El contacto con la vida en continuo desarrollo, con la tierra, con la vegetación y con la naturaleza no asfaltada resulta algo esencial en nuestras vidas. Por eso, un balcón repleto de vegetación ornamental o comestible nos permitirá sin duda disfrutar más plenamente de la vida.
De hecho, se ha constatado que el simple acto de «contemplar verde» de forma cotidiana tiene efectos saludables en nuestro organismo, porque refuerza el sistema inmunitario y ayuda a vivir más años y con una mejor salud.
Es posible que no haya verde a nuestro alrededor donde vivimos, pero siempre podemos crear ese verdor nosotros mismos o al menos hacer lo posible para disfrutar de la vegetación de manera habitual.
La mayoría de los pisos y de los apartamentos que tienen un pequeño balcón o incluso una pequeña terraza, la tienen desaprovechada. Si tienes la suerte de disponer de ese pequeño desahogo, ¿por qué no convertir ese perfecto espacio en un lugar saludable y de recuperación del contacto con la madre naturaleza?
Tú cuidas el huerto y el huerto te cuida a ti
No hace muchos años –cuando la gente se tomaba la vida con más calma– era frecuente ver los balcones llenos de plantas y de flores. Hoy esa imagen ha quedado relegada a las postales bucólicas de algún pueblo pintoresco.
Si nos fijamos en los balcones de las casas que nos rodean, veremos que la mayoría están vacíos y tristes. Parece que, con las prisas y el estrés, no tenemos tiempo para cuidar de unas plantas que alegren nuestra casa, nuestra ciudad y también nuestra vida.
Puede que ya tuvieras en la cabeza algún día cultivar tu propio huerto en el balcón, o que seas una de las muchas personas que, con el confinamiento provocado por el coronavirus, han descubierto que el balcón es un espacio lleno de posibilidades para el cultivo de algunas hortalizas y verduras frescas.
En cualquier caso, se ha constatado que las plantas que crecen en un lugar concreto sintetizan moléculas específicas –polifenoles y otros antioxidantes– para protegerse de factores agresivos del entorno (contaminación, virus, bacterias, insectos...). Al comer esas plantas, aparte de los nutrientes que aportan, ingerimos esas sustancias, por lo que nos ayudan a protegernos.
Cultivar nuestras propias plantas comestibles en el balcón o en la terraza podemos tomarlo, pues, como una práctica que, además de resultar gratificante, es de lo más saludable y terapéutica.
Cómo crear un huerto de macetas en el balcón
En el balcón o en la terraza, aparte de plantas ornamentales, podemos cultivar hortalizas y verduras de consumo frecuente, e incluso algunas plantas aromáticas o medicinales; y si tenemos espacio, podemos atrevernos con algún que otro arbolito en una maceta de grandes dimensiones, como un pequeño limonero o un kumquat.
Por reducido que sea el espacio disponible, siempre hay posibilidades de tener plantas en casa. Si poseemos un balcón grande o una amplia terraza, todo es más fácil, pero si solo disponemos de un minúsculo balcón, también podemos llenarlo de verde cultivando en las macetas que nos quepan, a modo de «macetohuerto».
Las alternativas para crear tu huerto de macetas son muchas y variadas en función del espacio, el tiempo disponible, las preferencias de cultivos y tal vez solo condicionados por la climatología y las horas de luz que bañan nuestro balcón o terraza.
Elegir las plantas en función de la luz
La luz es esencial para la fotosíntesis y el adecuado desarrollo de las plantas. Si el lugar destinado al cultivo goza de mucha luz se podría valorar la opción de plantar cultivos más exigentes como tomates, pimientos o berenjenas.
En el caso de tener menos de cuatro horas diarias de luz directa, podemos recurrir a plantas de hoja (lechugas, escarolas, puerros, canónigos, espinacas), que suelen crecer bien en semisombra.
En macetas
Según el espacio podemos procurarnos maceteros grandes o medianos. Es importante que corroboremos la seguridad y la resistencia de la construcción, ya que, entre los recipientes, la tierra, el compost y el agua de riego se acumula un peso considerable.
También vigilaremos la correcta impermeabilización de los recipientes, procurando que los orificios de drenaje evacuen adecuadamente el agua, o que la deriven a un recipiente dispuesto para recoger el agua sobrante del riego o las lluvias.
¿Qué tierra se necesita?
Se comercializan sustratos de cultivo ya preparados que suelen estar hechos con mezclas de fibras de coco y compost bien descompuesto. También podemos preparar nuestro propio sustrato con:
- Fibra de coco rehidratada (60%)
- Compost o lombricompost (30%)
- Un poco de tierra de un huerto que lleve tiempo cultivándose de forma ecológica, ya que aportará la imprescindible «microbiota simbiótica», que será una gran aliada de las plantas.
El compost o lombricompost es el alimento por excelencia de las plantas y lo añadiremos cada vez que iniciemos o cambiemos un cultivo. No solo aporta los nutrientes básicos de forma equilibrada, sino que los millones de microorganismos que lo componen fomentan la fertilidad de la tierra. Además, la materia orgánica proporciona textura y esponjosidad, facilitando la absorción y retención del agua, y el buen desarrollo de las raíces.
Las tierras abonadas con fertilizantes de síntesis y los sustratos de los centros de jardinería suelen generar desequilibrios en el desarrollo de las plantas y favorecer la presencia de parásitos, así que intentaremos usar un compost con certificado ecológico.
