Cuando nos conectamos con la energía sexual,nos vinculamos a la vida a través de nuestro cuerpo y de las sensaciones placenteras que este nos despierta.

Pero estamos poco habituados a valorar lo que no vemos,lo que no es tangible ni cuantificable, no cuenta. En nuestra cultura aquello que no se puede medir, no existe, con lo que la energía sexual no es valorada ni tenida en cuenta en nuestro día a día.

Tampoco se valoran todos sus beneficios, porque también forman parte de las cosas que no se pueden medir ni ver. Así, la sexualidad queda excluida, y con ello todo lo bueno que nos aporta a nuestra existencia y salud.

 

Descubrirnos mediante la propia sexualidad

La sexualidad nos lleva hacia dentro, a diferencia de nuestra cultura volcada siempre hacia el exterior. Nos descubre un mundo propio lleno de sensaciones particulares y personales para el que nadie nos educa y que son difíciles de compartir.

Estar conectado con este mundo interno personal y satisfactorio nos ayuda a tener una identidad propia. Además, como fuente de bienestar que es, nos permite incrementar nuestra autoestima sin necesidad de la mirada exterior.

 

Estas sensaciones placenteras relajan nuestro cuerpo devolviéndole un estado de paz y serenidad alejado de la tensión mental que nos es tan habitual en este actual momento histórico. Esto es justamente lo opuesto al sufrimiento, al dolor, al esfuerzo, a la proyección hacia el futuro.

En sintonía con nuestro cuerpo

Gracias a la sexualidad nos situamos en el presente, en el placer y en la alegría. Al conectarnos con nuestro cuerpo, la mente y sus fantasías se desvanecen y aparece la fuerza de lo que es real y está aquí y ahora.

Podemos volver a disfrutar de nuestro cuerpo y del los demás como niños jugando, con libertad para explorar.

 

A la vez, cubrimos otra necesidad importante: la del contacto físico, sin la cual no podemos sobrevivir ni desarrollarnos saludablemente.

La sexualidad es algo que todos tenemos, despierta o dormida, como un potencial presente a en todas las etapas de la vida, manifestándose diferente según la edad.

Conectar con la energía sexual

Es una energía que nos recorre siempre, lo queramos o no, y que nos permite desarrollarnos como personas completas. Démosle un espacio en nuestras vidas, aunque sea algo para lo que no se nos ha educado.

1. La sexualidad es una fuente de placer

¿Cuánto placer sexual eres capaz de soportar? La respuesta a esta pregunta acostumbra a ser: muy poco. Teniendo en cuenta que vivimos en una cultura judeocristiana, cuando sentimos placer empezamos a sospechar que estamos haciendo algo mal o que nos va a caer un castigo.

Pregúntate:

  • ¿Qué haces para estar en contacto con el placer y conseguirlo? ¿Lo evitas o lo buscas?
  • ¿Cuánto espacio de estrés y trabajo hay en tu vida y cuánto de placer?

En la medida en la que amplíes tu espacio para el placer, te abrirás más a la energía sexual y sus beneficios.

2. Las mujeres tendemos a ser más pasivas ante la sexualidad

A causa de tantos años de represión y patriarcado. También nos cuesta más pedir aquello que nos da placer.

Y, además de limitarnos el deseo, nos sentimos con más frecuencia culpables. No nos está permitido curiosear, explorar, experimentar y jugar.

 

Por suerte, la sexualidad de nuestra especie puede estar totalmente desvinculada de la procreación, con lo que disfrutamos de ella para nuestro desarrollo y placer personal.

También es una suerte para las mujeres que nuestra sexualidad vaya más allá de la menopausia. Entre otras cosas, porque tener relaciones sexuales frecuentes en esta época aleja los síntomas menopáusicos.

3. Nuestra cultura ve el placer como un pecado

Concretar cuáles son tus creencias limitantes del placer y el sexo te ayudará a incrementar tu disfrute. Te ayudará a descubrirlas ver cuándo aparece la sensación de culpabilidad.

Pregúntate:

  • ¿Te sientes culpable después de haber tenido una relación clandestina en la que te lo has pasado muy bien?
  • ¿Te sientes mal por pedir lo que te gusta o te da placer?

4. Practicar el sexo de forma continuada

Responsabilizarnos del placer nos ayuda a estar más felices y sanos.

Pero necesitamos saber qué es lo que nos gusta y excita, y la única manera de averiguarlo es practicando, ya sea en pareja o a solas. El sexo tiene una parte instintiva, pero también de aprendizaje.

 

Pregúntate:

  • ¿Te haces responsable de tu placer sexual pidiendo aquello que te satisface y que necesitas?
  • ¿Te pones en acción para buscarlo y encontrarlo?

5. La energía sexual puede quedarse bloqueada

Origina somatizaciones importantes como dolores pélvicos, de ovarios, lumbalgias... Si vivimos de espaldas a esta energía puede quedarse bloqueadaen nuestro cuerpo.

En el caso de las mujeres estas somatizaciones se relacionan menos con la falta de sexo, mientras que en los hombres el dolor de testículos permite establecer claramente este vínculo.

6. Hablemos más de sexo

Por educación se habla poco de sexo y, lo que se ignora acaba convirtiéndose en tabú ¿Por qué no dedicas una tarde a hablar con tus amigos de confianza de vuestras experiencias sexuales, de lo que os gusta y lo que no, de sensaciones?

Abordar conversaciones con los hijos sobre sexo les ayudará a tener una mejor relación con su sexualidad, sintiéndose más libres. Rompamos este hábito que pasa de una generación a otra.

7. Una necesidad vital

La sexualidad no representa para todos exactamente lo mismo ni tampoco tiene por qué ocupar el mismo espacio en nuestras vidas, pero sí que es muy es importante tomar conciencia de cómo nos relacionamos con esta energía y qué lugar le estamos ofreciendo.

Y siempre hemos de tener presente que el sexo es una necesidad vital.

Para conectar con tu energía sexual pregúntate:

  • ¿Qué espacio ocupa la sexualidad en tu vida?
  • ¿Cómo te sientes como ser sexual que eres?
  • ¿Te ayuda la sexualidad a estar más alegre y satisfecho con la vida?