatoria en el feminismo.
Incluso en la cultura popular, podemos encontrar trazas de existencialismo. Películas como Mátrix, El show de Truman o Soul nos llevan al quid del existencialismo de forma directa, planteándonos preguntas sobre la libertad, la identidad y la búsqueda de sentido- Y si alguna vez te has identificado con los dilemas de personajes como BoJack Horsman o Rick, de Rick y Morty, has estado profundizando directamente en las diatribas existencialistas.
Pasemos a la práctica: ¿en qué puede ayudarnos el existencialismo?
Si el existencialismo tiene algo que enseñarnos, es que la vida no trae un manual de instrucciones. Pero esto no significa que estemos condenados al caos. Al contrario, nos da la oportunidad de asumir nuestra libertad personal y de vivir con autenticidad.
No hay respuestas fáciles en esta corriente filosóficas, pero quizá la clave esté en abrazar la incertidumbre en lugar de temerla. Como diría Albert Camus, otro gran pensador de esta rama de la filosofía, “la felicidad y el absurdo son hijos de la misma tierra”. Tal vez no podamos encontrar un sentido universal a la existencia, pero podemos crear el nuestro propio. Y eso, en sí mismo, es razón suficiente para seguir adelante.
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