Los romanos adoraban los baños termales. De hecho, eran más que una simple cuestión de higiene, los consideraban centros comunitarios donde socializar, forjar alianzas políticas y divertirse. Eran tan importantes que se convirtieron en emblema del Imperio Romano

En la península ibérica, que estuvo bajo el control del Imperio Romano durante varios siglos, hay muchos vestigios de la arquitectura romana, y diversos balnearios y termas romanas, algunas de ellas muy bien conservadas.

Un balneario con más de 2000 años de antigüedad

Uno de los balnearios romanos más bien conservados de la península está al norte de la provincia de Cáceres (Extremadura), cerca de la frontera con Salamanca. Están situados en un pueblo que data del periodo romano y en el que se conservan diversas ruinas tanto de esta época como de la época medieval. Como otros balnearios, se construyó en uno de esos mágicos lugares en los que la naturaleza nos ofrece aguas termales en las que bañarse es un placer.

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@balneariomontemayor

Hablamos del balneario de Baños de Montemayor, un pueblo de la comarca del Valle del Ambroz, en las estribaciones de la Sierra de Gredos.

Los romanos construyeron los baños originales a lo largo de la Vía de la Plata (o Camino de la Plata), una calzada romana que atravesaba de sur a norte el oeste de Hispania. No obstante, las aguas termales eran conocidas incluso antes de su llegada. 

Evidencias arqueológicas, incluidas ruinas romanas conservadas en el balneario actual (bañeras, fuentes...) y una inscripción dedicada a los espíritus de la naturaleza del lugar, las ninfas Caparenses, confirman el origen romano del yacimiento. De hecho, se sabe que, en la época romana, los baños eran conocidos como Aquae Caprense.

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Antigua terma y mantantial romanos de Baños de Montemayor.

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A día de hoy, en el Balneario de Baños de Montemayor está compuesto por un edificio moderno donde se llevan a cabo diversos tipos de tratamientos y otro edificio que alberga las termas romanas, además de un museo con entrada libre en el que se explica la historia del balneario.

Aguas termales, fuente de salud

Las aguas del Balneario de Baños de Montemayor, que emergen desde el subsuelo de la localidad por dos manantiales próximos entre sí tienen una temperatura de surgencia es de 43º C. Están declaradas minero medicinales y se clasifican como sulfuradas, sódicas y oligometálicas. 

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Son relajantes y aportan bienestar a cualquier tipo de personas, pero se consideran especialmente beneficiosas para el aparato locomotor, el sistema respiratorio y la piel.

Los romanos también creían en las bondades de las aguas termales y adoraban a las ninfas de las manantiales y las fuentes, a las que pedían la curación de sus dolencias. Prueba de ello son los altarcillos dedicados a las ninfas que aún se pueden apreciar en las antiguas salas de las termas romana del balneario.

Un paseo por el Valle de Ambroz

El balneario no es el único sitio que merece una visita en la zona. El entorno natural en el que se ubica es el sitio ideal para disfrutar de una relajante y energizante escapada a la naturaleza en cualquier época del año. Y es que el municipio de Baños de Montemayor está situado en un pequeño valle, el Valle del Ambroz, lo que hace que el clima sea moderado y agradable tanto en invierno como en verano

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Baños de Montemayor

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Este bonito valle, a los pies de la Sierra de Gredos, ha servido durante mucho tiempo como corredor entre Extremadura y Castilla. Es una zona de contrastes, con impresionantes montañas de más de 2.000 metros, extensos dehesas de encinas y alcornoques, y frondosos bosques de castaños y robles.

El agua, que juega un papel fundamental en todo el norte de Extremadura, adquiere una importancia especial en el Valle del Ambroz, donde encontramos desde diversos arroyos y manantiales hasta el embalse de Baños de Montemayor, con una superficie que supera las 200 hectáreas.

Vía Verde Ruta de la Plata

Vía Verde de la Ruta de la Plata.

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Por otro lado, si te gusta el senderismo o la bicicleta no puedes perderte la Vía Verde que ocupa la antigua línea de ferrocarril que antaño unía Gijón con Sevilla, uno de los atractivos más buscados por los amantes del deporte y los visitantes del Valle del Ambroz. Pasa por dehesas y bosques de hoja caduca hasta llegar a la falda de la sierra de Béjar, declarada Reserva de la Biosfera.

 

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