Puedes hacer el compost en casa
Si tienes espacio, puedes plantearte preparar tu propio compost o lombricompost mediante un práctico compostero doméstico (o un lombricompostero) y reciclando todos los restos y desechos orgánicos de la cocina y de la casa.
Cuándo regar (valora el riego automático)
Las plantas precisan agua para absorber los nutrientes y poder desarrollarse. Los mayores fracasos de los cultivos en el hogar suelen ser causados por una intensa deshidratación del sustrato en los días calurosos.
Echar agua a las plantas con una regadera o una manguera no siempre logra compensar la intensa pérdida de humedad que sufren las plantas por un exceso de evaporación o transpiración, por lo que será ideal recurrir a los prácticos sistemas de riego con mangueras de goteo localizado provistos de un sencillo programador automático. El programador tiene la ventaja de que podemos pasar fuera de casa unos días sin que perezcan las plantas.
Elige las plantas adecuadas
La mayoría de hortalizas cultivables en un balcón son fáciles de reproducir mediante siembra directa, y podrás encontrar sin problema semillas de las hortalizas habituales. En algunos centros de jardinería o en viveristas también se pueden comprar plantones enraizados con su «cepellón», listos para plantar, pero vale la pena experimentar con semilleros propios. Es fácil y gratificante.
Las diversas tareas de mantenimiento requieren un mínimo de tiempo y dedicación. Al principio puede parecernos complicado saber cuándo es el mejor momento para sembrar, plantar, regar, podar e incluso cosechar cada hortaliza, pero con un mínimo de información y con la práctica cotidiana iremos adquiriendo experiencia y, al final, todo nos resultará relativamente sencillo y, sobre todo, satisfactorio.
Ten en cuenta el tamaño
¡Cuidado con las plantas muy voluminosas! Una mata de calabacín es muy vistosa, pero ocupa mucho espacio. En cambio, dos o tres matas de tomates resultan muy decorativas y nos proveerán de frescos y suculentos tomates durante varios meses. No hay que olvidar que cuando cultivamos en un balcón suelen dar mejores resultados los tomates cherry.
Pon variedad
Entre las lechugas, los tomates o los pimientos, o incluso junto a las plantas ornamentales o aromáticas (albahaca, romero, espliego…), podemos sembrar rabanitos, canónigos, rúculas, nabos, cebollas, puerros o ajos, ya que ocupan poco espacio y se estimulan mutuamente.
Crear un minihuerto en el balcón también nos ofrece la posibilidad de cultivar plantas aromáticas, entre las que no puede faltar la albahaca, con la que daremos un toque fresco a las ensaladas o prepararemos una estupenda salsa pesto.
La mejorana puede sustituir al orégano de las pizzas y de otros guisos, y la menta fresca aromatizará algunos guisos, además de ser la acompañante perfecta del té verde.
Si disponemos de espacio, tal vez sea interesante procurarnos una selección de plantas medicinales para nuestro botiquín de primeros auxilios. Entre las más populares estarían un polivalente aloe, una digestiva manzanilla, la calmante valeriana, el estimulante romero, el anticatarral tomillo o la terapéutica salvia.
En 2 metros cuadrados caben...
Con unas macetas grandes o una mesa de cultivo de 80x100 cm, una familia de 2 o 3 personas ya podrá cultivar, a partir de la primavera:
- 2 tomateras (una cherry y otra de ensalada) en el espacio más soleado.
- 1 o 2 matas de pimientos.
- 1 mata de berenjenas.
- 4-8 judías, pero de mata baja.
- 3-6 lechugas tipo maravilla de verano y hoja de roble (replantando 3 o 4 nuevas cada mes o mes y medio).
- 2 rúculas.
- 2 matas de acelga (una verde y una roja).
- 1 o 2 pencas de apio.
- Una matita de perejil.
- 2 albahacas, colocadas entre las tomateras y los pimientos.
- Algunos rabanitos, intercalados con cualquier otro cultivo.
- Varios canónigos, en los huecos disponibles entre otras plantas.
- 4-6 remolachas rojas
- 10-14 cebollas, siempre colocadas en el borde más soleado.
- 6-8 puerros, donde haya más sombra.
Cuídalas sin químicos
Aparte del problema más frecuente relacionado con las carencias de riego o la deshidratación, que ya hemos mencionado anteriormente, hay que prever que nuestras plantas pueden sufrir los ataques de pulgones o bichitos chupadores.
Una solución natural contra las plagas
Estos ataques son fáciles de controlar mojando bien las plantas con una dilución –bien triturada y macerada– de tres dientes de ajo y tres guindillas en un litro de agua.
Para prevenir posibles ataques de hongos (sobre todo en épocas húmedas), bastará con tratar las plantas con una dilución de un yogur natural en un litro de agua una vez por semana o cada 15 días.
Si aún nos asaltan las dudas, no nos sentimos capaces o no acabamos de decidirnos porque pensamos que no tenemos experiencia alguna, quizá una buena forma de empezar es recabando el máximo de información, ya sea en foros de Internet, a través de libros o, mejor aún, compartiendo experiencias con amigos o conocidos.
Poco a poco descubriremos que resulta fácil planificar los diferentes cultivos, evaluando todas las posibilidades y las limitaciones que podamos encontrar. De todas maneras, hay que ser valientes y arriesgarse a experimentar. Pensemos que, posiblemente, el mayor fracaso que podamos cosechar es el que se produce cuando ni siquiera lo intentamos.