La llegada del mindfulness a nuestras vidas, hace ya algunos años, supuso un cambio radical. Poder conectar con la sencillez del día a día en las pequeñas cosas, prestándoles atención plena, suponía y supone un reto en este mundo que va muy deprisa y en el que la inmediatez es más importante que la calidad. Sin embargo, ese movimiento nos permitió frenar para poder ser más conscientes de todo.

Ahora que ya lo tenemos integrado, aparece un nuevo e interesante concepto que pone el foco en nosotros mismos. Para entenderlo, hablamos con la psicóloga, coach y escritora Ana Merlino que acaba de publicar ‘Kindfulness: Un viaje para transformar el mundo a través de la amabilidad’ (Editorial Urano), un libro que establece una hoja de ruta para sentir más amabilidad hacia nosotros mismos.

¿Qué es el ‘kindfulness’?
El ‘kindfulness’ es la fusión entre mindfulness (consciencia plena) y kindness (amabilidad). Mientras que el ‘mindfulness’ implica estar presentes, en el aquí y el ahora, sin juicios, el ‘kindfulness’ añade un componente crucial: observarnos a nosotros mismos, a los demás y al mundo con amor, bondad y compasión. No se trata solo de dónde ponemos nuestra atención, sino de cómo lo hacemos.

¿Cómo llegas a dedicarle un libro y qué significa para ti este concepto?
Decidí escribir este libro porque creo firmemente que nos convertimos en los guías que hubiéramos necesitado en el pasado. Aquellos que han sufrido ansiedad suelen ser los mejores en ayudar a otros a gestionarla, los mejores compañeros en un proceso de liberación de una adicción han pasado por esos mismos infiernos.

De manera similar, quienes más valoran la amabilidad son quienes saben cuánto les hizo falta en algún momento. Me incluyo en la ecuación. Para mí, el ‘kindfulness’ no es solo una práctica; es una forma de observar el mundo que transforma cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás.

¿De dónde viene esta práctica?
En sus raíces, la amabilidad está ligada a nuestra supervivencia como especie. Mantenernos en grupo nos daba más posibilidades de sobrevivir, y la amabilidad fortalecía esas conexiones sociales. En la modernidad, el ‘kindfulness’ bebe de la antigua meditación budista y también se basa en las prácticas de la compasión y autocompasión, ampliamente investigadas por la psicóloga Kristin Neff.

La autocompasión tiene tres pilares fundamentales que también encontramos en el ‘kindfulness’: ofrecer amistad a quien ya somos, detectar pensamientos negativos con amabilidad y recordar que la humanidad es compartida. El ‘kindfulness’ subraya, además, la importancia de vivir con propósito e invertir en nuestro desarrollo personal, ambos vinculados directamente con el fortalecimiento de nuestra autoestima.

¿Crees que falta amabilidad en los entornos sociales? ¿Por qué crees que es así?
Definitivamente. Como nómada digital, he notado que en países “desarrollados” suelen prevalecer la soledad y el aislamiento, mientras que en otros, con menos recursos, la amabilidad es desinteresada y genuina.

Por supuesto, estoy generalizando pero sí pareciera que, cuando nuestras necesidades básicas están cubiertas, olvidamos nuestra necesidad de conexión humana. Aunque tengamos casa, comida y trabajo, la verdadera felicidad radica en sentirnos conectados

Si revisamos la pirámide de Maslow, vemos que en la cima está la autorrealización, aunque cada vez son más los autores que están de acuerdo en añadir un escalón adicional: la necesidad de contribución. 

Otro de los factores que están apuntando al deterioro de la amabilidad es la era de la digitalización en la cual ya no dependemos tanto los unos de los otros, como de los teléfonos móviles.
Sin embargo, la amabilidad es nuestra razón de ser. Es clave para reconstruir esas conexiones y devolvernos el sentido de pertenencia y propósito.


¿Qué podemos hacer para ser más amables con los demás?
Todo comienza con la intención. Si empezamos el día decidiendo ser amables y buscar lo positivo en los demás, nuestra perspectiva cambia. La mente es muy obediente e irá a buscar aquello que pongas en su diana.

