El pueblo más bonito de España para visitar en diciembre según National Geographic está en Segovia

Aunque cualquier época del año es buena para hacer una escapada y descubrir nuevos lugares, lo cierto es que diciembre tiene un encanto especial. Puede que sea por el ambiente navideño que se instala en cada rincón ya desde finales de noviembre. El caso es que muchos pueblos se convierten en destinos muy atractivos en esta época del año.

Uno de esos lugares, según la revista National Geographic, es Pedraza, una villa medieval ubicada en la provincia de Segovia, que adquiere un encanto especial con la llegada del invierno. Visitar Pedraza es como viajar en el tiempo varios siglos atrás. Ubicada entre los arroyos Encinarejo y Vadillo, ocupa el lugar idóneo donde levantar un castillo. 

Ese castillo, junto con sus calles, plazas y edificios constituye uno de los muchos atractivos de Pedraza, la villa con una sola puerta de acceso, la Puerta de la Villa, construida en el siglo XI.

la historia lo envuelve todo

Una vez cruzas la Puerta de la Villa, encontrarás la antigua cárcel, un edificio que nos recuerda los tiempos más oscuros de la Edad Media. Visitarlo es realmente impactante. Y aún lo es más cuando conoces el uso que se le daba. Esta antigua torre de vigilancia evolucionó para albergar prisioneros. Se sabe que los condenados por delitos de sangre eran arrojados a una habitación subterránea, lo que les solía provocar lesiones graves y fracturas de las que, la mayoría morían a los pocos días. 

Caminar por la calles empedradas de Pedraza, contemplar sus plazas y detenerse en lugares como la torre descrita, es una experiencia inolvidable, perfecta para compartir con la familia y, especialmente, con los niños, ya que que supone una oportunidad perfecta para sumergirse en la historia de nuestro país. 

La Plaza mayor, un cuento medieval

Plaza Mayor de Pedraza (Segovia).

Sin duda, la visita estrella de Pedraza es la Plaza Mayor porticada. Su origen se remonta a mediados del siglo XVI, cuando las familias de nobles de la villa disfrutaban desde sus balcones guarnecidos de los festejos taurinos que se celebraban. Los soportales frente a la iglesia, que probablemente se añadieron en el siglo XVII, el empedrado del suelo y las casas blasonadas, le dan al conjunto un aire medieval que transporta a otra época.

En verano, se celebran los conciertos de las velas, un evento súper especial capaz de crear un ambiente casi mágico. Y es que, si uno ya tiene la sensación de entrar en un cuento con solo poner un pie en Pedraza, si lo hace en julio, durante esta celebración, su visita quedará grabada en su memoria para siempre.

La iglesia de San Juan Bautista

Además, de las calles, la torre de vigilancia, y la Plaza Mayor, Pedraza está salpicada de otros muchos atractivos. Entre ellos, la iglesia de San Juan Bautista. También resulta cautivador, el tilo de la Plaza del Ganado. Un punto de interés natural cuya belleza alcanza su máxima expresión en primavera, con su floración, aunque los tonos rojizos y marrones que adquiere en otoño también pueden resultar conmovedores. 

Un castillo lleno de leyendas

Castillo medieval de Pedraza (Segovia).

El camino hasta el castillo de Pedraza ya constituye toda una aventura. Desde la plaza, la calle Mayor avanza hasta el final de la península donde se ubica el castillo. A medio camino, encontrarás las ruinas de la iglesia de Santa María.

El castillo, levantado en el siglo XIII sobre antiguas fortificaciones romanas y árabes, ha vivido a lo largo de su historia múltiples etapas: desde la residencia de la familia Herrera hasta la reclusión de los hijos del rey Francisco I de Francia como rehenes durante el siglo XVI. La imponente torre del homenaje, el foso y el precipicio que lo rodea muestran el carácter inexpugnable del bastión de Pedraza. 

Poco cuesta imaginar que el castillo fuera el escenario de una trágica y romántica historia de amor: la de Elvira, esposa del señor feudal, y el joven Roberto. La pareja se amó a escondidas, y cuando fueron descubiertos, él fue ejecutado, colocándole en la cabeza una corona de metal incandescente durante una ceremonia pública. Poco después, ella se quitó la vida. Desde entonces, según dicen algunos, sus almas aún deambulan entre los muros del castillo.

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