Si procuras invertir tiempo en crecer emocionalmente y te preocupa llevar una relación saludable con tu pareja, es muy probable que alguna vez hayas dado con el término “apego”, “teoría del apego” o “los tipos de apego”. Lo cierto es que, de las muchas teorías disponibles para comprender cómo nos relacionamos con los demás, esta es la que cuenta con mayor respaldo científico.
En palabras de Julie Menanno, a la que tuvimos la suerte de entrevistar en Cuerpomente, psicóloga y autora de Amor seguro, la teoría del apego es “lo más cerca que ha estado la ciencia de explicar qué hace que las relaciones prosperen y qué las hace fracasar”. Es por eso por lo que comprender cuál es nuestro estilo de apego y cuál es el de las personas a las que queremos puede ser transformador. Y por eso hoy te contamos cuáles son los tipos de apego, cómo puedes averiguar cuál es el tuyo y cómo afecta a tus relaciones. ¿Te animas a descubrir un poco más sobre ti misma?
Apego seguro
“La forma en la que te relacionabas con tus padres cuando eras pequeño influye en la forma en la que te comportas en una relación de adulto”, explica Menanno en su libro. Es esta idea la que, a finales de los sesenta, impulsó a la investigadora Mary Ainsworth a, tomando como base la teoría del apego John Bowlby, definir cuatro tipos de apegos, que siguen siendo los que usa la psicología para comprender cómo nos relacionamos.
El primero de estos tipos es el apego seguro. Cuando tus padres han satisfecho de forma consistente y estable tus necesidades, tanto las básicas como las emocionales, creces con un apego seguro.
Si tienes un apego seguro, explica la psicóloga, confiarás en que la mayoría de las veces tu pareja esté contigo en momentos complicados, te sentirás segura, incluso cuando estás lejos de tu pareja, y serás, al mismo tiempo, capaz de responder de forma apropiada a sus necesidades.
Puede que de vez en cuando tengas conflictos con aquellos a los que quieras, pero por lo general sabrás repararlos y solucionarlos. Sabes poner límites de forma saludable y amable.
Apego evitativo
Si tienes apego evitativo, explica Menanno, “probablemente estés algo desconectado de tus propias emociones y necesidades de apego. Según la especialista, este tipo de apego es más habitual en hombres que en mujeres.

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En este tipo de apego, lo habitual es que cuando pienses en tu infancia no recuerdes nada doloroso. Puede que pienses, de hecho, que tuviste una niñez perfecta. Tus padres siempre cubrieron tus necesidades básicas. Y, sin embargo, jamás te mostraron su apoyo y contención a nivel emocional. Los niños que crecen en este tipo de entornos, explica la experta, tienden a desconectarse de sus necesidades emocionales, conscientes de que estas jamás resultarán satisfechas.
También es posible desarrollar este tipo de apego cuando al menos uno de los cuidadores es emocionalmente intrusivo, lo que hace que aprendas a cerrarte emocionalmente para protegerte.
Así te relacionas con apego evitativo
En cualquier caso, explica Menanno, “tu cerebro ha aprendido a recurrir a la lógica, a la razón y a un enfoque de la vida basado en la resolución de problemas, que ocurre a expensas de tener un yo emocionalmente rico”. Huyes de las relaciones emocionalmente significativas, porque estás desconectado de tu mundo emocional.
La psicóloga asegura, además, que si creciste con un apego evitativo es más que probable que en tu casa no se manejara bien la ira, por lo que ahora sientes una intensa vergüenza hacia esta emoción, y acabas reprimiéndola.
Es posible que, si este es tu tipo de apego, no te sientas identificado en absoluto. La experta asegura que el nivel de desconexión con las emociones de los evitativos puede manifestarse, sencillamente, en una sensación de vacío. A la larga, sin embargo, hay estudios que apuntan que las emociones reprimidas de quienes tienen apego evitativo pueden acabar afectado a la salud física, especialmente a la presión sanguínea y el ritmo cardiaco.
