"Porque en la vida no hay más realidades que éstas: un destello de sol, un aroma de rosa, el son de una voz; y aun así de vanas y efímeras son lo mejor del mundo, lo mejor del mundo para mí".  Lo escribió Luis Cernuda, poeta y crítico literario de la generación del 27, siendo uno de tantos autores que tomaron esta flor como musa de sus obras. La rosa siempre ha sido un icono entre las flores y ha servido de inspiración tanto en la literatura, como en el arte y en la música.

El origen de las rosas también está rodeado de leyendas para dar explicación a su simbología de amor y pasión.

En la mitología griega hay una historia que explica que la diosa Cibeles, consciente que la belleza de Afrodita no tenía rival, creó esta flor para que la diosa del amor tuviera una competencia imbatible. Y otra historia de belleza relacionada con Afrodita es la que cuenta que ella misma fue la que creó una flor blanca inspirada en la belleza que ella misma desprendía y la llevaba siempre adornando su pecho. El dios Dionisio se acercó demasiado a Afrodita y derramó vino sobre los pétalos blancos de la flor creando el brillante tono rojo que trascendió para siempre. Afrodita está presente en todas las historias sobre el posible origen de las rosas y es seguramente por ello que esta flor se relaciona con amor, afecto y pasión.

Grandes poetas de todas las épocas adoptaron también esta flor para transmitir amores y desamores en sus textos, entre ellos Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Emily Dickinson o W. B. Yeats. Hemos recopilado 12 preciosos poemas que hablan de rosas, de algunos de estos y otros autores, para que puedas compartirlos cuando quieras emocionar o simplemente poner palabras a tus emociones.

Poemas para Sant Jordi con la rosa como protagonista

En Catalunya, la rosa es la protagonista el 23 de abril cuando se celebra el día de Sant Jordi, patrón de esta  Comunidad Autónoma. Se trata de un día similar al día de los enamorados, ya que en esta jornada se regalan rosas a la pareja (también a las hijas, madres, abuelas...) y a la vez se intercambian libros celebrando al mismo tiempo el día del libro. Regalar rosas es un bonito detalle, ya sea en ramo o tan solo una simple y bella flor que se alzará imponente. Si, además, la quieres acompañar con unos poemas bonitos llenos de sentimiento, estos poemas sobre rosas pueden llegar al alma tanto como una rosa. La persona agasajada recibirá mucho más que una flor.

La Rosa en los labios (Poema de Joan Salvat Papasseit, traducción de Josep Palau y Fabre)

Si fueses lejos
tan lejos que no te supiese
nadie sabría tampoco mi destino,
ningún labio me ataría
pero con tu nombre haría mi camino.

Un ramo de muchachas no me consolaría
ni la canción con el tintineo de la copa,
barcos de guerra que viniesen al puerto
con ellos me iría, marinero de popa.

Si yo pusiera la bandera en el mástil
y fuera muy alta, te vería en ella.
II

Pañuelo oloroso
que en tu pecho
se acercaba al corazón:
así conoce tu pena
y sabe de tu fina piel
trémula de amor.

Pañuelo oloroso
fragante azahar,
¡cómo te late el corazón!
III

Y su mirada sobre mi mirada
es prisionera
mas prisionera la quiero:
esta mañana una flor me has dado
y le decía así
bajo bajito
al oído:
baja tus ojos, que es un beso lo que me gusta:
IV

Y el viento dejaba dentro de la amapola
granitos de trigo como destellos de sol
solamente para decir cómo es tu boca:
igual que la nieve rosa de los picos
cuando sale el sol.
V

Iré a tu alcoba, amiga, nadie lo sabrá:
Cupido la puerta me abrirá
y cerrará.

Juguetón y experto será él quién te tomará.
Y si tienes miedo
no te dejará gritar.
VI

¡Viva el amor que me ha dado la amiga
fresca y limpia como el alegre mayo!
Viva el amor
pues la llamé y vino a mí
tan blanca como un chorro de leche.

Viva el amor, que me ha dado la amiga
que también gozaba;
viva el amor;
la quise y la tomé.

A un amigo que me envió unas rosas (Poema de John Keats)

Cuando ya tarde paseaba por los campos felices,
A la hora en que la alondra sacude el trémulo rocío
De su exuberante escondite de trébol; -cuando de nuevo
Los bravos caballeros cogen sus abollados escudos:

Vi la flor más linda que haya ofrecido la naturaleza silvestre,
Una rosa almizcleña recién mecida por el viento; la primera en desprender
Su fragancia al verano: crecía encantadora,
Como si fuera el cetro que empuñara la reina Titania.

Y mientras me regalaba con su aroma,
Pensé en la rosa de jardín, con mucho superada:
Pero cuando, ¡Oh Wells!, tus rosas llegaron a mí,
Mi sentido con su exquisitez quedó presagiado:
Dulces voces tenían, que con tierna súplica,
Me susurraban sobre paz, verdad e invencible cordialidad.