Como dijo mi amigo locutor Jordi Cartanyà, no tener esa intención es como caminar por la calle con los codos abiertos y sorprendernos al chocar con todo el mundo. 

Y, como dice una frase que me fascina: “Si buscas lo bueno que hay en el otro, cuidado, porque puedes acabar encontrándolo en ti”. 

¿Crees que nos falta empatía?
A todos, en algún momento, nos falla la empatía. ¿Por qué? Porque a diferencia de otras “tías” (antipatía, apatía, simpatía…), la empatía requiere consciencia y aprendizaje. Muchas veces, quienes no son empáticos tampoco han sido tratados con empatía o no tienen referencias para serlo.

Sin embargo, las personas que parecen menos merecedoras de nuestra amabilidad suelen ser quienes más la necesitan. Sé amable siempre, especialmente con las personas desagradables. Nunca sabes cuál es la historia que hay detrás de esa actitud.  Y, cuando tú eres amable con el otro, la amabilidad está pasando por ti. Así que, al final, ser amables no solo es un regalo para los demás, sino también para nosotros mismos.

También hablas de la amabilidad con uno mismo, ¿qué es lo que ocurre en nosotros para que no nos hablemos bien? 
Durante los primeros años de vida, absorbemos información sin filtro. Todo lo que observamos se convierte en la base de nuestro sistema de creencias, pero no siempre es útil para nuestro amor propio.

Por ejemplo, si aprendemos que “no somos suficientes”, buscaremos constantemente pruebas que refuercen esta creencia. Hablarse bien requiere esfuerzo consciente porque implica romper con patrones familiares que, aunque no nos benefician, nos mantienen en nuestra zona de confort.

Nuestro cerebro, diseñado para ahorrar energía, a menudo pone resistencia al cambio. Incluso cuando estamos en un buen momento, es común que surjan pensamientos negativos, ya que nuestro cerebro busca problemas para resolver. La clave es ser constantes y practicar el autocuidado hasta que estos nuevos hábitos se vuelvan automáticos.

Como dices, a veces las cosas no van bien. ¿Qué pasa entonces? ¿Cómo hacemos para no bajar la guardia y dejar que los pensamientos negativos lleguen a nuestra cabeza? 
Los pensamientos negativos siempre estarán ahí porque forman parte de nuestro sistema de supervivencia. Lo importante no es bloquearlos, eliminarlos o evitarlos, sino decidir cuánto poder les damos. Pero, si no les damos un espacio, ni somos conscientes de ellos, esos pensamientos nos secuestrarán.

Un buen ejercicio es preguntarles: “¿Para qué has venido? ¿Qué quieres que haga?”. Esto nos ayuda a entender los motivos por los cuáles aparecen. Al explorar estas preguntas descubriremos que los pensamientos negativos suelen estar motivados por el miedo. Ese miedo, en muchas ocasiones, proviene de nuestro niño o niña interior, que en su momento se sintió incapaz de ciertas situaciones. Ahora, como adultos, podemos practicar la autocompasión y elegir actuar desde el amor en lugar desde el miedo.  

¿Qué es ser amable con uno mismo? ¿Se puede ejercitar? 
Ser amable con uno mismo significa cultivar la habilidad de amarse. Esto incluye identificar y transformar los “programas” mentales que nos limitan. La amabilidad hacia uno mismo se traduce en buscar evidencias de nuestra valía y actuar en congruencia con ello. Por ejemplo, si cuidar nuestra salud es un objetivo, nuestras acciones deben alinearse con ese propósito.

Un ejercicio sencillo es mirarte al espejo cada día y decirte palabras de afirmación como “te quiero”, “eres valiente” o “estoy orgulloso de ti”. Estas palabras, que quizás esperaste escuchar de otros, ahora puedes regalártelas tú mismo. Lo mágico es que cuando somos amables con nosotros mismos, inspiramos a otros a serlo también, iniciando un ciclo de transformación que sabemos dónde empieza pero nunca cuando acaba.