¿Existe el secreto de la felicidad? En un sentido filosófico, es difícil abordar esta pregunta. Son muchos los pensadores y estudiosos que han intentado resolverla. Pero si hablamos de la ciencia de la felicidad, la cosa cambia. Cientos de expertos han estudiado y analizado aquello que nos hace feliz, han medido nuestra respuesta ante determinados estímulos y han localizado lo que hoy en día se conoce como “predictores de la felicidad”. Uno de ellos, asegura Harvard, es especialmente significativo.
Tal Ben-Shahar es profesor en la mencionada Universidad, doctor en psicología y filosofía, e imparte una asignatura que tiene el récord por ser la que cuenta con mayor número de matriculados de la historia de Harvard: 1400 alumnos por semestre. ¿La materia que imparte? Felicidad. Es un experto, es usar la ciencia, la psicología y la filosofía para alcanzarla. Y esta es una de sus más grandes lecciones: la gente más feliz del mundo es aquella que tiene relaciones íntimas sólidas.
La ciencia de la felicidad
Quizá sea la creciente crisis de salud mental, en pleno siglo XXI, lo que ha inspirado a miles de especialistas a preguntarse de qué depende de nuestra felicidad. Pero lo cierto es que ya a finales del siglo XX, alrededor del año 1998, Martin Seligman comenzó a investigar qué nos hacía felices.
Lo hizo bajo el nombre de la psicología positiva, una corriente subversiva que apartaba el foco de los problemas humanos, para centrarse en nuestras fortalezas y virtudes. Este enfoque revolucionario nos permite ver con mayor perspectiva el potencial humano, así como comprender a fondo nuestras capacidades y motivaciones.
Esto es importante, afirma Tal Ben-Shahar en una entrevista para Aprendemos juntos, de BBVA, porque fueron Seligman y sus colegas los que definieron aquello que diferencia a las personas felices de las infelices. “¿Qué les diferencia?”, pregunta Ben-Shahar, “una de las dos cosas que les diferencia es que tienen unas relaciones sólidas íntimas”.
La otra clave, ligada indudablemente a la primera, es la gratitud, el reconocimiento. “Quienes expresan gratitud con regularidad y no dan por hecho lo que tienen, no solo son más felices y optimistas, sino que también tienen más éxito y consiguen sus objetivos, físicamente están más sanos”, explica el profesor de la Universidad de Harvard.
El paradigma de las relaciones sólidas
Una persona que tenga mil amigos no es necesariamente más feliz que aquella que pueda contarlos con los dedos de las manos. En este mundo de inmediatez, en el que el éxito se mide en seguidores, es fácil confundir la cantidad con la calidad. Pero Ben-Shahar nos lo deja claro: lo importante es tener relaciones sólidas, no cualquier tipo de relación.
“No son relaciones perfectas, porque en las relaciones íntimas hay desacuerdos y conflictos”, nos aclara. Y es que es fácil caer en la trampa de la idealización. En televisión, en redes, en publicidad y hasta en cine y literatura, nos exponemos a modelos de relaciones perfectas, idílicas. El “felices para siempre” ha hecho mucho daño. Estas relaciones no son reales, y no es lo que debemos buscar si queremos ser felices.
La clave, según el profesor de Harvard, está en distinguir aquellas relaciones que “son una prioridad en la vida”. Distinguir a aquellos para los que somos una prioridad, y aprender a darles el mismo lugar, es clave para conseguir una vida más plena.
El peligro de las relaciones virtuales
Además de diferenciar aquellas relaciones que son realmente significativas, Ben-Shahar nos advierte sobre el riesgo que la tecnología supone en este sentido. “En el mundo de hoy en día, con la tecnología que nos rodea y que pronto estará dentro de nosotros, las relaciones reales, no las virtuales, han pasado a un segundo plano”.
Este fenómeno se observa fácilmente en las nuevas generaciones. Vemos a los adolescentes enganchados a un teléfono, sintiéndose parte de una comunidad construida por likes, reels y comentarios que rápidamente se tornan ofensivos. Confundimos el entorno online con el real. Y esto supone un gran riesgo.
Debemos volver a relacionarnos más allá de las pantallas. Valorar el tiempo que pasamos junto a los nuestros. Y el primer paso para conseguirlo pasa por dejar el teléfono en silencio, sentarte con las personas con las que compartes tu vida, y dedicarles un tiempo de calidad. “Las relaciones son muy importantes para la felicidad”, asegura el experto de Harvard, que asegura que confundir las relaciones virtuales con las reales “resta felicidad a la gente”.
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