"Es la vida un dolor en que se empieza el de la muerte, que dura mientras dura ella." Esta frase de la vida dura de Francisco de Quevedo podría no ser la más adecuada para pronunciar cuando alguien siente que todo le va mal. En realidad, personas que han padecido una larga enfermedad, o que han visto desmoronarse su vida familiar, confiesan haber vivido momentos sublimes en los que resplandecía una luz interior. 

Tal vez porque en los momentos en los que nos parece que la vida es más dura las grandes dificultades nos ayudan a separar el grano de la paja, en esos instantes solemos entender la esencia de la vida.

Todos hemos pasado por episodios difíciles. La vida se parece al juego de la oca: unas veces caemos en casillas afortunadas que nos impulsan hacia delante, otras en casillas que nos frenan o nos hacen retroceder. Multitud de pensadores han reflexionado sobre ello y nos han dejado frases sobre malos momentos que nos ayudan a dirigir nuestra mirada sin temor hacia un horizonte limpio y luminoso. 

Frases sobre la vida dura

Quienes están postrados en una cama de repente saben lo que harán el día que salgan del hospital, tal vez algo tan obvio que nunca antes habían pensado en ello.

Tras una ruptura sentimental, cada uno se da cuenta de aquello en lo que falló y de lo bueno que había en la otra persona y no se supo apreciar. Cuando se ha tenido dinero y se pierde de golpe, solo entonces se empieza a entender su valor.

Hay mucha luz en forma de sabiduría al final del pozo, y los que caen en él pueden acogerla como un regalo de esperanza. A veces hay que tocar fondo para elevarse sobre uno mismo, estar rodeado por las tinieblas para ver con claridad. La historia de la humanidad está llena de momentos sublimes que han surgido de las catacumbas de la esperanza. Estas frases sobre la vida dura de personajes históricos nos lo recuerdan.

 

En el tablero alegórico de la existencia hay un pozo del que no se puede salir hasta que otro jugador cae en su interior. En el tablero de la vida, descender al fondo del pozo para ver la luz al fin al del mismo puede ser una experiencia necesaria para valorar los dones que nos esperan fuera. Como un juego de contrastes, la noche nos permite asistir al milagro del amanecer.

Lo bueno de habitar en la oscuridad es que se perciben mejor las estrellas, y no solamente a un nivel simbólico. De hecho, se cuenta que el gran astrónomo Tycho Brahe, maestro de Kepler, construyó un pozo estrecho y profundo, coronado por una torre, que permitía observar los astros en pleno día.

Al no penetrar en él la luz azul refractada que da su color al cielo, desde el fondo de ese observatorio se podía estudiar el mismo círculo celeste a cualquier hora.

Recuperar la esperanza en los malos momentos

Durante su encierro en el campo de concentración de Auschwitz , el psiquiatra Viktor Frankl redactaba en minúsculas tiras de papel la obra que acabaría fundando la logoterapia. Es un ejemplo extremo de lucidez en la oscuridad, pero demuestra que en las profundidades del dolor anida la raíz de la futura felicidad.

En su antológica novela Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (Ed. Tusquets), Haruki Murakami cuenta un revelador episodio de la guerra de Manchuria.

Un oficial japonés fue capturado por los soviéticos y arrojado al fondo de un pozo seco, donde solo podía esperar morir de frío y sed en la oscuridad.

Dentro de su desesperación, sin embargo, una vez al día sucedía algo maravilloso: cuando el sol se hallaba en su punto más alto, la luz penetraba por las paredes durante breves minutos como una explosión de brillante esperanza.

Días más tarde fue rescatado por sus compañeros y salvó la vida contra todo pronóstico. Terminada la guerra, durante toda su existencia el oficial recordó aquel episodio casi con melancolía. Pese a haber rehecho su vida, aseguraba que jamás había vuelto a experimentar la felicidad de aquellos minutos radiantes en el fondo del pozo.

Esta historia nos habla de un valor inquebrantable del espíritu humano: nuestra capacidad, en las situaciones más difíciles, de asirnos a un destello de esperanza y experimentar incluso una inesperada dicha.

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