"Solo sé que no sé nada" es, sin duda, una de las frases más famosas y repetidas de la filosofía. Se atribuye al gran filósofo griego Sócrates y, si bien no hay registros de que la pronunciara exactamente con estas palabras, sí que representa su modo de pensar y su método de indagación y búsqueda de la verdad a través del diálogo y el cuestionamiento.
Pero ¿qué significa exactamente esta frase? ¿Cómo es posible que uno de los pensadores más influyentes de todos los tiempos reconociera de este modo su ignorancia? Veamos cómo se interpreta esta cita tan célebre.
Origen de la frase “Solo sé que no sé nada”
Existe cierta controversia sobre el origen exacto de la frase "solo sé que no sé nada", pero se cree que probablemente proviene del relato que Platón, el más célebre de los discípulos de Sócrates, hace de sus diálogos con su maestro en la Apología.
En esta obra, Sócrates afirma "Yo, que igualmente no sé, tampoco creo", y lo que ha calado en nuestro imaginario colectivo es una perífrasis posterior de esta frase que no aparece con estas palabras exactas en los escritos de Platón.
El origen de la frase estaría relacionado con el Oráculo de Delfos. Situado en un santuario consagrado al dios Apolo, la gente acudía al oráculo para conocer el futuro. En una ocasión, la sacerdotisa (o pitia) que lo guiaba respondió a una pregunta de Querefonte, un amigo de Sócrates, que este último era el hombre más sabio de Atenas.
Desconcertado ante esta sentencia del Oráculo de Delfos, Sócrates interrogó a otras personas consideradas sabias y se dio cuenta de que creían falsamente que poseían conocimiento. Se dio cuenta de que su propia sabiduría provenía del reconocimiento de que no conocía todas las respuestas, pero que estaba dispuesto a aprender y cuestionarlo todo.
Dijo: "Este hombre, por una parte, cree que sabe algo, mientras que no sabe [nada]. Por otra parte, yo, que igualmente no sé [nada], tampoco creo [saber algo] " (Apología, 21d).
Este encuentro con el oráculo transformó la filosofía de Sócrates e influyó su enfoque en el diálogo y la búsqueda de la verdad.
Sócrates, el filósofo de la duda
Nacido en Atenas alrededor del año 470 a. C., Sócrates se considera el fundador de la filosofía occidental. Hijo de un escultor y una partera, ejerció inicialmente el oficio de su padre, pero más tarde se dedicó a la filosofía.
Desarrolló un método de cuestionamiento, ahora conocido como el "método socrático", para examinar las creencias de las personas y exponer las debilidades de su pensamiento.
Su enfoque, que a menudo resaltaba la ignorancia y la hipocresía de sus interlocutores, le valió algunas críticas y, en el año 399 a. C., Sócrates fue acusado de corromper a la juventud y de impiedad (es decir, no creer en los Dioses). A pesar de que tuvo la oportunidad de escapar, aceptó el veredicto del jurado y fue sentenciado a muerte bebiendo una copa de cicuta, un potente veneno.
Sócrates no dejó escritos propios, pero su pensamiento nos ha llegado a través de los de sus discípulos, en especial de Platón y de Jenofonte.
Significado de la frase "Solo sé que no sé nada"
Sócrates creía que la sabiduría humana comienza con el reconocimiento de la propia ignorancia y esto es lo primero que podemos extraer de la famosa frase "solo sé que no sé nada", que, aunque no es una cita directa de Sócrates, sí que condensa su filosofía.
La frase simboliza la humildad intelectual y el principio socrático del cuestionamiento. Y es que el "método socrático", una forma de diálogo en la que hacía preguntas inquisitivas para estimular el pensamiento crítico y exponer contradicciones en las creencias de sus interlocutores, buscaba lograr la verdad poniendo en duda los supuestos y los pensamientos preestablecidos.
La verdadera sabiduría, de acuerdo con Sócrates, comienza con la conciencia de la propia ignorancia y el reconocimiento de los límites. Admitir que no se tienen todas las respuestas es el primer paso hacia el aprendizaje y la comprensión.
Cómo aplicar la frase "Solo sé que no se nada" en el día a día
La famosa frase de Sócrates "Solo sé que no sé nada" sigue teniendo una profunda relevancia en el mundo actual.
En un mundo en el que a menudo las personas se aferran a sus creencias con los ojos cerrados, la perspectiva que nos ofrece esta frase anima a cultivar la humildad intelectual y a reconocer la inmensidad del conocimiento humano y los límites de nuestra propia comprensión. Solo así podremos abrirnos a nuevas ideas y perspectivas, aceptar mejor nuestros errores y aprender de ellos.
Por otro lado, reconocer la ignorancia puede servir de impulso para el aprendizaje y el crecimiento personal, para mantener la curiosidad y para abrirnos a nuevos intereses.
En la era de las fake news, aplicar el cuestionamiento socrático resulta muy útil para practicar el pensamiento crítico y cuestionar las fuentes y la validez de la información que nos llega, así como para evitar juicios apresurados basados en información incompleta.