Las relaciones humanas son el tejido que sostiene nuestra vida. Desde las primeras conexiones que establecemos en la infancia, hasta los lazos que cultivamos en la madurez, el valor de formar parte de una comunidad puede serlo todo para una persona. No en balde, la OMS considera la soledad un peligro de salud pública, el más preocupante para los países del primer mundo en el siglo XXI.
Harvard también sostiene esta teoría. Su Estudio del Desarrollo Adulto, que lleva ochenta años investigando lo que significa la felicidad para cientos de personas, ha determinado que las relaciones sociales son el mayor predictor de felicidad de nuestra sociedad.
José Antonio Marina, catedrático de filosofía, ensayista, pedagogo y escritor, comentaba para La Vanguardia lo que, tras muchos años de estudio, él considera las tres claves de la felicidad. Y, por supuesto, están muy relacionadas con los vínculos que compartimos.
La soledad: el gran enemigo de la felicidad
La soledad, en especial cuando no la escogemos, afecta de forma significativa a la salud física y mental. Un informe de la OMS asegura que la falta de vínculos sociales puede ser tan perjudicial para la salud como fumar 15 cigarros al día. Es un factor de riesgo clave para la salud mental. Lo más preocupante, es que con la edad, esto empeora.
“El problema en las personas de edad, que agrava todo, es la soledad”, decía Marina para La Vanguardia. “La soledad no querida es muy mala consejera. En soledad, es muy difícil luchar contra los miedos y los sentimientos depresivos.
Pero ¿cómo podemos hacer frente a esta epidemia, sea cual sea nuestra edad? La experiencia y la larga trayectoria de Marina le han ayudado a llegar a una sencilla, pero reveladora, conclusión: “La gran solución es la comunicación”. Mantener conversaciones frecuentes, buscar espacios de interacción y cultivar amistades son acciones esenciales para mitigar la soledad y recuperar el preciado sentido de la pertenencia.
Las tres grandes claves de la felicidad
Para José Antonio Marina, que ha estudiado al ser humano desde la perspectiva filosófica durante toda su vida, la felicidad no es un concepto abstracto, sino una realidad alcanzable por medio de la armonización de tres necesidades fundamentales. Así lo expresaba en la citada entrevista: “La felicidad radica en saber armonizar tres grandes necesidades: el bienestar físico, mantener relaciones sociales lo más cordiales y estimulantes posibles, y sentirnos útiles.”
El bienestar físico es un pilar esencial. Sin salud, las posibilidades de disfrutar la vida merman, se ven limitadas. Pero Marina nos recuerda que este bienestar debe ir acompañado siempre de relaciones significativas. Las conexiones sociales nos proporcional apoyo emocional, nos desafías, nos inspiran y nos estimulan a seguir creciendo.
Por último, sentirnos útiles, tener un propósito, contribuir de alguna manera. Es la mejor forma de llenarnos de energía y motivación para afrontar cada día con estusiasmo.
Cultivar las relaciones sociales
El gran consejo de José Antonio Marina para luchar contra la soledad pasa por aferrarnos “con uñas y dientes a las relaciones sociales” que tengamos, y hacer “lo posible porque funcionen bien”. Da igual en qué etapa de la vida te encuentres, las relaciones requieren de atención, de cuidado y esfuerzo. No se trata solo de ser cuidados, explica Marina, sino también de cuidar a los demás.
Para ello te invitamos a reflexionar sobre cómo te relacionas, cuestiónate si estás haciendo lo suficiente para cuidar de esos vínculos que compartes con tu familia, con tus amigos, con tus compañeros de trabajo y hasta con tus vecinos.
Y ahora que te has hecho la pregunta, empieza a cuidarlos mejor. Para ello, lo primero es aprender a escuchar activamente. En un mundo en el que todos tenemos algo que decir, pocas veces nos detenemos a escuchar. La escucha activa fortalece las relaciones y crea espacios de confianza mutua.
Otro aspecto crucial es cuidar los detalles en la comunicación. Gestos como recordar fechas importantes; interesarse genuinamente por el otro, por su bienestar, por sus intereses; expresar gratitud. Estos detalles pueden marcar la diferencia. Se trata de un esfuerzo pequeño, pero que ha de ser constante.
Por último, valoremos más la reciprocidad. Las relaciones jamás deben ser unidireccionales. Tanto dar como recibir es fundamental para mantener un equilibrio saludable. Eso significa saber pedir ayuda cuando la necesitamos, y estar dispuestos a ofrecerla cuando otros la necesiten.
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