De tamaños y colores diversos, la sandía es una planta herbácea anual de porte rastrero o trepador, gracias a sus zarcillos pilosos, y puede llegar a cubrir una superficie de 4 o 5 m2.

Sus raíces superficiales se adaptan bien a los climas cálidos absorbiendo con rapidez el agua de lluvia y el rocío matinal, lo que le permite generar uno de los frutos más jugosos y ricos en agua del verano. Sus hojas son suaves al tacto, pero, en contraposición, el envés es muy áspero.

Siembra de la sandía

En el huerto, la siembra de la sandía se realiza de marzo a mayo; aunque previamente se ha iniciado la siembra en un semillero protegido en febrero

El marco de cultivo es de 1 metro entre hoyos. Rellénalos con compost y coloca dentro 2 o 3 semillas. Después de que germinen, selecciona la mejor planta en cada hoyo y descarta las restantes.

Cuando las sandías hayan cuajado, puedes realizar el pinzado de los brotes terminales para que la mata no se expanda mucho.

Sembrar variedades locales siempre será una buena elección. A escala general, las más frecuentes son las tipo Sugar baby, pequeñas y de corteza verde oscuro y las tipo Crimson de corteza rayada.

  • Flores. Las flores de la sandía son amarillas y solitarias; las hay femeninas y masculinas en la misma planta.
  • Frutos. Las flores femeninas son las productoras de los frutos.
  • Polen. Las flores masculinas proveen el polen.
  • Polinización. Es entomófila, por lo que corre a cargo de insectos.

cuidados: Qué necesita la planta de sandía

La sandía es un cultivo típico de verano que crece bien en estas condiciones de suelo, luz y riego.

  • Suelo: Suelto, arenoso y rico en materia orgánica aportado como abono de superficie. También tolera suelos salinos.
  • Luz: Sembrar en un lugar que pueda crecer a pleno sol.
  • Riego: Será variable según el momento de desarrollo de la planta: al inicio, más abundante y después, más espaciado.

En cuanto a las asociaciones que favorecen su desarrollo, ten en cuenta que la sandía se lleva bien el huerto con el maíz, las judías y el clavel de moro. Si las cultivas cerca de estas plantas, ayudarán a que se desarrollen mejor y más sanas.

cómo regar las sandías

El aporte de agua varía a medida que se desarrolla la planta: previo a la siembra, debe ser abundante; luego, más corto y frecuente.

Ya desarrollada la planta y hasta el momento de la floración, los riegos largos son los más indicados. En este punto, espera hasta que el suelo esté bien seco para volver a regar.

Cuando arranque la floración los riegos deben ser cortos y diarios. El momento del cuajado y formación de los frutos es el de mayor demanda hídrica. En consecuencia, haz riegos largos y abundantes.

Plagas que pueden afectar a la sandía

La araña roja (Tetranychus urticae) se observa como pequeñas decoloraciones puntuales por toda la hoja. Las verás como pequeños puntos rojizos en el envés de la hoja, en medio de los «hilos» de la telaraña. Se evidencian en momentos de alta temperatura.

Los pulgones (Aphis sp.) se agrupan detrás de las hojas.

Los trips (Frankliniella occidentalis) dan un aspecto plateado a la planta a causa de las picaduras de las larvas en el reverso de las hojas.

El mildiu y el oídio son hongos que la atacan si aumenta la humedad. El proceso de formación del fruto puede verse interrumpido, ya que puede secarse la flor y abortar. Si proteges el huerto del estrés provocado por la temperatura y el viento, evitarás estos problemas.

Cosecha de la sandía

Cuando se secan los zarcillos y dos hojuelas redonditas cercanas al pedúnculo, la sandía está madura.

El oído te ayudará si al golpear con los nudillos escuchas un sonido sordo dentro de la sandía. Esto ocurre entre los 3 y 4 meses después de haber iniciado la siembra

Deja un pedúnculo de 5 cm para evitar la entrada de patógenos al fruto.

El color amarillo intenso de la parte que descansa sobre el suelo es otro indicativo de buen punto de maduración.

Si en pleno verano, el sol es muy fuerte, conviene cubrir levemente los frutos con pasto seco o paja para evitar que pierda color la cáscara. Además, la cobertura del suelo evitará el crecimiento de malezas y aislará los frutos de la superficie húmeda.