El orgullo es un sentimiento autoconsciente, da sentido al "yo", y tiene que ver con atribuciones y evaluaciones de uno mismo con respecto a los otros. Puede tener una vertiente positiva muy valiosa, y otra negativa muy destructiva.
El blindaje de la autoestima
Desde el punto de vista más favorable, el orgullo está relacionado con la idea de satisfacción con uno mismo y las acciones propias, la autoestima y la autoconfianza. Es la complacencia profunda por un logro como resultado de trabajar duramente y nos ayuda a sentirnos seguros con lo que hacemos.
También podemos sentir orgullo hacia otra persona. En ese caso predomina la admiración, el respeto y el aprecio.
El orgullo en sentido positivo también representa la autoafirmación como grupo, para resaltar el sentimiento de pertenencia y reivindicar los derechos como colectivo.
Este orgullo más constructivo contribuye a aumentar la confianza en uno mismo, y por lo tanto, fomenta la empatía hacia los demás.
El chaleco antibalas de la crítica
El orgullo más negativo, que puede ser incluso destructivo, está más asociado a la soberbia y la hostilidad.
Aunque cada caso es un mundo, detrás de la soberbia suele haber un gran complejo de inferioridad. El uso de la prepotencia disfraza una falsa autoestima sobredimensionada tras la cual puede esconderse un miedo constante a ser herido. Cada crítica, cada opinión distinta, se vive como una amenaza a la identidad personal.
Como metáfora quizá te puede ayudar ver a la persona con este orgullo destructivo como a un niño herido, al que no validaron y que de alguna manera recibió muchas críticas a lo que hacía, decía o pensaba. Ese niño fue cargándose de ira, de rabia, por esa falta de una mirada aprobatoria. Toda esa soberbia, prepotencia y hostilidad no son más que sus mecanismos de defensa.
El estar continuamente comparándose, defendiéndose, criticando a los demás para parecer mejor, está motivado por el complejo de inferioridad que a medio-largo plazo, le desgasta y crea una gran base de infelicidad. La manera de defender su identidad frágil es a través de la vanidad, haciendo muestras ostentosas de sus logros, sus méritos…
¿Cómo se expresa la arrogancia y la soberbia?
En la persona con un orgullo destructivo, la humildad brilla por su ausencia y, en su lugar, hay desprecio por los que considera inferiores. En su superioridad, cree merecer mejor trato y privilegios.
También tiene una gran incapacidad de autocrítica y encaja mal las críticas porque no reconoce los errores. El éxito, el prestigio y la imagen de cara a los demás es fundamental.
No muestra el más mínimo interés por comprender las motivaciones de los demás ni lo que sienten las personas de su alrededor. Es muy autorrefencial, puede hablar en exceso, pero sólo de lo que le interesa.
Asimismo, el orgullo negativo puede exacerbar los prejuicios contra grupos designados como inferiores o peligrosos.
¿Cómo lidiar con el orgullo y la soberbia ajenas?
La soberbia manifiesta el deseo de ser el predilecto frente a los demás, lo que a veces le hace parecer que vive en una realidad distorsionada que le impide ver y reconocer sus limitaciones. Los orgullosos entienden la humildad como una debilidad, cuando en realidad es una actitud que nos permite ser flexibles y estar receptivos para poder aprender aquello que desconocemos.
Tratar con personas con un alto grado de vanidad y soberbia nos pone en una tesitura en la que nuestra autoestima y asertividad se tambalean constantemente. Escuchar la crítica constante, el menosprecio y las exigencias hace casi inevitable el conflicto.
Aprender a lidiar con ello y protegernos resulta prioritario y estas ideas te pueden ayudar a hacerlo:
- Visualiza a la persona como un ser débil que no tiene otras herramientas para defender su ego herido. Esto te ayudará a no personalizar las críticas en ti. Piensa que es más un defecto suyo que tuyo.
- La soberbia es insaciable, da por hecho que nada va a ser suficiente. Intenta no dejarte llevar por su exceso de expectativas.
- Si entras en la rivalidad, tienes las de perder. Sé profesional, pero teniendo en cuenta que el éxito y el logro no tienen la misma importancia para ti y que tú tienes otras prioridades en tu vida que también contribuyen a tu felicidad.
- Ten en cuenta los límites que no vas a permitir que se trasgredan, házselos saber y obra en consecuencia: deja la conversación, sal de la sala... No te dejes someter.
- Las personas arrogantes suelen despertar rabia y están acostumbradas a lidiar con ella. Tratarlas de manera agradable y educada les sorprende, y esa será tu mejor baza. Ojo, no confundas ser agradable con ser sumiso.
- Entrena un estilo comunicativo asertivo. Intenta evitar las criticas absolutas hacia la persona, por muy en desacuerdo que estés. Empieza las frases con «yo creo/pienso/opino que…» y trata de encontrar lo común utilizando «coincido contigo en…».
- Acepta a esa persona como es. No hay nada peor que la fantasía de cambio, el pensar que la siguiente vez será diferente. Mentalízate que no va a cambiar, o al menos que su cambio no depende de ti.
- Ten muy presentes tus objetivos. Si crees que te vas a dejar embaucar o te va a provocar mucha ansiedad y se te olvidarán, apúntalos y procura tenerlos a mano.
- Que no te cieguen sus supuestos logros, la mayoría de las veces estarán sobredimensionados.
- Si ves que te supera, es bueno tomar distancia. Limita el contacto a lo imprescindible.
- Busca apoyos y ayuda. No siempre se saben manejar situaciones de este tipo y necesitamos herramientas que por nosotros mismos no podemos aprender.
Ten siempre presente que si tienes malestar, ayuda has de buscar.