En un mundo lleno de prisas, ansiedad y malas noticias, conectar con uno mismo y con la dimensión más trascendente de la vida es un bálsamo.
Más allá de las religiones y creencias preestablecidas, la práctica espiritual nos da herramientas para recobrar el equilibrio y la serenidad en medio del caos. ¿Cómo desarrollar la espiritualidad?
6 formas de practicar la espiritualidad que no son religiosas
Algunas formas de espiritualidad no tienen que ver por fuerza con escrituras sagradas o creencias.
1. Practicar la compasión
Desde una perspectiva budista, la compasión se acerca a la empatía, aunque no hay que profesar el budismo para llevarlo a la práctica. La capacidad de ponerse en el lugar del otro y sentir desde su situación lo que está viviendo, aportando amistad para procurarle alivio, es una experiencia espiritual.
2. Reconocer el misterio de la vida
Muchos científicos de la era moderna, incluyendo los de física cuántica, entraron al final de sus vidas en un misticismo que no estaba reñido con la ciencia. Einstein se ocupó en sus últimos años de la ética y de la existencia de Dios, mientras que el físico David Bohm llegó a publicar un libro de sus conversaciones con Krishnamurti. También ellos percibieron que nuestra orilla de conocimiento es mínima en comparación con el océano de misterio que se extiende ante nosotros.
3. Hacerse preguntas
El teólogo y filósofo Francesc Torralba afirma que "la inteligencia espiritual faculta al ser humano para el análisis valorativo de la propia existencia. Podemos desarrollarla a través de las preguntas que emergen naturalmente de nosotros y que nos llevan más allá de nosotros mismos". ¿Qué hubo antes del Big Bang? ¿Quién le dio al botón y por qué? ¿Quién creó al creador? ¿Por qué he venido al mundo, entre los billones de posibilidades de no haber nacido? Bucear en estas preguntas es otra vía a la espiritualidad.
4. Sumergirse en lo artístico
En su ensayo De lo espiritual en el arte, Wassily Kandinsky afirmaba que la mística del ser humano se representa de manera esquemática con un triángulo: "En la punta del vértice más elevado a veces se encuentra un único hombre. Su contemplación gozosa es semejante a su inconmensurable tristeza interior. Los que se hallan más cerca de él no le entienden e indignados le llaman farsante o loco. Así vivió Beethoven, insultado y solo en la cumbre". Según este creador ruso, el artista tiene acceso a realidades trascendentes que escapan al resto de la humanidad. Al generar arte de cualquier tipo, nos situamos en la punta del triángulo, lo cual nos aporta una perspectiva mística.
5. Meditar en movimiento
Muchas veces relacionamos la meditación con sentarnos en un almohadón en posición de loto, pero el mindfulness puede llevarse a todos los ámbitos de la vida cotidiana. Al cocinar, limpiar, pasear, leer o cualquier otra actividad, podemos poner todo nuestro foco en lo que estamos haciendo.
6. Practicar el altruismo
Canalizar nuestra generosidad hacia quienes lo necesitan es parte esencial de todas las religiones, y nos ayuda a crecer de forma espiritual independientemente de ellas. El acto de dar es trascendente en sí, porque nos lleva más allá de nuestros propios deseos. Como afirma el psicomago Alejandro Jodorowsky, "Lo que das, te lo das. Lo que no das, te lo quitas".
Algunas frases inspiradoras tienen capacidad para despertar en nosotros algo que nos invita a conectar con nuestra alma y sentido de la espiritualidad. En este vídeo encontrarás algunas:
Por qué practicar la espiritualidad
Según la Premio Nobel de Medicina Elizabeth Blackburn, la meditación aumenta la actividad de los telómeros un 26%, lo cual redunda de forma directa en nuestra longevidad.
Otros estudios demuestran que la oración y otras prácticas espirituales ayudan a reducir el estrés y disminuyen el riesgo de desarrollar trastornos cardiovasculares, entre otros beneficios.
¿Cómo encontrar el camino a la espiritualidad?
Conocí en unas conferencias al sacerdote Pablo d’Ors, autor de una docena de libros. Yo había leído su Biografía del silencio, un pequeño volumen sobre la meditación que ha sido un superventas inesperado.
