Si te dijera que en realidad muchas de tus acciones no están determinadas por tus pensamientos o tu razón, sino por tus emociones, ¿qué pensarías? Por más que pueda sonar algo arbitrario, lo cierto es que es un hecho científicamente demostrado. Las personas primero sentimos, luego actuamosy, un tercer estadio, razonamos para justificar nuestras acciones.

Puede que haya formas de reconducir este proceso, puede que no. Lo que está claro es que es así como funciona el cerebro. Esto es a lo que los psicólogos llaman “sesgo emocional”, y el biólogo molecular Estanislao Bachrach nos explica cómo opera en nuestra mente y como cambia la forma en la que percibimos el mundo.

Una diferencia de 0,47 segundos

Suena insignificante, pero no lo es. 0,47 segundos es la diferencia de tiempo que la ciencia ha calculado entre la emoción y el pensamiento. Sientes 0,47 segundos antes de que en tu mente se active el proceso de razonamiento. Y estos poco segundos son lo que lo marcan todo.

La emoción es mucho más potente en el cerebro que la razón”, explica Bachrach para el podcast Mentalidad Seiko. Esta frase es, probablemente, el resumen más sencillo que podemos hacer del concepto “sesgo emocional”, que la psicología y la neurociencia usan para explicar cómo funciona nuestra mente.

En resumidas cuentas, el sesgo emocional es la tendencia natural del cerebro a dejarse influir por las emociones antes que por la razón. Esto significa que, ante cualquier situación, primero sentimos y luego justificamos con lógica lo que hemos hecho o decidido. Como la diferencia de tiempo es mínima, puede darnos la sensación de que en realidad hemos actuado según la razón, pero no es cierto. Nuestras emociones tienen un impacto más rápido y fuerte en nuestras acciones que nuestros pensamientos racionales, incluso cuando creemos que estamos actuando de forma lógica.

¿Por qué funciona así nuestro cerebro?

Dar respuesta a esta pregunta no es tarea fácil, porque nos llevaría a preguntarnos por qué nuestro cerebro es como es, y la ciencia está a años luz de comprenderlo. Sin embargo, sí podemos justificar desde la configuración del órgano porque la emoción impera sobre el pensamiento.

“Tu sistema límbico, que son tus emociones, están conectadas con tu sistema del córtex prefrontal, que son tus pensamientos”, explica de la forma más sencilla posible Bachrach. “El sistema límbico tiene 200 millones de años, el córtex prefrontal tiene 100 mil. Es muy nuevo, es lo más nuevo que tenemos”. La explicación a este fenómeno puede hallarse en nuestra propia evolución. El cerebro primitivo sigue ganando a la sofisticación de la mente moderna.

El experto continúa su explicación: “las redes (neuronales) circulan de un sistema a otro. Tenés 20 autopistas del límbico al prefrontal, y una autopista del córtex prefrontal al límbico”. Es decir, que las emociones viajan mucho más rápidas que los pensamientos por nuestro cerebro. “Esa comunicación que se dispara”, asegura, “se llama el sesgo emocional”.

Un sesgo que se aplica a todo

“Siempre estás sesgado emocionalmente”, asegura Bachrach. Aunque no lo creamos, el cerebro nos obliga a filtrar por la emoción antes que por el pensamiento. De esa forma, nos explica, cuando votamos, por ejemplo, por un político, por más que creamos que nos hemos acercado a sus ideas desde la razón, en muchos casos lo hacemos por simpatía. “Lo vas a votar, porque siempre lo votaste, porque te cayó bien”.

 “Lo mismo con los jefes, con las personas, cuando a vos te cae bien alguien, sin explicar por qué, sesgas”. Esta forma de pensar, que opera en nuestra mente, incluso sin que nos demos cuenta, en todas las partes de nuestra vida, por lo que Bachrach nos advierte, “quizá te estás perdiendo de interactuar con gente solo por el tema emocional”.

Derrota a tus sesgos emocionales

No intenta concienciarnos sobre si esto está mal o no, sencillamente ilustrar cómo funciona la mente. Pero, si queremos evitar que nuestras emociones nos controlen… ¿Qué podemos hacer? Esto es lo que nos dice la psicología.

  • Practica la autorreflexión. Antes de pasar a la acción, tómate un momento para identificar y nombrar la emoción que estás sintiendo. Esto puede ayudarte a separarla de tu reacción inmediata. Por ejemplo, si sientes enfado, reconócelo conscientemente y verás como se reduce su intensidad, permitiéndote evaluar mejor la situación.
  • Aplica el pensamiento crítico. Con las emociones más calmadas, cuestiona tus primeras impresiones. Pregúntate, “¿qué evidencia tengo de que esto sea cierto? ¿Hay otra forma de interpretar la situación?” Esto te ayudará a filtrar las emociones y a enfocarte en los datos objetivos.
  • Tomar distancia emocional. Imagina que le estás dando consejo a otra persona que se encuentra en tu misma situación. Esta sencilla técnica te puede ayudar a ver el problema desde una perspectiva más racional. Se la conoce como técnica del “autodistanciamiento”, y puede ser muy eficaz para reducir el impacto de las emociones inmediatas.
  • Entrena la regulación emocional. Por último, puedes introducir en tu día a día técnicas como la respiración profunda, la meditación o el mindfulness para mejorar tu capacidad de gestionar las emociones. De esa forma, podrás evitar que tus reacciones impulsivas dominen tus decisiones.

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