¿Alguna vez te has preguntado qué es la felicidad? Con esta pregunta, tan trascendental como esencial, Walter Riso comienza uno de sus vídeos más visitados en YouTube. El psicólogo, escritor y conferencista ítalo-argentino comparte por medio de las redes sociales sus conocimientos sobre terapia cognitiva, amor, autoestima y bienestar emocional.
Ante la pregunta, Riso se confiesa: “no creo mucho en la felicidad, creo más en la alegría”. Define la alegría como un estado emocional. Y la felicidad, como algo similar a “la alegría sostenida en el tiempo”. Eso sí, advierte a todo aquel que esté dispuesto a escuchar que no hay nada de eterno en esta alegría. Porque, “si uno piensa que la felicidad tiene que ser una alegría eterna, la sonrisa bobalicona de una felicidad tonta, esa felicidad sería como el apego a la alegría”, y no verdadera felicidad.
Es por eso que Riso asegura que, si hay algo remotamente similar a la felicidad en la vida, el bienestar o la alegría, le demos el nombre que le demos, es algo que debemos buscar. Que solo se encuentra, si se busca. Y para hacerlo, nos recuerda las tres caras de la felicidad que jamás debemos olvidar, y que el experto aprendió del creador de la teoría de la psicología positiva, Martin Seligman.
La cara del placer
Si nos remontamos a la antigua Grecia, a esas primeras veces en las que la humanidad se preguntó qué era la felicidad, si es que algo como aquello existía, hubo una respuesta que trascendió fronteras y siglos. Epicuro, fundador de la escuela hedonista, consideraba que la felicidad estaba en el placer.
Esta es, también, una de las tres caras de la felicidad de Seligman. Por su parte, Riso tiene su propia definición de este camino que nos permite aceptar el placer de la vida sin culpa. El hedonismo, explica el experto, “es la capacidad de sentir placer, de disfrutar de las cosas que tú haces, de la vida sencilla, de que te des gusto, de que puedas divertirte, alegrarte, disfrutar. El aquí y ahora”.
No tiene, por tanto, nada que ver con grandes lujos. Esta cara de la felicidad consiste en aprender a apreciar lo que ya tenemos. A conectar con la gratitud y disfrutar del presente, dos de las grandes lecciones que la psicología moderna insiste en que aprendamos.
La cara de la autorrealización
Frente al hedonismo de Epicuro, tenemos la eudaimonia de Aristóteles. El vocablo, difícil de pronunciar, parecía venir del nombre propio Eudemo, un aprendiz (o quizás hijo) del gran filósofo griego. Riso la define como “la felicidad que otorga la virtud”, y a esta, “como ese desarrollo especial de las cualidades que te permiten trascender y que duran mucho tiempo”.
Esto conecta, sin duda alguna, con la segunda vía que Seligman plantea para alcanzar la felicidad, la vía de la autorrealización.
El psicólogo italo-argentino nos presenta esta cara de la felicidad como la de “la satisfacción a largo plazo”, que, asegura, solo puede alcanzarse por medio de la autorrealización. Es, nos explica, “la posibilidad de desarrollar esas habilidades que tienes en la vocación”.
Para vivir en esta cara de la felicidad debemos, en primer lugar, conocernos a nosotros mismos.Riso asegura que este camino pasa por encontrar “lo significativo para ti desde el punto de vista de la realización personal”. Es decir, definir aquello que nos importa, aquello que nos mueve y nos motiva.
En segundo lugar, debemos dedicar nuestro tiempo y energía a mejorar en aquello que nos proponemos. El catedrático José Antonio Marina coincide también en este punto, asegurándonos que uno de los tres pilares de la felicidad, desde su perspectiva, es la capacidad de avanzar y progresar.
La cara de la espiritualidad
“El tercer elemento”, explica Riso, “es una vida con significado”. Es fácil confundirlo con la idea de la autorrealización, pero mientras esta se basa en la satisfacción de saber que avanzamos, que crecemos, que hacemos un bien para la sociedad, esta segunda tiene mucho más que ver con la espiritualidad.
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Según el psicólogo, “los hombres y las mujeres siempre buscan algo que los contenga”. Es decir, algo que nos dé significado. Un sentido o propósito mayor a nosotros mismos, en el que sentirnos arropados por una dirección concreta.
“La espiritualidad es como la búsqueda de lo sagrado”, reflexiona Riso, “pero el significado también puede ser cómo te relacionas con las personas. También puede ser un sentido vital absorbente, una entrega, una pasión, un entusiasmo, que le da sentido a tu vida.” Es, en conclusión, el propósito de vida, algo esencial, como aseguran otros tantos expertos, como el experto de Harvard, Arthur C. Brooks.
Los tres caminos
Ante la trifurcación de esta senda hacia la felicidad cabe imaginar que una tiene mayor relevancia que la otra. O que quizá alguna puede ser más fácil de transitar las otras dos. Pero lo cierto es que solo en el equilibrio, encontraremos el verdadero bienestar. Así lo asegura Riso, que concluye: “Cuando esas tres cosas están juntas —la vida espiritual, la vida de la autorrealización y la vida de no tenerle miedo al placer— estás cerca de lo que podríamos llamar una vida relativamente estable.”
El experto no cree en la felicidad eterna, porque nada en esta vida lo es. Pero, sin duda, encontrar este pequeño equilibrio entre placer, satisfacción y propósito, es lo más parecido a la felicidad que puede experimentar el ser humano.
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