Ahí donde no te quieren.
No insistas.
No busques un por qué.
Porque no lo hay.
Tampoco hay nada malo en ti.
Simplemente no te tratan bien.
No insistas.
No sigas perdiendo tu tiempo buscándote fallos.
No trates de culparte.
No revises una y otra vez esa conversación en busca de palabras no escritas.
No te arrastres por esa migaja.
No.
Te mereces más que el silencio.
Te mereces más que un OK.
Te mereces más que sentir que alguien está contigo por aburrimiento.
Porque no había otra cosa.
Por pasar el tiempo.
Por evitar la soledad.
Te mereces alguien que quiera conocerte de verdad.
Que quiera escucharte.
Que cuando le dices a qué tienes miedo no huya.
Que se quede y te quiera comprender.
Te mereces más que la mierda que te dan.
Y conformarte con menos es como devorarte.
Como coger una cuchara y empezar por los pies.
Hasta que no quede nada de ti.
Porque cuando aceptas nada en nada te conviertes.
Conseguir que creas que no mereces el amor.
Que no vales.
Que tú no tienes derecho a pedir o a exigir nada.
Ni la mísera flamenca del Whatsapp.
Conseguir que pienses que el mundo es así.
Que tienes que acostumbrarte a esto.
Que hay algo roto en ti.
Es haberte vencido.
No insistas.
Vete de ahí.
No mires atrás.
No pierdas tu precioso tiempo en la Tierra intentando que te quieran.
Porque somos miles de millones de personas.
Y lo que no tiene sentido.
Y lo que no es justo.
Es que desaproveches toda tu maravilla.
Por una persona cualquier que sea.