El inconsciente tiene mala fama, tanta que puede lanzarse como una descalificación: ¡Eres un inconsciente! Y no solo eso, en ocasiones lo usamos como una excusa, responsabilizándolo de todos aquellos comportamientos que nos avergüenzan o, simplemente, no entendemos.

Es curioso, porque si algo no entendemos es al propio inconsciente, o subconsciente, que ni en eso nos ponemos de acuerdo, en darle un solo nombre. 

¿Qué es el inconsciente?

Fue Freud quien popularizó el término "inconsciente" a la vez que amplió su significado y trató de darnos un acceso a él a través del psicoanálisis. Sin duda, una genialidad de esas que provocan que el saber humano tenga un nuevo camino por recorrer.

Sin embargo, es como si nos hubiésemos quedado con la idea de que el inconsciente es un misterioso poder oculto que nos hace perder el control o que, simplemente, descubre partes oscuras de nosotros. Algo que hay que sanar.

No es casualidad que para el psicólogo austríaco los fenómenos donde podemos observar la  existencia del inconsciente sean los lapsus, los chistes, los errores inexplicables o, por encima de todo, los sueños. Es decir, todos ellos fenómenos que, de una u otra forma, nos inquietan.

¿Resultado? No nos entendemos con el inconsciente. Vivimos aferrados a lo que sí pensamos (nunca mejor dicho) que podemos controlar: el consciente.

Qué puede enseñarnos el inconsciente

Vivimos desconectados del inconsciente, cuando tiene mucho que enseñarnos. Eso es lo que pensaba Milton Erickson, el famoso psicólogo estadounidense que cambió las técnicas de la hipnosis para aplicarlas a la psicoterapia. De hecho, este tipo de hipnosis lleva su nombre: hipnosis eriksoniana donde, por supuesto, el inconsciente juega un papel fundamental.

Pero él entiende el inconsciente como una fuente inagotable de recursos capaces de darnos soluciones a todo aquello que queramos resolver. Solo debemos ser capaces de escucharle, de conversar con él. Y el mejor camino es la hipnosis.

Pero cuidado, porque la hipnosis tampoco goza de una gran popularidad. Muchos entienden esta técnica como un mero truco capaz de que alguien imite a una gallina en un escenario sin “ser consciente” de lo que está haciendo. No es así.

Hipnosis para conectar con el inconsciente

La hipnosis no tiene nada de truco, ni de pérdida de consciencia o manipulación. Tanto es así que hoy, estoy absolutamente convencido, has estado inmerso en algún estado de trance. Porque éste sucede, por ejemplo, cuando distraídos miramos el fuego. O, cuando sentados a la orilla del mar, nos quedamos embobados con el vaivén del oleaje. O cuando nos perdemos mirando el techo de la habitación.

En definitiva, en todos esos momentos de extraña quietud donde todo está inmerso en un silencio total, más allá de las palabras. Eso es trance. Y es ahí donde podemos conectar con el inconsciente y salir de una manera mejor de la que hemos entrado.

Simplemente con eso, buscando estos momentos y regalándonoslos, podremos empezar a establecer ese diálogo roto entre lo consciente y lo inconsciente, entre lo racional y lo irracional, entre el interior y el exterior.

Los beneficios de conectar con el inconsciente

Debo confesar que cuando descubrí a Milton Erickson y sus técnicas hice un máster en este tipo de hipnosis. Desde entonces no he parado de investigar y estudiar y, como todas las personas que se adentran en esta cueva, descubrí que el inconsciente siempre quiere lo mejor para nosotros. Que nos cuida, trata de protegernos.

El problema es que al vivir en la desconexión de la que hemos hablado, a veces no lo entendemos o nos da demasiado respeto como para recibir y valorar sus consejos. Pero cuando empiezas a sintonizar con él, a integrar los dos mundos de los que estamos hechos, sabes que es muy enriquecedor contar con sus consejos.

Una de las maneras que a mí me sirven es inducirme esos estados de trance (o relajación absoluta para quien le asuste la palabra) y lanzar una pregunta. La respuesta que aparece de repente, por más disparatada que parezca, es un tesoro de gran valor. Solo debemos tener la mente abierta a nuestras dos realidades. En ese momento, seremos capaces de, como decía el propio Erickson, permitirnos ver lo que no nos permiten ver.

¿Quién? A veces las imposiciones de la educación o las rutinas adquiridas de pensamiento o todo ese conjunto de limitaciones que, vaga la redundancia, nos limitan nuestras posibilidades. El inconsciente es justo lo contrario. Es creatividad pura y, por tanto, crea posibilidades donde, a priori, no hay más que obstáculos.