Apego ansioso
Por otro lado, si tienes un apego ansioso, “es probable que te cueste separarte emocional o físicamente de tu pareja, y probablemente sientas la necesidad de protestar cuando tu pareja no responde a tu malestar y a tus demandas de conexión”, explica la psicóloga.
Por lo general, las personas que tienen este tipo de apego son aquellas que han obtenido suficiente atención durante su infancia cómo para saber lo que es la contención emocional, pero no lo suficiente como para confiar en que durará. Las razones de esta inconsistencia en el apoyo emocional, explica la experta, pueden ser diversas: padres con largas jornadas de trabajo, con enfermedades físicas o mentales, con personas enfermas a su cargo o que carecían de apoyo para cuidar de aquellos hijos que necesitaban especial atención.
Así te relacionas si tienes apego ansioso
Si tienes este tipo de apego, puede que hayas desarrollado una de esas (o ambas) conductas durante tu infancia. Quizá montabas rabietas, te portabas mal o llamabas la atención para conseguir y comprobar que tenías el respaldo de tus padres, o acabaste asumiendo que agradar a los demás es la mejor forma de lograr seguridad. En este último caso, asegura la experta, es probable que sientas que tu valor como persona está en mantenerle felices a los que te rodean.
En cuanto a tu forma de relacionarte con los demás, tienes un profundo miedo al abandono emocional o físico. Sientes que tus emociones no son válidas o aceptables, pero te sientes impulsada a expresarlas. Esto te hace vivir atrapada en un ciclo de gestos excesivos que los demás ven como excesivos, al que le siguen protestas y enfados con estas mismas personas por no haber sido contenida como necesitabas.
Apego desorganizado
Hay un último tipo de apego, algo más desconocido que los dos anteriores, algo más complejo de entender. “Si tienes un apego desorganizado”, explica Menanno, “puede que experimentes emociones intensas y estados de ánimo inestables, y que tengas comportamientos contradictorios que oscilan entre la búsqueda de cercanía emocional y la desconexión”.
Puede parecer una mezcla de los dos apegos anteriores, pero la experta advierte que “si bien es cierto que una persona con apego desorganizado puede ser muy ansiosa y evitativa, el todo es mayor que la suma de las partes”.
Quienes crecen con este tipo de apego, por lo general, han tenido una infancia traumática, y han sentido miedo y desconfianza hacia sus padres o cuidadores. La psicóloga explica que, durante la infancia, los niños con apego desorganizado desarrollan un terrible conflicto interior: “un intenso deseo de recibir seguridad y consuelo emocional, pero sin la esperanza de encontrarlo”.
Así te relacionas si tienes apego desorganizado
Si es tu caso, es posible que tengas el sistema nervioso especialmente activo (te asustas fácilmente con ruidos, te estresas con facilidad, tienes ansiedad habitualmente) y, al mismo tiempo, habrá periodos en los que te sientas profundamente desconectada de tus emociones.
Los adultos con apego desorganizado, explica Menanno, tienden a la disociación, temen la separación física y emocional con su pareja, y al mismo tiempo puede rechazarla para protegerse del abandono.
En función del espectro que tengas más desarrollado del apego, puede que te encuentres en una de estas dos categorías:
- Apego desorganizado-oscilante. Estás más cerca del espectro ansioso del apego. Tienes miedo al abandono y al rechazo. A veces buscas emocionalmente a tu pareja, y en cuanto consigues su atención la rechazas por miedo. Te criaste en un entorno que te dejó sin poder confiar en los demás ni en ti misma.
- Apego desorganizado-empobrecido. Estás más cerca del espectro evitativo del apego. Estás desconectada de tus emociones y tus necesidades emocionales. Sientes mucho caos interior, te da miedo exponerte a situaciones novedosas (como viajar) y evitas a toda costa el estrés. Te mantienes, siempre que puedes, en un plano alejado de tu conciencia.
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