Gustavo Adolfo Bécquer es uno de los tres poetas españoles más importantes de todos los tiempos. Casi todos nos hemos enamorado con sus versos, hemos crecido con sus rimas y nos hemos examinado de su literatura. 

Sus versos entre el romanticismo y el simbolismo nos hablan de amor, de sueños rotos, de oscuridad, de penumbras, de atardeceres, de naturaleza, de despedidas, y lo hace con esa melancolía que te envuelve, te posee, se te impregna en la piel y no te abandona jamás. La poesía de Bécquer está escrita para ser comprendida, sin complicaciones, directa al alma

Puedes comprobarlo y experimentarlo en tu propia piel con estos 22 poemas de Bécquer, una selección sus famosas rimas que hemos recopilado para ti.

Vida de Gustavo Adolfo Bécquer

La vida de Bécquer estuvo llena de luces y sombras. Nació en Sevilla en 1836, y fue criado por su tía después de que sus padres murieran muy pronto. Gracias a ella, heredó su amor por las artes.

Muy joven se trasladó a vivir a Madrid, donde se relacionó con algunos de los nombres más importantes de la literatura del momento. Tenía una especial atracción por lo esotérico, y viajó por toda España para conocer algunas de las leyendas populares más famosas, que recopiló en Rimas y Leyendas.

Después de la muerte de su querido hermano Valerio, cayó en un profunda depresión, de la que no se recuperó. Murió de tuberculosis un año después que su hermano. La pena se lo llevó. 

Obra de Gustavo Adolfo Bécquer

Su obra ha influenciado a algunos de los más grandes escritores de nuestra literatura, como Antonio Machado, Cernuda, Juan Ramón Jiménez o los más cercanos en el tiempo Fernando Ruiz y Javier Salvago. Sus versos han sido musicados por los nombres más importantes del panorama musical mundial y fue también un celebrado narrador y periodista.

Todos somos capaces de recordar los versos de Volverán las oscuras golondrinas, o responder a la pregunta Becqueriana ¿Qué es poesía?, poesía eres tú. Porque supo encontrar la palabra justa y perfecta para describir cada momento, sentimiento y acción con sencillez, pero con gran belleza. Tenía el don de observar más allá de las cosas, para crear escenas inolvidables. 

Hoy queremos compartir contigo algunas de los poemas de Bécquer más famosos, una selección de sus más de ochenta famosas rimas . Siempre es un placer recuperar sus versos. Disfrutad con ellos. 

Rima XIV

Te vi un punto, y, flotando ante mis ojos,
la imagen de tus ojos se quedó
como la mancha oscura, orlada en fuego,
que flota y ciega si se mira al sol.

Adondequiera que la vista fijo
torno a ver sus pupilas llamear;
mas no te encuentro a ti, que es tu mirada:
unos ojos, los tuyos, nada más.

De mi alcoba en el ángulo los miro
desasidos fantásticos lucir:
cuando duermo los siento que se ciernen
de par en par abiertos sobre mí.

Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche
llevan al caminante a perecer:
yo me siento arrastrado por tus ojos,
pero adónde me arrastran no lo sé.

 

Rima XV

Cendal flotante de leve bruma,
rizada cinta de blanca espuma,
rumor sonoro
de arpa de oro,
beso del aura, onda de luz,
eso eres tú.

Tú, sombra aérea, que cuantas veces
voy a tocarte te desvaneces
como la llama, como el sonido,
como la niebla, como el gemido
del lago azul.

En mar sin playas onda sonante,
en el vacío cometa errante,
largo lamento
del ronco viento,
ansia perpetua de algo mejor,
eso soy yo.

¡Yo, que a tus ojos en mi agonía
los ojos vuelvo de noche y día;
yo, que incansable corro demente
tras una sombra, tras la hija ardiente
de una visión!

Rima XVI 

Si al mecer las azules campanillas
de tu balcón
crees que suspirando pasa el viento
murmurador,
sabe que, oculto entre las verdes hojas,
suspiro yo.

Si al resonar confuso a tus espaldas
vago rumor
crees que por tu nombre te ha llamado
lejana voz,
sabe que, entre las sombras que te cercan,
te llamo yo.

Si te turba medroso en la alta noche
tu corazón,
al sentir en tus labios un aliento
abrasador,
sabe que, aunque invisible, al lado tuyo
respiro yo.

Rima XVII 

Hoy la tierra y los cielos me sonríen;
hoy llega al fondo de mi alma el sol;
hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado...
¡Hoy creo en Dios!

Rima XVIII 

Fatigada del baile,
encendido el color, breve el aliento,
apoyada en mi brazo,
del salón se detuvo en un extremo.

Entre la leve gasa
que levanta el palpitante seno
una flor se mecía
en compasado y dulce movimiento.

Como en cuna de nácar
que empuja el mar y que acaricia el céfiro,
tal vez allí dormía
al soplo de sus labios entreabiertos.

¡Oh! ¿Quién así -pensaba-
dejar pudiera deslizarse el tiempo?
¡Oh, si las flores duermen,
qué dulcísimo sueño!

Rima XIX

Cuando sobre el pecho inclinas
la melancólica frente,
una azucena tronchada
me pareces.

Porque al darte la pureza
de que es símbolo celeste,
como a ella te hizo Dios:
de oro y nieve.

Rima XX 

Sabe, si alguna vez tus labios rojos
quema invisible atmósfera abrasada,
que el alma que hablar puede con los ojos
también puede besar con la mirada.

Rima XXI 

-¿Qué es poesía? -dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul-.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.

Rima XXII

¿Cómo vive esa rosa que has prendido
junto a tu corazón?
Nunca hasta ahora contemplé en la tierra
sobre el volcán la flor.

Rima XXIII

Por una mirada, un mundo;
Por una sonrisa, un cielo;
por un beso... ¡yo no sé
qué te diera por un beso!

Rima XXIV

Dos rojas lenguas de fuego
que a un mismo tronco enlazadas
se aproximan y al besarse
forman una sola llama;

dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan;

dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan
con un penacho de plata;

dos jirones de vapor
que del lago se levantan
y al juntarse allí en el cielo
forman una nube blanca:

dos ideas que al par brotan,
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden...:
eso son nuestras dos almas.