Entender cómo funciona la mente, porque nos lleva a pensar unas cosas y a actuar de una determinada manera y no de otra nos puede ser muy útil para utilizarlo a nuestro favor y cambiar dinámicas que pueden acabar por perjudicarnos.
Todos tenemos una cierta mentalidad de mono. Ante el ritmo acelerado de la vida actual en la que somos multitarea en muchos sentidos, en el que estar en todo y ser los mejores en cada campo es uno de los motores de la vida, la mente sigue nuestro mismo ritmo precipitado, incluso un poco más. Te habrás dado cuenta de que, ante los sucesos diarios, la necesidad de tomar decisiones o hacer planes, por banales que sean, tu mente va saltando de un pensamiento a otro, dibuja miedos, preocupaciones, hace especulaciones y entra en teorías conspirativas con las que a menudo lo único que hacemos es autosabotearnos. Es lo que en mindfulness se conoce como "mente de mono", la que salta de rama en rama sin pensar demasiado.
Tu cerebro chimpancé
El psiquiatra y especialista en psicología del deporte Steve Peters, en su libro La paradoja del chimpancé definió 3 funciones principales del cerebro:
- El "humano": la zona frontal del cerebro, principalmente consciente, curiosa, racional y empática, la que busca sentido y propósito y que nos gusta pensar que es la que siempre está al mando.
- El "chimpancé": la zona más primitiva, denominada límbica, que se guía por la emoción y el instinto, reactiva, codiciosa y perezosa, capaz de actuar con mucha más rapidez que el cerebro humano. Saca conclusiones rápidas y sesgadas. No analiza ni tiene en cuenta el contexto.
- El "ordenador": en la zona principal, almacena las creencias y conductas que surgen de la interrelación entre esos dos sistemas en nuestra experiencia de vida, a la que podemos acceder tanto a través de nuestro cerebro de chimpancé como de humano y que se puede programar deliberadamente mediante el hábito para que nos ayude a tomar mejores decisiones.
Entre los dos cerebros, el "humano" y el "chimpancé", siempre hay uno que representa nuestra personalidad dominante e identificarlo nos ayudará a controlar ambos.
Alison Jones, coach y editora, habla de ello en su último libro Escritura exploratoria (Ed. Sirio)y propone una completa práctica basada en la escritura para uno mismo, con el objetivo de tomar el control de nuestro cerebro chimpancé.
Basándose en la teoría de la mente de mono o el "cerebro chimpancé", Jones defiende que nuestros primeros pensamientos antes de tomar una decisión o tras un acontecimiento no suelen ser los más útiles. El "chimpancé", impulsado hacia la respuesta emocional e hiperconsciente de las señales negativas, como el miedo, la ira y la vergüenza, suele reaccionar antes que el "humano". Y aunque el "humano" puede irrumpir para regular la respuesta límbica, necesita tiempo y esfuerzo, y muchas veces, el daño ya está hecho.
No podemos deshacernos de nuestro "chimpancé", ni del miedo, ni de los pensamientos negativos que le acompañan, afirma Alison Jones, pero podemos aprender a modelarlos a nuestro favor.
dos mentalidades, dos propósitos
La respuesta del "cerebro chimpancé" es la automática, la que surge sin pensar demasiado ni analizar ningún contexto. Y suele ser una respuesta de exageración, catastrofismo, suposición, una interpretación poco realista de lo que está pasando: esa es la que nos da el chimpancé como primera opción.
Lo que hay que hacer, y lo que persigue Jones con su modalidad de "escritura exploratoria" (escribir para uno mismo y para el autoconocimiento) es conectar la zona límbica (chimpancé) y la racional (humano) para salir del estado de ansiedad y pasar a otro en el que podamos razonar mejor y tomar así mejores decisiones.
El "chimpancé" es la zona ancestral y reactiva de nuestro cerebro, a veces demasiado reactiva. El "chimpancé" y el "humano" son diferentes, porque buscan propósitos distintos. Nuestra "mente de mono" está dirigida a la supervivencia, sin más. La "mente humana" está enfocada a la realización, a cumplir objetivos e intentar ser la persona que quiero ser. La diferencia entre estos propósitos es la que causa más contradicciones.
Alison Jones nos alerta de que una de las razones por las que no escuchamos al "chimpancé" es porque eso nos "hará quedar mal". Y también porque nos asusta perder el control. Pero lo que sucede es que, como no lo escuchamos y lo queremos tapar, "el chimpancé insiste e incordia" todavía más.
Pero escuchar y dejar hablar al "chimpancé" puede ser precisamente la forma de desactivarlo.
Cómo controlar a la "mentalidad de mono"
Alison Jones nos cuenta en su libro que escuchar a nuestra "mente de mono" probablemente nos puede ayudar identificar nuestras necesidades. Si el "cerebro de mono" nos hace saltar las alarmas de inseguridad o falta de reconocimiento lo que en realidad está pasando es que estamos identificando nuestras necesidades primarias. Hay que reconocerlas y celebrarlas y después intentar resolverlas. Así, nuestro chimpancé quedará "descolocado".
Steve Peters, el creador del concepto del "cerebro chimpancé", llevó a cabo un experimento:
Trabajó con el equipo olímpico de ciclismo de Gran Bretaña. Les dijo a los atletas podían ir a él a exponerle sus quejas, pero que, si lo hacían, tenían que estar quejándose durante 15 minutos seguidos. Ninguno lo consiguió. Cuando dejamos que nuestro chimpancé se exprese y le damos espacio, es incapaz de mantener su negatividad durante mucho tiempo. Se cansa. Así que concederle una atención libre y total consigue frenar la negatividad.
Peters defendía la necesidad de escuchar y prestar atención a los pensamientos negativos para darles la vuelta y convertirlos en positivos. Alison Jones también asegura que escribir los pensamientos negativos les resta fuerza. Se trata de ver las debilidades con compasión y con curiosidad para experimentar con ellas y transformarlas en un valor, asegura Jones. Con la práctica se consigue.
Si "tu chimpancé" se siente valorado es probable que te cause menos problemas en el futuro.