El miedo es algo innato y natural que incluso puede ser beneficioso porque nos ayuda a protegernos frente a las amenazas externas. Sin embargo, cuando es excesivo y no responde a un peligro real, ya no hablaremos de miedo sino de fobia, algo que si no se trata puede generar mucha ansiedad y afectar a la salud mental.

¿Qué son las fobias?

El término fobia viene de la palabra griega phobos, “miedo”. Las fobias se definen como un miedo irracional, excesivo y que dura en el tiempo hacia algo (un objeto, ser o situación) que la persona percibe como peligrosa, aunque en realidad no entrañe peligro alguno.

Es decir, mientras que el miedo responde a una situación real del peligro, en las fobias hay una percepción distorsionada del miedo.

En la quinta versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos mentales (DSM-5), la clasificación de referencia de los trastornos mentales, las fobias se mencionan dentro de los trastornos de ansiedad como “fobias específicas”.

Causas de las fobias

Las causas de las fobias pueden ser diversas y, a menudo, no hay una única, sino que son multifactoriales.

Haber vivido una situación traumática en el pasado puede estar en el origen de una fobia. Por ejemplo, haber sido mordido por un perro en la infancia puede desencadenar una fobia a los perros.

No obstante, a menudo no hay una causa que se pueda identificar e incluso hay estudios que indican que las fobias también podrían tener un componente genético.

Diferentes tipos de fobias

En el DSM-5 se reconocen cuatro tipos de fobias específicas:

  • Relacionadas con los animales (a las arañas, las palomas…)
  • Relacionadas con el entorno natural (como la talasofobia o miedo al mar)
  • Situacionales (por ejemplo, la claustrofobia o miedo a los lugares pequeños o cerrados)
  • Relacionadas con los tratamientos médicos: fobia a la sangre, las inyecciones, las heridas...

Hay otros tipos de miedos que en realidad no se consideran fobias, sino más bien sentimientos de repulsión. Es el caso, por ejemplo, de la tripofobia o fobia a los agujeros.

Síntomas de las fobias

Aunque haya muchos tipos diferentes de fobias, los síntomas suelen parecerse y podríamos agruparlos en dos grandes tipos que se experimentan al entrar en contacto con aquello que desencadena la fobia:

  • Síntomas psicológicos: ansiedad, evitación de la situación, preocupación excesiva y anticipación, ataques de pánico, angustia…
  • Síntomas físicos: sudores, aceleración del corazón, náuseas, temblores…

Cómo la terapia psicológica ayuda a tratar las fobias

Las fobias se pueden tratar con muy buenos resultados mediante la terapia psicológica. Lo más apropiado suele ser un enfoque de terapia cognitivo-conductual, un tipo de terapia que se basa en el conductismo en psicología y que consiste en ayudar a la persona a identificar el problema y cambiar los patrones negativos de pensamiento y comportamiento asociado a la fobia.

De la mano del terapeuta, la persona se expondrá gradualmente y de forma controlada a aquello que le provoca la fobia, con el objetivo de que poco a poco vaya aprendiendo a gestionar la ansiedad y los pensamientos irracionales y vaya cambiando sus creencias negativas.  

Otro tipo de terapia que ha demostrado ser efectiva para el tratamiento de las fobias es la terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (EMDR), que también se usa para tratar el estrés postraumático. El terapeuta guiará al paciente en el proceso de recordar y reprocesar los recuerdos y creencias asociados a la fobia para identificar, por ejemplo, la primera vez que le causó miedo. De este modo, se busca disminuir la intensidad emocional de los recuerdos y reemplazar las creencias negativas por otras más racionales.

Por otro lado, técnicas de relajación como el mindfulness, la meditación o las respiraciones profundas pueden ser de gran ayuda para aliviar los síntomas de ansiedad asociados a las fobias.