Las demandas diarias del mundo moderno han empezado a convertirse en una espiral de preocupaciones y ansiedad para muchas personas. Y en medio de este ritmo frenético, encontrar un estado de serenidad parece casi una utopía. Nos enfrentamos a decisiones constantes, distracciones interminables y a un ritmo de vida que nos deja poco espacio para la reflexión.
Quizá por eso una filosofía nacida de las mentes de hombres de hace más de dos mil años siga tan vigente como nunca. Hablamos de grandes pensadores de las escuelas del estoicismo y el epicureísmo que coincidían en un mismo concepto, uno que podría ser clave para la salud mental del siglo XXI: la ataraxia.
¿Qué es la ataraxia y cómo la entendía los antiguos filósofos?
La ataraxia, término de origen griego, es la “ausencia de turbación”. Es una palabra con la que los grandes filósofos de la edad antigua se referían a determinado estado de tranquilidad mental y emocional.Este ideal filosófico se basa en la capacidad de mantenerse imperturbable frente a las circunstancias externas, alcanzando un equilibrio que permita disfrutar de los placeres de la vida sin sucumbir al dolor o a la angustia.
Para los epicúreos, la ataraxia se alcanzaba por medio de la satisfacción de los deseos naturales y necesarios, como el alimento, el descanso y la amistad, mientras que se escapa con los placeres innecesarios, que generan dependencia o sufrimiento. Epicuro defendía que la vida feliz era aquella en la que se minimizaba el dolor y se cultivaba el placer en su forma más pura y sencilla.
De forma muy distinta (e irónicamente similar) los estoicos veían la ataraxia como el resultado de vivir de acuerdo con la razón y la virtud. Para ellos, aceptar lo que sucede en el mundo sin ejercer resistencia es clave para mantener la calma interior. Así pues, procuraban llevar y promover una vida basada en la autoconciencia y el control de las emociones, una en la que no hay lugar para el miedo ni el apego a aquello que escapaba a su control.
Aunque estas dos escuelas, en principio contrarias, no eran las únicas que hablaron de la ataraxia. Los escépticos también confiaban en poder alcanzarla por medio de la suspensión del juicio (el epojé, como ellos lo llamaban). Al no afirmar ni negar ningún conocimiento de forma categórica, se ahorraban conflictos internos y se lograba una paz mental que permitía navegar por la vida sin las perturbaciones del dogmatismo.
Y pese a que cada una de estas escuelas tenía su propio camino a la ataraxia, lo curioso es que coincidían en dos puntos. Alcanzarla era clave para la felicidad, y dependía de determinado tipo de desapego.
¿Cómo aplicar la ataraxia en el mundo actual?
Bebiendo de estas tres doctrinas filosóficas, podemos aprender cómo alcanzar la ataraxia en medio de nuestro loco y frenético mundo actual. Aunque no vivimos bajo las mismas circunstancias que los antiguos griegos, sus lecciones siguen siendo sorprendentemente vigentes.
- Prioriza lo esencial. Tal como enseñó Epicuro, es importante distinguir entre lo que realmente necesitamos y lo que deseamos por impulso. Reflexiona sobre qué es indispensable para tu bienestar, como el tiempo con tus seres queridos o una buena salud, y evita dedicar energía a conseguir placeres efímeros o superfluos.
- Acepta lo que no puedes cambiar. Siguiendo el ejemplo de los estoicos, aprende a diferenciar entre aquello que está bajo tu control y lo que no lo está. Aceptar las circunstancias que no puedes modificar te ayudará a reducir la ansiedad y a concentrarte en aquello sobre lo que sí puedes influir.
- Suspende el juicio innecesario. Al estilo escéptico, evita formarte opiniones precipitadas o absolutas sobre personas y situaciones. Adopta esta costumbre como un ejercicio para mantener tu mente abierta y libre de conflictos internos, lo que fomentará una mayor serenidad en tu vida.
- Mindfulness y otras técnicas modernas. La meditación, el mindfulness y el minimalismo, entre otras prácticas modernas, pueden ayudarte a trabajar los principios de la ataraxia. Estas herramientas te permiten enfocarte en el presente, reducir las distracciones y cultivar un estado de calma que beneficia tu salud a mental y emocional.
- Crea espacios para la calma. Dedica un lugar específico de tu casa o tu entorno donde puedas desconectar del ruido externo. Este espacio debe ser un lugar descanso y paz, en el que leer, meditar o simplemente reflexionar, lo cual te ayudará a reforzar el estado de tranquilidad que persigue la ataraxia.