Tras dar mi charla un sábado, el domingo asistí con curiosidad a la suya, titulada "Somos la luz del mundo". Desde el palco de conferenciantes, yo me esperaba una ponencia erudita. Quizá incluso que leyera un pliego de hojas.
Felizmente, nada de eso ocurrió. Sentado ante el auditorio, Pablo explicó de manera desenfadada su búsqueda de la luz y la sabiduría.
Utilizó una metáfora muy bella: durante años había sentido que llamaba repetidamente a una puerta que no se quería abrir.
Muchas personas se sienten así en su indagación espiritual. Arrastrados por el ruido y violencia del mundo, tratan de encontrar el maestro, la disciplina o la práctica que las lleve a un oasis de serenidad. Y no es tarea fácil.
Pablo D’Ors explicó que llamó sin éxito a esa puerta cerrada, hasta que se dio cuenta de que no era la única puerta. Cada persona, cada lugar y situación que nos ofrece la vida nos da acceso a la luz. Esta revelación le permitió desencallar su búsqueda espiritual.
En sus propias palabras: "Si la puerta a la iluminación está en todas partes, eso significa que no hay puerta". Y si no hay puerta, entonces ya estamos iluminados, solo que no nos habíamos dado cuenta.
La espiritualidad como estado mental original
El pensamiento de este sacerdote católico armoniza con el zen. Bankei Yotaku, que vivió hace cuatro siglos, insistía a sus discípulos en que ya estaban iluminados.
Este maestro de la escuela Rinzai lo explicaba así: "Yo solo les digo a la gente que permanezcan en su estado mental original y que no lo transformen en pensamiento.
No pretendo que hagan nada especial ni les doy reglas ni prácticas concretas. Solo que permanezcan en su hogar y no busquen nada más. Que se sienten, se pongan de pie, duerman, se despierten y lo hagan todo en este estado mental original sin dejar que se transforme en nada más".
Tal vez te preguntes cuál es ese estado original, o cómo puedes volver a él si ha quedado oculto por capas y capas de pensamiento, de ideas preconcebidas.
En su Biografía de la luz, Pablo D’Ors señala que el centro de la búsqueda es la cuestión "¿Quién soy yo?", y advierte: "No se trata, evidentemente, de una pregunta que admita respuestas definitivas, acaso ningún tipo de respuesta: no es un dilema que haya que resolver, sino más bien un horizonte con el que hemos de convivir. Mantener esta pregunta viva es ya empezar a responderla".
Espiritualidad y religión: una relación estrecha pero no imprescindible
Este autor se sirve del Evangelio para su indagación, ya que le parece un texto que presenta de manera lúcida las paradojas y la grandeza de la vida. Sin embargo, ¿es necesario seguir algún libro o alguna religión para acceder verdaderamente a la espiritualidad?
El escritor uruguayo Mario Benedetti declaraba: "Yo no sé si Dios existe, pero si existe, sé que no le va a molestar mi duda".
Es un error habitual confundir religión con espiritualidad: se puede ser agnóstico o ateo y ser profundamente espiritual si crees en la bondad natural del ser humano, en su capacidad de ir más allá de sí mismo y de extender su mano a los demás y al mundo.
El nivel de espiritualidad se manifiesta también en la manera de relacionarse con uno mismo y con el mundo.
Vuelvo a la conferencia de Pablo D’Ors, esta fue su conclusión. Cuando te dejas en paz, aceptándote como eres, con tus fortalezas y debilidades, tus aciertos y errores, evolucionas espiritualmente, porque has eliminado al enemigo dentro de ti que no te dejaba amarte por quién eres.
Si alcanzas ese estado de nolucha en que no pretendes ser otra cosa
, estás ya muy cerca de la luz. Un escalón superior, a partir del anterior, es dejar en paz a los demás.
Amar y aceptar a los otros por cómo son, sin tratar de corregir su camino, de orientarles ni de cambiarles, es muestra de un grado supremo de espiritualidad.
De hecho, el editor David Barba afirma que el maestro más elevado no necesita hacer ni decir nada. Su sola presencia ya ilumina al discípulo.