Regar las plantas puede ser un desafío, especialmente cuando empieza a hacer calor. Tienes que estar pendiente y a menudo no se está seguro de estar acertando con la frecuencia y la cantidad. Te ofrecemos unos cuantos consejos para no ahogar tus plantas encharcándolas ni matarlas de sed.

1. Riega por la mañana temprano

Como sabes, no es buena ida regar hacia el mediodía. El mejor momento es entre las 3 y las 5 de la mañana, cuando la tierra y el aire han alcanzado la temperatura mínima, lo que implica que se evapora la menor cantidad de agua y las plantas tienen tiempo suficiente para absorber la humedad vital.

Como no todo el mundo es tan madrugador, las plantas deben regarse por la mañana si es posible. El aire todavía es relativamente frío, no se ha evaporado demasiada agua y las plantas empiezan bien el día.

Sin embargo, si riegas durante el día, se evapora innecesariamente mucha agua, lo que significa que el consumo es mucho mayor. Si no puedes regar las plantas por la mañana, el segundo mejor momento para regarlas es a primera hora de la tarde.

Por otra parte, si riegas la planta entera cuando brillas el sol las gotas de agua hacen un efecto de lupa que quema las hojas. Esto puede provocar que aparezcan hojas marrones y secas.

2. Vierte el agua sobre la tierra

Hay más motivos para no regar sobre las hojas. En primer lugar, al regar cerca del suelo el agua llega directamente a las raíces. Por otra parte, las hojas húmedas de las plantas son susceptibles a los hongos o la putrefacción.

Las plantas que son propensas al mildiu polvoriento (Sphaerotheca fulginea y Erysiphe cichoracearum), como los calabacines, las calabazas o los pepinos, tienen más probabilidades de contraerlo si tienen hojas constantemente húmedas.

Los tomates adquieren el temido tizón tardío con mucha más facilidad debido a las hojas húmedas en el área inferior. Sin embargo, al menos con esta planta puedes minimizar el riesgo eliminando por completo las hojas inferiores. Esto también se aplica a las rosas, a las flox paniculadas y a las escabiosas.

3. Riega vigorosamente las plantas con flores, las hortalizas y el césped

Las plantas deben regarse con abundancia. Esto se aplica a las plantas con flores, hortalizas y también al césped. Por ejemplo, los tomates, calabacines o pepinos están felices de tener de cinco a diez litros a la vez en lugar de recibir unos pocos litros ahora y más tarde.

Como resultado de un riego escaso o irregular, los calabacines o pepinos a veces solo pueden desarrollar flores masculinas y, por lo tanto, no darán frutos. El tomate puede reaccionar con la pudrición de las flores si está demasiado seco o si se riega de forma irregular.

4. Las plantas aromáticas hay que regarlas con mesura

El romero, el tomillo, la lavanda y las demás plantas aromáticas pueden vivir con poca agua. Del olivo se puede decir lo mismo. Es más probable que tengan problemas con el exceso que con la escasez.

5. Haz la prueba del dedo

La prueba del dedo hace que regar las plantas sea mucho más fácil. Introduce el dedo índice en la tierra para comprobar si solo se ha secado en la superficie o más profundamente. Si has hundido la mitad de tu dedo en la tierra y sientes humedad, entonces no será absolutamente necesario regar la planta.

6. Quita las malas hierbas y riega menos

Para regar menos las plantas, debes conseguir que la tierra esté libre de malas hierbas (en realidad no hay hierbas malas, sino hierbas no deseadas). Al mismo tiempo, el suelo se afloja y la planta puede absorber mucho mejor el agua.

7. Riega con menos frecuencia gracias al mantillo

Poner un mantillo (o acolchado) en el lecho de las plantas es una buena idea tanto en el jardín como en las macetas del balcón, ya que minimiza el esfuerzo que implica regar las plantas. El mantillo se puede componer de recortes de césped que se dejan secar al sol durante unos días. También son adecuadas la paja, la corteza o las astillas de madera. Incluso puedes poner grava, que también aumentará el tiempo que la tierra permanece húmeda.

8. Riega con agua de lluvia

Las plantas prefieren el agua de lluvia al agua calcárea que sale del grifo. Simplemente deja tus regaderas fuera cuando llueva. De esta forma, ahorrarás agua potable y harás algo bueno por tus plantas.

9. Riega con agua tibia

Asegúrate de que el agua de regar no esté ni demasiado fría ni demasiado caliente. Las plantas prefieren el agua de riego mas bien templada, especialmente cuando hace calor.